Quiero el invierno de mil novecientos noventa y cinco. El payaso pequeño, su cabello azul y su overol. No quiero este cuerpo, ni esta altura. Ni estas manos dentro de los bolsillos rojos. Tampoco zapatos de pana color negro. Lejos, caminando taciturnos sobre las aceras. Quiero a Natalia García regalándome televisores en hojas de papel de treinta por treinta. Necesito confesiones escritas por mujeres más altas que yo. A Nataly G, explicándome, que después de probar mi ausencia, pensaría más de dos veces en dejarme, irse de vacaciones o simplemente, tener novio. Y a Sandy Madrid, cansada y aturdida…con una caja reciclada en mi cumpleaños número doce; “llego tarde…traje tu regalo”. Y que dentro del cartón hubiese una carta donde tiene escrito: no dejo de pensar en ti. Quiero eso, y de golpe, de vuelta toda mi inocencia. Vuelvo a mil novecientos noventa y cinco. Nadie vuelve de allí. Mi traje verde olivo y el raso. La niña de nueve años que susurraba: estar sobre ti es tan natural, querida. Yo no vuelvo de mil novecientos, no vuelvo. En el dos mil, tenía un traje muy ejecutivo color gris claro y me gustaba. Un tipo de cuarenta y tantos decía: qué bonita se ve usted. Me lo creía. Me daba miedo. Había esa niebla muy deforme ahogando las calles y de mi mano Nataly. La perfección posible, tan de antes. Había soledad de invierno como escribimos los melancólicos que no tenemos mucho que decir. Me importa un bledo no tener nada que decir si esa nada es mucha. Necesito no verme al espejo. No quiero mi cabello rizado, no lo quiero. No quiero este invierno muy deslucido. Deseo aquel barrio junto a la bahía y las islas en verano, el día de la marina cuando el mar se vestía de blanco y largos mástiles. Correr, correr por la estepa sobre los cerros del norte. Siendo así las cosas, es normal extrañar la simplicidad muy puberta. Me lo dice la torre de diarios que encontré hace una semana. Quiero al Dr. Seuss, quiero todo lo que no tengo. El invierno de mil novecientos noventa y cinco. De éste no quiero nada. Pues sólo hay olvido, y terror a las luces. Necesito cualquier cosa que me arrastre de este abismo mío, de costumbre, de odio, de amor, de gentes extrañas, porque a veces, sólo a veces…me viene el espanto antártico, y parece entonces calida la infancia. No recuerdo haberte olvidado. Quiero el invierno de mil novecientos noventa y cinco cuando no sé, que sin duda alguna: No. Qué no puedo encontrarte.
6 comentarios:
Dejo mi paso descalzo algo sangrante porque aquí veo lo que yo misma siento, desde una perspectiva tan intima como sólo tú lo sabes plasmar.
Creo que los melancólicos amamos el invierno, el frío de afuera y el adentro, a lo mejor es el silencio que gobierna, no lo sé....
Si que es enriquecedor leerla Waltz.
Besos y abrazos.
...porque a veces, sólo a veces, la infancia se nos muestra como perfecta, aún en su imperfección.
Había cierta inocencia que reparaba los daños colaterales de actor de terceros...había esta imaginación que aún no nos deja, y que -al ver películas épicas-reverbera. Sí, acabo de recordar esto porqu al entrar en esta Brecha de tiempo vino a mi mente el escrito que lei de su puño acerca del "León, la bruja y el ropero"...y, aunque este novio se la pasaba molestándome para que la viera, soportaba solo el inicio...pero, cuando lo vi a través de sus ojos me dije: debe tener magia. Y la tuvo. Resulta que me aburía (y aún e aburre) ese principio...yo quiero magia, y la magia llega.
Poulain, ya no sé ni lo que digo salvo...que adoro como escribe..usted lo sabe, pero lo repito.
.:Tati:.
Cas que debo pedirte disculpas por esta ausencia o edirmela a mi por lo que me pierdo cada vez que no te leo.Yo tambien quiero 1995, pero no sabía contarlo como lo cuentas tu, un placer leerte, un abrazo.
Seguro que 1995 no volvera... pero lo lindo es como lo recuerdas, comolo revives... pero este 2008 también tiene su magia esos rizos la tienen... Un abrazo super calido
Tu forma de narrar cada episodio, cada cuadro, cada fotograma de versos, es única, muy muy Waltz jejeje (todos somos únicos me dirás).
"No recuerdo haberte olvidado"
Yo siempre vengo, no te olvido.
Y porque dejar un mensaje anónimo, bueno, porque es más fácil, usted ya sabe de mi vagitud ja... que joven que es usted, a mi se me da por recordar 1989 y algo del 90, más el verano y el mar con mis viejos, toda la fantasía de esos años adolescentes, lindo, lindo esos años para mí.
Felices fiestas y un beso grande le dejo en este comentario.
Gus. C.
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