Se que vienes aquí con la idea de que encontrarás a alguien con quien pasarte el próximo otoño. Alguien con quien ver la colección Ingmar Bergman o que diga incoherencias a la hora del té. Alguien quien sin duda te hable de cosas frescas, impresiones, soledades, inocencias. O que te cuente del tipo que quiere tirarse ahora. Un nuevo amante, o como le decíamos el martes, "un nuevo esclavo". Y que luego diga que es todo mentira como si lo escupiera. Sé que te hace feliz su tristeza. Es porque estás igual o más jodido (jodida, según sea el caso). Supongo que aquí, a veces sólo me apetece hablar de las películas que veo, "Saraband", por ejemplo. Intermedio, como ya no puedo concentrarme del todo, pienso en él. Pienso en su edad, inherente a sus canas, en su cuerpo y en su manera de hablarme; es tan despiadado. Pienso en lo mucho que me gusta y como logré tenerlo a mis píes dos minutos. Luego nos rompimos el corazón mutuamente, y que ya me odia mucho mientras me quiere. Quiero decirlo, quiero decirle de verdad que lo quiero. Pero esas cosas ya no las puedo hacer. Quiero bajar de peso también. Fin de semana y me pondré una blusa de un azul marino precioso. Se que te mataría si lo vieras. Una manera letal y acuática de morir. Estoy planeando dejarlo todo. Saraband es dulce todavía. Pienso en él, en su edad, inherente a sus canas, en su cuerpo y en su manera cruel de quererme. Creo que es solamente su deseo que me turba. No importa mucho porque ama a todas las niñas que lo mandan al carajo. No sé lo que tu buscas. Al menos no de cierto. No completamente. Sé que vienes como él, como otros han venido para marcharse después. Te gustaría saber que hay viento afuera. Esa densa oscuridad del verano ido. Y creo que todos ustedes que me buscan están mojándose afuera, y me alegro tanto por ello.
2 comentarios:
Aquí hace calor; "el calor es el incendio del tiempo", ahora sé que te gustó, y no hay mejor lugar que este para guardar las palabras, es como una caja de zapatos inmensa donde se guardan las frases que luego generan recuerdos; abres la caja, sacas las palabras, las tomas con la mano, las miras, piensas en como cuando donde y por qué, luego vuelves a meterlas y cierras la caja. No hay viento dentro de una caja de zapatos, ni llueve, ni nadie necesita de paraguas ni artefactos contra la meteorología, sólo hay una voz inmensa como la oscuridad de los zapatos que quieren ir dentro de una caja que cuando se abre, se oye un grito.
Veo que tus lectores siguen siendo unos cobardes y no escriben.
Saludos de domingo
Me gusta que vengas. Me gusta que hables. Una vez rompiste el silencio por este lugar, desde este lugar.
Y sí, si.
Beso.
Publicar un comentario