Para que este truco de magia funcione,
tendremos que repetirlo. Que el bar esté a la vuelta de Bellas Artes Línea B. Sentirse lo suficientemente simpática para
agradarle a todos allí. Recibir esos aplausos. Llegar justo a la hora del
mariachi. Ya, ya, el mesero te reconoce. Creo que sabían que volveríamos al caer la
noche, porque la inhibición se había quedado en el mirador de la Torre Latino, colgado de las rejas. Al parecer
gritaba, pero esa estridencia es común en esta ciudad, nadie la ha salvado. Tantos
escalones de emergencia. Risas, tanto Waltz en cines o museos. Como si la urgencia, si tus manos
me quisieran ahora, la desesperación de un
rompimiento , un cohete detonando en el cielo, o un beso. Los besos: Todos somos adictos, a estos fuegos de artificio*.
Me gusta la idea de hacer feliz a alguien. Si tal cosa fuese posible. Con
esa responsabilidad de la fragilidad humana entre los dedos. Me gusta jugar a ser
un Dio-s que todo lo cumple. Creí amar tu debilidad. Es otro juego de soberbia y egocentrismo. Ensayo
estas caídas, mira, te beso porque es posible. Porque eres indefenso, porque
hay alcohol suficiente. Te beso porque puedo. Mira, mírame otra vez: No
significa nada. Estoy a punto de herirte
y no me detengo. Escogí esta canción
en el barecito a costa de mis pies. La bailamos mucho para que creyeran que te
quería, si había algo verdadero en el teatro interpretado. Que, tal vez,
llegaríamos a casa, y haríamos un amor sincronizado, de olimpiada y medalla. Ya
sabías tú que nada tenía de cierto. Iba a tomar el metro a las diez. Iba a
dejarme caer. Marcharme. Desistir de ti. Volver a danzar como lo hice en los
andenes. Es que no entiendes, es necesario: son miles de explosiones en tus
ojos haciéndote un acto de fe. Solo para olvidarnos, de estar adentro o afuera
de la vida. Ahora, si crees poder
soportarlo, volvemos a empezar. El ritmo de la acera te dice: un, dos, tres. No me odies si no te
recibo los poemas a la mañana siguiente; comprende, fue solamente esto: Una
sonrisa, un guiño, Coltrane. Una
coreografía donde se oprimen párpados al final, creando pirotecnias imposibles.
Para que funcione, vamos a imitarlo de esta forma: Noche, cariños en la mejilla
resbalándose por el suelo. Estoy. Ya no estoy. Anda, mi niño sentimental. Cuenta hasta diez…