miércoles, 12 de agosto de 2009

Agosto (2)

-notas rápidas de porque escribo acá de nuevo-
Voy a escribir aquí y así, más bien por la costumbre de –siempre- mirar hacia un abismo, y verte a ti, en el otro borde - al otro lado. Y decirte -claro- mis anécdotas de odio y todo -sí- a veces de manera cronológica. Porque bueno, ya sabemos que te escribo por las noches cuando ya te has ido, y de sobra supongo tus piernas acercándose a mí, si me acerco demasiado a la cama, porque no hay otro roce más certero que frotarlas contra las mías. Pero hace calor, no quiero hablarte de eso. Entonces habría que enumerarte una serie de causas en cuanto al destierro de tus cosas -que tú llamas de otra forma que no voy a repetir- el destierro pues, de mi departamento o habitación y para que no te sintieras mal, al final de cada oración te diría: sí, si pero te amo. Igual ha llegado mi abuela y no sé porque todos en casa me miran con amor. Ese muy de olor a comida, y chocolate y paseos vespertinos. No sé tampoco porque aun no te he contado sobre eso, es decir la abuela. Ya sé que te gustan mis abuelos –digo, a quien no- y que te gustaría estar aquí por las tardes, para actividades varias:
Primero: tomarme de la mano y hacerme cariños. Segundo: es mi turno, tendría que leerte poesía, morderte cualquiera de los dos omoplatos, no sé demasiados métodos de seducción. Tercero: comer/beber junto a mi familia, por supuesto.
Y ya cuando todos se hayan ido a continuar su vida, y yo sin nada qué hacer –amor- me pongo muy sería a platicarte perdiciones, y la película que vi de último. Ya, acaricias mi cabeza. Me ayudas a escribir correo atrasado porque soy tan distraída o me hago distraída por no tener qué hacer. Después sí, me pongo formal, sí, sí, muy formal. Saco todos nuestros papeles y empiezo con la inutilidad de leer nuestros tratados viejos. Como justo ahora. No tengo orden ni disciplina al escribir, en cambio leo. Leo series de poemas del verbo gustar. O de mi éxodo al sur. O “lejos te amo”. Porque odiamos volver a este sitio lleno de tierra. Lleno de nosotros mismos con todos nuestros tropiezos, y muertes, y besos. Y todo lo demás. Pero ya sabemos que no es otra cosa que rutina o costumbre de sernos valientes a todas horas. De querer rompernos la boquita roja a mordiscones y de olvidar tu nombre, tu ciudad, tus manías que nunca me aprendí demasiado y tú, me reclames, hagas tu escándalo a solas para que después venga, te grite: sí, sí, pero te amo…Y ahora, tengo que irme de aquí.

6 comentarios:

J. dijo...

Srta. Ofelia como es costumbre vuelve con sus gratas historias llenas de conmovedores "flashes" de su vida. Que llamarlos más que "flashes", son unos rayos que nos parten sin que podamos esquivarlos.

Un abrazo y salud.

DEARmente dijo...

Esperaba tanto esto.

Hola, nuevamente.

Stephen Gordon dijo...

No huyas, cobarde. Que no se porque putas me gusta tanto leerte aquí. Así que con mis dos dedos de frente tan mios estos días o ya casi un ciclo, te digo y casi grito: que pienso devorarme todas tus letras y sentirlas hasta volverme mas loca-

Korscha dijo...

Extrañaba sus letras coloridas y de sabores... Un beso grande señorita Waltz..:)

gaby saenz dijo...

que le puedo decir yo...

Kuhane dijo...

necesitaba tu musica y tus letras esta noche.