lunes, 29 de abril de 2013

"Aquél que salva una vida salva al mundo entero"




No soy más que una cobarde. Nuevamente me he aterrado del mundo. Recuerdas cuando te dije que el mundo es una porquería; y aunque te conozca y existas en él, y seas lo más perfecto que camina sus senderos, sigue siéndolo. Hoy, tuve el cine de la tarde, ese de cuando te vas y el día se termina justo a las cuatro. Y en mi terrible posición de clase media lo he observado desde el sofá, con mis perros, recién bañados con jabón “Consentidor” y con el estómago lleno y no pude más que sentir vergüenza. Ese tonto dolor indescriptible en mi humanidad. Cuando al menos debería hacer foto periodismo o haberme ido de voluntaria al Congo como tantas veces lo quise. Cuidar de los animales o hacer militancia porque todos somos tan infelices. ¿No te lo conté? Ella y yo queríamos irnos África, con los huérfanos. Pero prefirió irse a Israel, con los suyos. Luego se fue y eso también. Yo también lo hubiese hecho. Lo he recordado esta noche. A ella sin demasiada trascendencia. No entiendo mi estúpido llanto de sofá. Como si con eso se limpiara la suciedad de los sentimientos humanos. Y sus masacres. He pensado en qué raza soy yo. No soy lo suficientemente morena ni blanca. Mis antepasados son mitad mulatos, mestizos y españoles. Amo inexplicablemente a todas las culturas ancestrales que han habitado la tierra. Tengo apellido cubano. Mi bisabuela Carmen dejó que sus hijos murieran de hambre. Pero tampoco he luchado por nuestros indígenas, ni por la libertad. Ni por el amor. O la igualdad. Siempre me pensé tan individualista. ¿Qué estamos haciendo? Mamá pasa frente a mí y me observa llorar otra vez. Me dieron ganas de abofetearme. Como si llorar engendrara mas gente común haciendo cosas grandes, como el personaje de Don Cheadle en Hotel Rwanda. O si fuese tan glorioso como esa escena de Schindler’s List cuando se dice asimismo que pudo haber salvado a alguien más.  Si es que todavía valemos algo, cualquiera de nosotros. Pienso que esa gente existe pero rara vez se habla de ellas. Aunque tú y yo no hablemos sobre lo que han hecho. Pienso que a ellos les importa poco que tu y yo lo discutamos. La noche continúa. Como si mañana no tuviese que preocuparme por pruebas hidrostáticas o la presión que soporta el bronce a ciertas temperaturas. Cuando todos los días ya no sabemos por donde pasar para que no nos alcancen las balas. Amor, he llorado porque no me he muerto en la lucha. Porque no hago nada. Ni mi padre ni mi madre tampoco. Él se mudó de esa ciudad donde me dijo que habían empezado a asesinar chicos por cada rufián que muere. Y mi madre se lamenta porque no puede comprarse otro carro. ¿Por qué? No hay explicaciones para estas miserias absurdas. Sé que alguien puede leer esto creyendo que tiene cierta importancia. Yo sólo te las digo a ti porque tengo que decírtelas. Porque debes saberlas. Me sucede sentir que de a poco todos nos morimos y nosotras seguimos sin equilibrar el mundo. Pero ya es tarde. Ellos vienen por mí. Con sus ocupaciones y papeles donde debo poner mi firma. Y cuando ya sea casi inútil la cambiaran por otra. Pero tú, por favor, espérame. No te nubles con estos pensamientos. Yo sigo pretendiendo que la vida es eso que sucede hasta que llega el domingo.


J.

