lunes, 25 de agosto de 2014

In a sentimental mood IV


Para que este truco de magia funcione, tendremos que repetirlo. Que el bar esté a la vuelta de Bellas Artes Línea B. Sentirse lo suficientemente simpática para agradarle a todos allí. Recibir esos aplausos. Llegar justo a la hora del mariachi. Ya, ya, el mesero te reconoce.  Creo que sabían que volveríamos al caer la noche, porque la inhibición se había quedado en el mirador de la Torre Latino, colgado de las rejas. Al parecer gritaba, pero esa estridencia es común en esta ciudad, nadie la ha salvado. Tantos escalones de emergencia.  Risas, tanto Waltz en cines o museos.  Como si la urgencia, si tus manos me quisieran ahora, la desesperación de un rompimiento , un cohete detonando en el cielo, o un beso. Los besos: Todos somos adictos, a estos fuegos de artificio*. Me gusta la idea de hacer feliz a alguien. Si tal cosa fuese posible. Con esa responsabilidad de la fragilidad humana entre los dedos. Me gusta jugar a ser un Dio-s que todo lo cumple. Creí amar tu debilidad. Es otro juego de soberbia y egocentrismo. Ensayo estas caídas, mira, te beso porque es posible. Porque eres indefenso, porque hay alcohol suficiente. Te beso porque puedo. Mira, mírame otra vez: No significa nada. Estoy a punto de herirte y no me detengo.  Escogí esta canción en el barecito a costa de mis pies. La bailamos mucho para que creyeran que te quería, si había algo verdadero en el teatro interpretado. Que, tal vez, llegaríamos a casa, y haríamos un amor sincronizado, de olimpiada y medalla. Ya sabías tú que nada tenía de cierto. Iba a tomar el metro a las diez. Iba a dejarme caer. Marcharme. Desistir de ti. Volver a danzar como lo hice en los andenes. Es que no entiendes, es necesario: son miles de explosiones en tus ojos haciéndote un acto de fe. Solo para olvidarnos, de estar adentro o afuera de la vida.  Ahora, si crees poder soportarlo, volvemos a empezar. El ritmo de la acera te dice: un, dos, tres. No me odies si no te recibo los poemas a la mañana siguiente; comprende, fue solamente esto: Una sonrisa, un guiño, Coltrane. Una coreografía donde se oprimen párpados al final, creando pirotecnias imposibles. Para que funcione, vamos a imitarlo de esta forma: Noche, cariños en la mejilla resbalándose por el suelo. Estoy. Ya no estoy. Anda, mi niño sentimental. Cuenta hasta diez…