Te esbozo en la pared como lo
hice, una tarde desesperada, a carbón y a colores diluidos con el agua de mi
cuerpo.
Desearía tener los mismos
instrumentos para pintar la casa, esa tarde. Recuerdas mi obsesión con tu boca.
Estoy por hablar de ti, y tú lo sabes
tanto, que te sonrojas. En aquel tiempo, la dibujé en todos los cuadernos del
colegio y ya sabían que me venías a media tarde. Lentamente las luces
eclipsaban los salones. Caminábamos esas plazas para abandonar los dolores
anochecidos en cualquier banquito. Si pudiesen preguntar, me dirían que era más
feliz que ahora y menos triste entonces. Tu figura pierde nitidez con los años.
Tal vez es la percepción de una madurez ingrata. Tal vez es la normalidad y
fluidez; el orden de las cosas. Tal vez es una canción fortuitamente repetida
para que no te olvide o este temblor, inundando mis manos. Es como un piano
esperando el roce, cuando antes sostenía una nota interminable a mi señal. Poseíamos
una orquesta incandescente como un foco que tardíamente nos dejaba ciegas. Te
miré un día para decirte: eres hermosa.
A veces imagino que existí en la vida específicamente para eso. Aún ahora,
después de las muertes y las vidas, abrir puertas y ventanas, porque el sol, la
luz, me recuerda inevitablemente a tu cara, y tus ojos en ella como alfileres
clavados que sabían bien herir. Aún hoy, puedo tocarte, al permanecer en
silencio. Frente a una mesa o un mirador solitario para sentir atravesar,
bilateralmente, el horizonte a espasmos. Sigo teniendo estas costumbres. Sé,
que las adoraste todas en un tiempo. Por ejemplo, detenerme, mis labios
susurrando en medio de una calle. La urgencia anacrónica de sentir el mundo por debajo, arriba, alrededor y cruzando.
Sé, que las amaste tanto como yo amé construirte, sufrirme, llenarme, vaciarme.
Amamos suspender el tiempo para escucharlo venir. Anunciar partidas y llegadas
en forma de luces. Besos y canciones. Escucharlo arribar al ritmo de tus pasos.
Porque así, todo estaba en un sitio secretamente pactado para mi felicidad. Esa
inconclusa manera mía de serlo a través
de los otros. A través de ti. Ser feliz a tu simetría. Cuando te ibas. Cuando
volvías. Si no sabías qué hacer contigo. Si no entendías qué hacer conmigo. También
si te quedabas para hacerme música o tragedia. Que no tuviese necesidad más
imperiosa que buscarte. Y encontrarme tendida en el suelo, insaciable de ti.
Remato la silueta que comencé.
Mi dedo índice la recorre completamente hasta donde termina. Me parece siempre
estás de espaldas observando el mar. Sentada o de píe. Pienso que lloras
perniciosamente al imaginar lo sola que me encuentro. Después escuchas una
canción muy azul. Luego sonríes. Te miro voltear a verme. Sonríes mientras
lloras. La mirada tuya desvanece en una ternura dolorosa. No sé si sientes
lástima o un amor inconmensurable. Todas las veces me dices adiós a medias.
Sigues observando el océano o un ave.
3 comentarios:
Así se ama, mujer... Tengo mucho que aprender.
No te localizo, le pasa algo a tu móvil? Da señales!!!
Barbie Ibiza
Tengo el de Tamaulipas. El que comienza 833 ...
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