domingo, 23 de agosto de 2009

Some numbers

Veintisiete, él tiene veintisiete años y vive a una hora de aquí. . Y dice querer darme mi tortuga uno de estos días, o pronto. Él es muy ridículo. La ha llamado Alex. Al final ha mandado un beso a través de su bocina del teléfono viejo, como a las seis, eso antes de marcharme a cenar ………………………Amarillas, Emma cortó para mí esas flores amarillas porque no las alcanzaba. Ya se marchitaron. Eran bonitas cuando estaban realmente vivas. Me recuerdo a mi misma dentro de la destrucción del mundo. Algo más sobre Emma: Vimos su partido hoy, pero después hablaré de eso. Le sonreí con mi boca cerrada cuatro veces. Perdieron el partido. .....................................Como seis, eran como seis de la asociación de Lesbianas no sé qué rayos, que nos invitaron a la coronación de una reina en un bar al que antes acudía frecuentemente. Luego me asqueaba cuando yo arriba las mesas ahí. Juraba no volver. Mamá dice que iremos, no lo sé. La chica principal me miraba mucho. Vestía una playera azul con una bandera de colores. Quizá vayamos, mamá dijo que quizá. Cinco sillas frente a una laguna azul. No sé qué azul. Turquesa, real. Pero estábamos, y yo con mis lentes intentaba decir muchas cosas dulces a una mujer de cabello teñido. …………Trescientas cincuenta y tres fotografías en el memory stick. Todas son muy similares pero no voy a borrarlas. ………………………………………….Alrededor de mil doscientos cincuenta y cuatro pasos hasta el restaurante de quesadillas. Me comí dos, champiñones y espinacas. Y cuando he llegado no dormir. Nada de dormir. Tenía fiebre en las piernas como es acostumbrado ………………..Dos horas. Intenté dormir dos horas con mi abuela. Pero no hacíamos más que tener frío de aire acondicionado, y me preguntaba si ya tomé leche con miel por aquello de la depresión.…….....Puertas no había. Era más bien un péndulo peligroso. Igual entré. Era tarde pero entré, nadie me esperaba nunca. Pero llegué. …………………….Me iré el martes y no te voy avisar ¿o te estoy avisando? …..Cajetillas de cigarro al menos dos, y el suéter verde. Empacar, no te olvides. Ah, y el libro de poesía chilena. Apunta. Apunta. …………………………………….Uno. Primero. Ahora: No me vuelvo a olvidar de nuestros pactos. Mucho menos suponerte a dos metros hacia arriba, y hacia abajo. Ni pensar en escribir poesía sobre tus manos, que la verdad, no conozco.

viernes, 21 de agosto de 2009

Jazmín*

Este es uno de los días donde te pido que no te vayas. Y que nunca lo hagas. Y que eres lo único que he amado más que a mí -muchísimas veces- porque claro, soy una torre egocéntrica, que después, siempre vale extremadamente poco. Va, hoy es simplemente maravilloso. Es muy de la felicidad ¿viste? Aunque nunca hemos creído demasiado en ella, ni en su duración, en todo caso, eso. Me coloco suavemente a tus pies y lloro nuestras historias con tanta benevolencia. Cuando no te culpo demasiado, ni a mí, y espero en una puertita de madera a que pase la bicicleta adecuada, la del nombre de tu recuerdo. La de tu soluble y dulce existencia a través de mis huesos. Todo tan roído y de años atrás. Luego, convierto a Ofelia, en un ser comatoso lo suficientemente transparente para borrarle heridas a las tres de la mañana. Pero también perdono esta situación. Quién más sino yo. Vuelvo de mí hacia ti. Revuelco mis manos en tierra suelta de nuestros pasos, me siento tan hermosa así, frágil. Deforme Ya no me invento muchos nombres ni los hago rimar a las nueve cuarenta y dos. Sólo es una ráfaga de verdad, tampoco te confíes. Al final ya sabemos que tengo una naturaleza traicionera e irracionalmente torpe. Y que digo mentiras –él me dice “mentirosa” cada que puede- no patológicamente, las únicamente necesarias para una mujer como yo.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Agosto (2)

-notas rápidas de porque escribo acá de nuevo-
Voy a escribir aquí y así, más bien por la costumbre de –siempre- mirar hacia un abismo, y verte a ti, en el otro borde - al otro lado. Y decirte -claro- mis anécdotas de odio y todo -sí- a veces de manera cronológica. Porque bueno, ya sabemos que te escribo por las noches cuando ya te has ido, y de sobra supongo tus piernas acercándose a mí, si me acerco demasiado a la cama, porque no hay otro roce más certero que frotarlas contra las mías. Pero hace calor, no quiero hablarte de eso. Entonces habría que enumerarte una serie de causas en cuanto al destierro de tus cosas -que tú llamas de otra forma que no voy a repetir- el destierro pues, de mi departamento o habitación y para que no te sintieras mal, al final de cada oración te diría: sí, si pero te amo. Igual ha llegado mi abuela y no sé porque todos en casa me miran con amor. Ese muy de olor a comida, y chocolate y paseos vespertinos. No sé tampoco porque aun no te he contado sobre eso, es decir la abuela. Ya sé que te gustan mis abuelos –digo, a quien no- y que te gustaría estar aquí por las tardes, para actividades varias:
Primero: tomarme de la mano y hacerme cariños. Segundo: es mi turno, tendría que leerte poesía, morderte cualquiera de los dos omoplatos, no sé demasiados métodos de seducción. Tercero: comer/beber junto a mi familia, por supuesto.
Y ya cuando todos se hayan ido a continuar su vida, y yo sin nada qué hacer –amor- me pongo muy sería a platicarte perdiciones, y la película que vi de último. Ya, acaricias mi cabeza. Me ayudas a escribir correo atrasado porque soy tan distraída o me hago distraída por no tener qué hacer. Después sí, me pongo formal, sí, sí, muy formal. Saco todos nuestros papeles y empiezo con la inutilidad de leer nuestros tratados viejos. Como justo ahora. No tengo orden ni disciplina al escribir, en cambio leo. Leo series de poemas del verbo gustar. O de mi éxodo al sur. O “lejos te amo”. Porque odiamos volver a este sitio lleno de tierra. Lleno de nosotros mismos con todos nuestros tropiezos, y muertes, y besos. Y todo lo demás. Pero ya sabemos que no es otra cosa que rutina o costumbre de sernos valientes a todas horas. De querer rompernos la boquita roja a mordiscones y de olvidar tu nombre, tu ciudad, tus manías que nunca me aprendí demasiado y tú, me reclames, hagas tu escándalo a solas para que después venga, te grite: sí, sí, pero te amo…Y ahora, tengo que irme de aquí.