No es mucho, ni
demasiado, ni poco, siempre. Es el frío. Son las azoteas y los fuegos
artificiales a lo lejos. Alguien juega con el ardor de la respiración, como si
fuese una fruta a punto de reventar. Tiritamos. Temblamos. Nos abrazamos. Es la
primera vez. Y la última. Alguien juega, te digo. Sucede en los viajes de
verano o invierno. En otoño siempre fracasamos, de alguna forma. Con
una melancolía y soledad volteamos la vista. Saboteamos ese encuentro
furtivo con los extraños. No es mucho, pero a ellos nunca les importa. Si
conocemos la suerte y la voz. Si sabemos esperarlo. Ese latido. ¿Entiendes ese
latido? Si te digo amor dentro de dos horas. Es mentira. Es que no siento nada.
Es que me he estado marchitando. Calculo la temperatura de tu piel, es
helada, como la carne cruda. Saturnina y casual. Inalterable; porque no somos
importantes. Me conoces. O es que no lo haces. Somos silencio de los días. Esas
cosas también vienen. Vives de tal manera que no te alcanza ya ni
para contárselo a nadie. No recuerdas, incluso, ni haberle dado tu
nombre. Pero lo tiene. O lo tenía. Calculo que solamente pasaran unas semanas
para que lo olvide. Recordará el dinero gastado. La boca mordida. El desazón
del desvelo en una oficina. A lo mucho hará una canción debajo del escritorio.
Guitarras insolubles porque es un dato que te dieron. Él
toca la guitarra y estudió en el Conservatorio nacional. Ella es sólo ella, y a
veces escribe. Te debieron decir eso. En cambio soñaban con una no-certeza
de la cual me deshice. Todas las pretensiones en una copa de vino para que ambos tuviésemos que ver. No lo
recuerdo bien, todos hablaban de una cosa y otra. Mi padre me callaba. Tú y
yo fumábamos dentro de nuestras bocas. No es que me importara. Nunca
es eso. Mandarte al carajo a las seis de la mañana. Quisiera entenderlo yo misma. Hay conversaciones que perduran y algunas
que no recuerdo. Siempre la oscuridad en medio. Bruma y mareo como un
medicamento que no pronunciamos. Me queda ese olor de extraño y un encendedor
debajo de la cama o en el bolsillo. Y la seguridad de que fue tuyo. No voy
a devolverlo jamás.
Aunque tenga varios.