lunes, 30 de septiembre de 2013

Correspondencia

[Sólo hay correspondencia, lo demás no va, pero da lo mismo.
Alguien me lee y yo le escribo]



Quizá pase un tiempo sin hacer mucho, pero en este punto todo me da alegría. Es curioso que al tomar una decisión por uno mismo te cambie toda la perspectiva. Tal vez me ponga en mejor forma y salga a tomar fotografías, eso sería hermoso ¿no? Tal vez haga eso y espere tus cartas diariamente. Caminar a solas por una ciudad que quiero abandonar tan pronto. Quisiera escuchar música todo el día, mañana, pero en ese burdel no me dejan (gusto de llamarle burdel a la oficina). Es ese aire de octubre que te trae cositas ruidosas. Como vos, por ejemplo. Ah, me viene tu voz de golpe y tu acento porteño, ¿recuerdas mi acento mexicano, querido? Yo creo que cada año que pasa me convierto en una mujer más deliciosa. Por si nadie más lo piensa a mi me gusta pensarlo. A mis 25 seré tan diferente Daniel, ¿lo seremos? Estoy tan feliz de encontrarte. Pero tanto. Ojala un día nos topemos, y sea como ese día donde nos vimos. Donde dijiste “es una asesina”. O cuando te canté Fade into you de Mazzy star. A qué no se te olvida. Ahora estoy leyendo otra vez “Un placer fugaz”, correspondencia de Truman Capote, e imagino que algún día nos robaran nuestras cartas porque soy tan famosa, que buscan en los basureros mis dibujos del kinder.

Waltz. 


lunes, 23 de septiembre de 2013

roger


[No sé qué suceda. A veces asumo que éxito, a veces no. A veces supongo que estoy viviendo pero no. Echo de menos que alguien se pregunte siempre por mi, a las diez menos cuarto. O cualquier hora, da igual]

Él navegaba por tu pecho a dos manos y tú me decías: mírame, mírame, estoy teniendo un terrible orgasmo, y su nombre era Roger. Sólo podía ver tu cara descomponerse al tiempo de los movimientos acelerados que hacías, todavía los recuerdo, como si fuese hoy por la mañana. Al principio no lo adivinaba, eras tú haciendo memoria seguramente, sólo yo te he hecho cerrar así los ojos. Había sabanas blancas o grises; y una blusa a tirantes azul. Nunca te la vi puesta, pero me imagino que la tienes; eres tan de esa austeridad. Yo te veía como antes; sentí por un momento que todavía te quería, que me dolía el hecho de darme cuenta que había dos manos jugando con tus pechos que no eran las tuyas, ni las mías, sino las de Roger. No sé pronunciar ese diminuto dolor. Es más grande si lo comparo cuando es domingo, y él no me ha llamado. Cuando probablemente pasea con sus hijos o sus nietos o su esposa u otra amante. Es tan hijo de puta. Ya siento que lo amo. Aunque sólo sea nuestro juego para no aburrirnos todos los días. Pero no sucede algo trascendente en absoluto, no es como Roger, que probablemente sea un alemán o un inglés cualquiera con su pelito rubio. Te habla de Michelet o Foucault para demostrar que ha ido a escuela extranjera, que se graduó con honores, que sabe los tiempos exactos para conjugar los verbos y no le falla nada, ni la gramática francesa que yo tengo que estudiar. La verdad es que no importa. Pero no sé porque era tan nítido Roger, así, su nombre R-O-G-E-R y tus muslos abiertos como una mariposa. Yo por mi parte hago romance con mi Tom Waits, le digo buenas noches, le envío besos. Me dice que me quiere aunque sea mentira. Nadie lo hace. Supongo que tú, cómo todos, te haces feliz con el hecho de saber que existo. Algún día el amor y la vida se pintó de matices diferentes porque estaba yo allí. Quizá como Roger, en medio de ti, demostrando al mundo lo felices que podemos ser si nos queremos o si lo hacemos con alguien, y se lo restregamos en la cara al otro. Algo así como esto. Años escribiendo en el mismo lugar. Sigo esperando ese momento de la música que es también como los sueños. Así, suspendida sin saberlo del todo, estabas allí como despidiéndote de mí junto a Roger. No dejas mucho; soy la misma de cuando me encontraste. Estoy sin hacer nada. Sólo quiero que alguien me tome la mano cuando escuche la sinfonía No. 3 de Mahler.   

domingo, 8 de septiembre de 2013

Descafeinado, mi amor.