viernes, 26 de abril de 2013

Tracklist y asociados


-          Hola Licenciada ¿cómo está? Habla Marco Carranza de Industrial Omega
-          Hola Marco, estoy, y ¿usted?
-          ¿Cómo es eso Licenciada? ¿No se encuentra bien?
-          No, bueno, no es eso. Pero sí creo que la gente que dice “Estoy bien”, “el día es excelente”, frecuentemente miente
-          Mire usted ¿por qué cree eso?
-          Es muy simple, eso es así
-          Creo que la gente puede estar bien aunque usted no, o yo no, ¿no le parece?
-          Vamos, pueda que sí. Realmente me sucede esto, creo que los demás deberían ser sinceros; quiero decir que quizá estoy ansiosa, triste, aterrada, caliente, insoportable o sin expectativas…y debería decirlo; pero eso no queda entre gente como nosotros. Claro, eso en el supuesto que a usted de verdad le interesa saber cómo es que estoy
-          Licenciada, le gustaría que le preguntara mejor, ¿qué hace?
-          Sí, eso sirve más. He escuchado música desde que desperté
-          Ah bien…y sobre…
-          Ya, era temprano, primero hice escuchar algo que imitara mi felicidad de despertar, “Alright” de Supergrass, fue lento…despertar I mean., me desperté muy temprano pero el silencio. O será el eco de alguien… Luego intenté la idea del amor, para emocionarme ya ve, y puse algo como Paul Anka “Put yourhead on my shoulder”, como si en serio le cantase a alguien, junto al ropero. Cantarle a alguien como usted, por ejemplo
-          Y…
-          Y después eso me recordó a Corinne Bailey Rae, por aquella canción de “Put your records on”, que no me gusta tanto, pero escuché otras. "Like a star", "Trouble sleeping" y que esa me sale muy bien. Tengo la voz así de dulce, ese cover tambien de "Is this love", no sé, dulce ¿entiende?
-          Claro
-          Pero tuve que salir de casa, hay una espera extraña mientras llega el autobús  ¿sabe? Luego me gustó escuchar a Dido, algo como Hasta que descanses aquí conmigo... y es que perdí en las últimas vacaciones el aparato ese donde lo escuchaba; pero cuando mi padre vino me dejo un discman, y tiene cierto encanto eso de la retrospectiva y que me vean de re ojo como si no supiera que es 2013. Tengo pocos discos originales porque esa cosa no da para MP3
-          Ajá…
-          El otro día me hice de una ganga en un Waldo’s Mart, Primeras grabaciones de Jorge Drexler, y tiene como una luz de mañana en su voz, hay que escucharle. Disfruté mucho que traigo en la cabeza así “nos delata el equipaje, y la duda al caminar…” o “la niebla de Barcelona”…qué no sé, no sé cómo estoy Ing. Marco. No sé...
-          Qué interesante es usted Licenciada, y bueno, sobre esos precios que le di…

viernes, 5 de abril de 2013

I'm allright






Te complacería saber que estoy muy bien. Qué sé perfectamente como te sientes, porque me pasa lo mismo. Alargar este sentimiento amargo o insípido de duda. Mera existencia del recuerdo. Reminiscencias, como mis sueños diurnos, a veces. Aunque tengo muchos sueños por las noches también, así que no estoy durmiendo lo que debo. Hoy le dije discretamente a un hombre que soñé con Oscar Wilde el día que volví a casa. No se lo había dicho a nadie. Solamente a él. Después me platicó que amaba la trova. Se rió muy tímidamente, fascinado. Es que Wilde es su favorito. Y yo me reía de la ironía. Es que han pasado muchas cosas que ya no me conoces. Ignoro si me lo dijo porque sí, lo de Wilde, como se hacen estos asuntos de adultos. O si es verdad y tenía que decírselo a él, lo del sueño. Pero estoy bien. No me sucede el mal humor, ni la desesperación o desesperanza. No puedo sostener esto. Los días se diluyen como el agua tibia que no resulta mucho al final. Insatisfacciones. Se lo digo a todos, por teléfono o en persona, pero no comprenden demasiado. 

Todo es continuo, como sobre rieles, y al menos, hoy me regalaron un poema, un almuerzo y también me han invitado a la feria. Pienso en decir que sí. Podré quedarme en casa de ella, como alguna vez lo pensé. Su novio la ha abandonado, y probablemente, se rinda ante la idea de que la hago reír mucho, cuento historias geniales de mi infancia, y son todas verdaderas. Aunque de eso no estoy muy segura. De ella, es decir. Tiene la tesitura de la niñez de la cual tengo en mí suficiente. Yo, a media tarde escucho trompetas y respiro profundo. Doy gracias porque a mi alrededor hay gente que me quiere un poco. Por mi madre que vive y no podría estar completamente sola mientras ella exista. Luego me pongo triste por mi padre. Aunque seguro él está más que bien. Pienso que la vida es así. Que uno de estos días vamos a sonreír mucho, estilo Charles Chaplin. O viene el amor que lo hace todo nuevo cada vez. Estoy bien, de veras, pero me gustaría una mano en la oscuridad. Una que acaricia con la lentitud del jazz de este tema que escuchamos. Con el escalofrío temprano cuando no sabes el final de la historia. Me sirve sólo alguien que sonría con la mirada mientras escucha. Me preocupa la soledad. O pintar la habitación. Un nuevo librero que ya no sé dónde extenderme entre todo el cachivache. Sigo observando a mi tortuga nadar durante horas como un acto verdugo. Pero qué puedo hacer si ya está conmigo. Me voy a obsesionar con los  acuarios como en Rumble Fish, y que yo también terminaré muriéndome. 

