martes, 8 de julio de 2014

Here. Now.



This road is hard and wild, but it brought me to your door- I'm here now/Motopony


Jaltipan de Morelos, Veracruz a 29 de Junio de 2014

Les dejé una botella vacía de tempranillo, un vaso, con una cantidad de mililitros que no supe calcular. Dos corazones rotos. Platos sucios. Las huellas en la acera. Merodee el jardín de manera discreta, con cierta oscuridad que deja el dolor. Debí quitarme las sandalias otra vez. Debí. Arruino como siempre el momento perfecto. He estado pensando en el escrito que nunca comencé, el que hablaba de los trenes, de la infelicidad de Isabel, los tíos que murieron de hambre. Supongo que tengo miedo. Tengo miedo como ahora a las partidas. Imagino que la vida tenía que ser así. Las piltrafas en las que nos convertimos en las separaciones. Lo grandes, llenos, lo vivos, lo esplendorosos que somos cuando volvemos a estar juntos. Tengo miedo en lo que he de transformarme, si de pronto me encuentro sola con el silencio de las palabras que escribo. Su silencio es el de cristales rompiéndose en los oídos.  Todavía no sé cómo nombrar estos dolores. Podría quedarme quieta –otra vez- por muchos días.  Pienso que uno de estos días lo escribiré: El verano llegó de formas tan violentas.
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Siempre me ha parecido increíble cómo una  puede ser tan feliz y tan desdichada, todo, al mismo tiempo.
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México, D.F. a 8 de Julio 2014


Pienso en ti lo mismo que en un tiramisú. Me humedezco los labios impertinentemente.  Saboreo en mi boca la suavidad de su textura. Impido a mi cuerpo los impulsos de algo que está en el pasado o en el futuro, donde sea, pero sin mí. En otro sitio donde es presente, pasado, futuro. Ahora. Luego recuerdo que estoy a dieta, y que debo pasar de los azucares. Malditas tendencias sociales. Algo así como contigo. Recuerdo que estoy esperando que  la vida suceda de maneras más insospechadas. Y menos dolorosas. Estoy haciendo lo posible por caminar a ritmos más felices.  Una ciudad abriéndose para que la habitemos. Una voz que se quiebra a las 2:00 de la mañana. Sabemos que los corazones se rompen fácilmente, pero aun con todo lo que sabemos, cariño, pequeño niño, no nos detenemos. Y por qué habríamos. Imagina la embriaguez de dos soles colapsando. Me ocurre pensarlo aunque esté positivamente segura de la ingenuidad en ese acto. De la nada y del vacío que le vendrán a los días. Lo mismo como si estuvieras aquí o aquello prohibido en la nevera frente a mis ojos. La clara diferencia es que a ti quisiera llevarte bajo las luces mientras llueve, y te hablaría en tres idiomas diferentes.  Todos te dirían más o menos cosas similares; qué bonitos tus pies porque te trajeron hacía mí, y tus manos, y tu boca, y lo que no conozco todavía que te construye.  Luego recuerdo que no tienes nada dentro y regreso al principio de mi idea; cuando llegue a casa un tiramisú., un tiramisú. O tú. En una de esas ocurres tú. Como si las dobles vidas funcionaran.