domingo, 5 de abril de 2015

No va a funcionar.

No va a funcionar. 

Pienso en tu rostro, en mis manos que yacían sobre el moldeando razones, y pienso en tu boca y en el sabor que aborrezco. Detesto tu boca sobre la mía. 

No va a funcionar. 

Afuera llueve, parece inconcluso marzo con esta estela gris sobre los edificios,  las luces rojas parpadeando parecieran un rocío de sangre esfumándose en el aire. Anuncian un verano en carrera, ¿ya casi es verano? No. La primavera llega en forma de amapolas armadas de un filo febril.  Mira cariño, todo te lo dije a medias. Sé fingir el amor como los orgasmos en mis gritos donde no te pienso. Tenías razón. Toda la razón, no estoy. No estaba entonces ni lo estoy ahora. Te pertenezco ajena*. Sé hablarte de la pasión de los pueblos, tú sabes hacer como que escuchas, como que prácticas, como que lo sabes todo. Me pareciste adorable. Lo eres. Me pareciste ingenioso. Me pareciste inmenso, pero lejos. Estaba tan lejos. Tenías razón. Nunca he disfrutado más una noche como cuando no tuve que repetirte que te quedaras. Estoy más cerca de mí cuando te marchas. Imagino me pasa con todos porque es cuestión de ego. Sabía reconocerlo sin tener que equivocarme repetidas veces. Sin embargo me gusta, eso, errar; es siempre necesario para colocar una línea donde nadie te espera. 

El camino que habremos de seguir es oculto desde el presente. 

Me da una pena diminuta saber cómo no va funcionar. Tengo la intención de decirlo como si fuese cierto, lo suficiente, para importarte. Entonces llegar un día o que tú llegues. Observar esa ternura tuya de quitarme las gafas, limpiarlas, luego ponérmelas otra vez, así, frente a la gente. Ojalá pueda llevarme eso conmigo. Hará falta por las noches, en el edificio. Ver nítidamente tres calcetines colgando del tendedero mientras llueve, aunque sea marzo. Ya decían sobre esas aguas, y no lo creíamos, ni lo cantamos a oscuras. 

Cierto, te gusta que encienda la luz. Yo prefiero no verte. Recuerda la despedida donde me volteo antes de decirte adiós. 

Así, frente a la gente.

Que no me ruegues ni una milésima de segundo, comprueba lo que te dije al principio.


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