Te alegra saber que estoy muy bien, ¿cierto? Yo sé que tú lo estás. A lo mejor me piensas en un acto repetido o porque no has olvidado como hacerlo aun. Todo va bien. Sólo que a veces me quedo pensando antes de dormir, si alguien estará soñando conmigo aunque me muera. Me imagino que existen como tú hiciste alguna vez. Y quieren llegar temprano a besar mis pestañas. Cuidarme en los destierros. Tocarme en mi penumbra. Pero nadie llega ni por casualidad. Estoy aquí y allá. Aunque lloro de emoción cuando escucho a Madeleine Peryroux todo el día. Y me llena de una diminuta y extrañísima ilusión. He venido a decirte “I’m allright. I’ve been lonely before”. 

miércoles, 3 de abril de 2013

Vacaciones



He de volver en mayo. Cuando las ciruelas sean de un tono rojizo o amarillo. Cuando el árbol rebosante de la primavera este lleno. Esperándome. A esta hora ya sólo quedan los niños en el jardín, jugando a no aburrirse, y los adultos en su cansancio buscan las siestas después de pescar hasta medio día. O él frente a mí. Imitando mi indiferencia. O el sol o el aire y todo lo que no se dice mientras ella duerme. Ayer veía un atardecer perfecto en lugares que nunca conocí. Toscana o un rincón apartado de todos, en la costa, a kilómetros. Nada deben envidiarle al mediterráneo. Un sitio, el sitio, donde te ofrecen la vida en copas; ese subsistir ebrio. Como si no faltase nada más que hacer ridículos o dejar ir el cuerpo. Aquí las cortinas se inflan una y otra vez para anunciar perfecciones. O es que han dejado las ventanas desnudas para que las miren en un acto salvaje y exhibicionista. Afuera cae la tarde. He perdido las fotografías de una vez. Quisiera decir algo tan simple como que el día no terminara; como si observar todo lo que no existe o existe tanto, pero no lo crees tan real. Y casi, casi no lo es. Por eso te mantienes de este lado de la ventana. Viéndoles. Pretendiendo que ya no recuerdas nada.  A salvo de la tristeza de marcharte. De no pensar en nadie. De no extrañar a nadie. Si acaso, precisar una boca dulce antes de marcharte a la cama. Quizá la de Mikél, a quien no conocemos. Pero lo soñamos la primera noche. Hacer eso de abrirle los ojos más con la boca, menos con la luz en la voz. Eso muy temprano en la mañana. Porque no puedes dormir más, es casi un dolor de espalda o el ansia de ver al día amanecer. Amanecerle. Una taza de café y luego el sol hasta las rodillas, ahogándote, con la misma permanencia del agua. Con la misma muerte o el absolutismo de un amor corrosivo. Con la embriaguez similar a abrazarle con las piernas mientras flotas. Lo recuerdas. Es un sabor salado emanando desde la piel, para no olvidarlo. Que no puede resistirse. He de volver en mayo y serán más días. Contaremos las piedras sobre la espalda o las veces que saltamos para liberarnos al aire. También para sentir menos, y no llorar. Nunca es suficiente. Es que cuando menos lo crees ya ha oscurecido. Todo vuelve a comenzar de una forma distinta. La luz es diferente cada vez. Como si unas horas fuesen las exactas y has trabajado, vivido, soñado, comido, dormido simplemente para sentir estas horas y no más. Y hemos caminado tanto y abierto de tal manera los ojos para dejar pasar la belleza a través. Quisiéramos hacer música o llanto. Pero ya nada, nada nos alcanza.


[Creo que alguien me llevó un vaso de cerveza o era la merienda, no sé, que no lo he terminado. ]