Dejaste de gustarme en un segundo. Es tan fugaz y quemante tal como todo comienza. A veces me pregunto si debería considerar reales esos sentimientos. Son muy de la bohemia y sus alcances ilimitados. Sentir que te quiero al escucharte, sentir que no puedo decirte no, a nada. Todo eso ocurre mientras se evapora mi cuerpo. Te digo que vengas, ven, ven, soy un desastre. Nunca lo había sido de tal forma. Je suis ton cour. Pero tú no lo sabes. Es como esa mirada que nos damos con la boca. Se mantiene en ti cinco segundos, quién diría que dura más que el olvido. Luego es sonrojo y pudor en revuelta. También es mi juventud. Ignoro si exista en mí alguna clase de retroceso. Voy quedándome pequeña, y grande, dentro de ti. Pero tú no lo sabes. No sé que obtienes de nosotros así. Principalmente de mi cuerpo moviéndose a grandes oleajes sobre ti. O de mi flagelando diariamente tus maneras. A medias, debajo de las cosas. No debes preocuparte, todo se irá así, en un segundo. Sólo lo absoluto prevalece. Lamento que a ti te encante mi soberbia, a todas horas; es un filoso cuchillo partiéndote en dos. Es siempre un juego despiadado donde terminas perdiendo. También vas a ganar cuando me beses. Creo que es bastante justo. Si lo piensas es perfecto para nuestro futuro. Inexistente. Sin embargo tienes estos momentos donde llegas, y todo vuelve al principio. Es tan intenso y desconocido que tiemblo. Y me acuesto con la idea de que el descafeinado no nos ayuda un carajo.   

lunes, 2 de septiembre de 2013

Summer old lovers



Tienes como 63 y no sé bien porque dijiste que me quieres (y mucho). No sé tampoco porque te lo dije. Se supone que eres una persona entrañable. Se supone que yo soy adorable o una mierda así. Tenemos la voz, y la incandescente manera de manejar el mundo. Estos son negocios sucios y simples. Solamente transacciones. Sucede un día descubrirlo. A los hombres como tú los debilita la soberbia, y es por eso que sientes un vacío (en el estómago) cuando te hablo. Yo en cambio te siento como Tom Waits cuando pronuncia "Watch her disappear". Es humedecer los labios, los ojos y aglutinar la sangre en cada impulso vocal.  Imagino que has vivido todas las vidas mías mucho antes que yo. Imagino que todo pasará como siempre, y nadie hablará de nosotros, ni Dio´s cuando te pregunte si cometiste errores, y no tengas que pronunciarme a mí todas las veces. Porque no he estado tanto en la vida ni estaré; ya sabes, decirte "estoy afuera, sal, te estoy esperando", "el vuelo sale a las cinco", "llámame a las 21:30". Y tú "no has llegado a casa todavía, puta madre Jazmín", "estoy con unos amigos, sólo un rato, te lo juro". Solamente es eso, y es tan gracioso que me lo digas. No sé como haces para perder mi teléfono todas horas. O es que quizá lo borres, y así te evitas todas las penas que ya voy a causarte. Probablemente me equivoque. Hay maneras de llevar estas situaciones sintiendo absolutamente nada. Solamente hay noches donde ya sea el alcohol o la sangre, llaman a una puerta de la vida inhabitable. No sabes qué insufribles mareas nos vienen. A lo mejor nada sucede. Seguiremos solos y en extremos. Alguien llegará para hacernos la guerra o el amor. Supongo que necesitas a una mujer que vuelva a enseñarte eso. Y yo no sé si un día te hablo o te leo esto, que seas realmente tú cuando me hables, que me ames en serio por todas mis dudas y espacios vacíos que nada puede llenar, ni tu arrogancia. Y yo no sé otra vez. No sé si para salir de esta depresión me corto el cabello y ya