domingo, 1 de septiembre de 2024

Solo de Trompeta



La lluvia floja de domingo nos sorprende en la quietud del día.

Ellos se bañan desnudos en la lluvia, la primera lluvia de septiembre. Encuentro un silencio exacto en nuestra casa, como recién remodelada; limpia; impoluta.

Repaso los proyectos que se avecinan, tanta inutilidad de trabajar continuamente para ser prospero, y así, quedarse sin la libertad de ser irremediablemente nómada. Buscaba ávidamente este sitio; mis pensamientos se empiezan a esclarecer conforme lo siento lejos. Lo sabía. Imitar la vida fue sencillo por un tiempo, pero; no era suficiente. Necesito soledad. Un solo de trompeta. Casi – estoy- mejor -desde -que no estás. Quisiera ver este documental en el 2050. Mamá ponía todas las tardes algo como un solo de trompeta, nos bañaba en el patio de atrás, nos observaba y escribía. Mamá, bueno, no sabíamos bien si era feliz, pero trataba de hacerlo por nosotros. Alguna cosa así, desde los labios de un Yosef hermoso, iracundo, pero leal. Dio s nos impida traumar a nuestros hijos. Quisiera que recordara esto; hoy fuimos al parque con el sol encima, nunca olvidaré su olor a bloqueador o el pequeño poro inflamado en su nariz; lo besé, varias veces. La mejilla, los ojos, el viento ondulaba su cabello. Quisiera que supiera que no fue Yosef sino a Jaely de quien recuerdo esto. Le puse una blusa blanca. Se cayó de la sillita amarilla, lloró. Se quedó dormida en los brazos de la abuela. Hacía tanto calor en la sala de estar; es el año más caluroso del que se tiene registro.

Han pasado 9 años, cariño.

Y yo, Yo no he logrado tener ganas de verme más al espejo. No sé cómo nombrarme otra vez.

Ofelia. Jazmín. ¿Quién es esta que habita en mí? Necesito meditación. Necesito Terapia.

Llámame NADIE.  Es un camino largo el retorno hacia una misma.

Hago un ejercicio de reconocimiento; me encuentro en las letras. Me leo con ternura y devastación. He amado mucho en esta vida. Seguramente más en las otras vidas. Recuerdo un amor que no puedo pronunciar. Nunca le escribí a mi padre, sino hasta después de su muerte. Tiré el discurso.

¿O lo enterré?

Quisiera tener la certeza de a quien escribo esta vez. Pero sólo estamos aquí. Mis hijos duermen y suena un solo de trompeta.

 

La brecha aun existe porque no he logrado llegar a ti.

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