domingo, 12 de octubre de 2014

Texto segundo


Pretendo en somnolencia, silenciosamente, diagramas del ruido. Practico tu regreso con una técnica limpia que nadie me conoce. Hago memorias inocuas de otras épocas. Días purpuras o amarillos. Vaivén de canciones encerradas en elevadores con el estupor exacto que daba un brillo a las heridas, brindándoles un carácter límpido, impoluto y animal. Recuerdo tus ojos así, cerrados, los párpados oprimidos mientras la sonrisa roja delatora de tu alma, viajera del centro de la tierra. Palpitaciones saltarinas, llevándolas a cuestas. Sellos sobre la piel como culpas dermatológicas, si estas quedaran posibles. Primigenia de lunares clavados como abismos dulces; epicentro de tu espalda. Siento aquí tu presencia hiriente en sus caprichos. Te recuerdo, Antonio, quedándote dentro, suponiendo vestigios tempranos. Y desgrano tu voz como si fuese una certeza de semilla germinando en mi conciencia.  No hay mucho de cierto donde no te encuentro. Y si te buscara. Y si llegaras otra vez, emergiendo cíclico desde la espesa neblina nocturna, nuestros vicios a distancias exactas para no morirnos de una vez. Debes tener imágenes recurrentes; por ejemplo, mi cuerpo convulsionado cuando concibe madrugadas acuáticas desbordantes a, por y para las manos tuyas. Esas que desdibujaron curvilíneas, midieron modulaciones a través del tacto, y firmaron la textura de lo blanco cuando respirabas como un caracol fluyendo en mis oídos.  

A veces te extraño y, las piernas que amaste cuando decías “Oh, por Dio-s”, y yo; hacemos de cuenta a que estás, hacemos de cuenta a que sigues en el sitio acostumbrado y repites mucho el nombre elegido para que me evocaras. Pretendo tu inteligencia. Ni la necesitabas. Antonio, cuando vuelvas voy a dejarte  morderme lo que quieras. Añoro las cicatrices que no hiciste, tu ternura cuando te hablé de la cirugía, mi larga cicatriz, y tus dedos sobre ella. Querido, mi vida fluye inevitablemente hacia delante. Y no vuelves. No lo harás nunca. 

1 comentario:

Dylan Forrester dijo...

Certera y degustable prosa,
nos leemos.

Saludos.