sábado, 31 de enero de 2009

Fightless




Capitulo tres. Ocho. Son las ocho.
Necesito decirte dos palabras: Para siempre.
Y para siempre, es mucho tiempo.
Demasiados días multiplicados por siglos infinitos.
Y tu cabello no será eternamente del mismo color.
Tendríamos que pintarlo un día.
No necesito tener veintiocho ni treinta
y cinco para estar segura.
Now: Para siempre.
Love. Now.
Me duele un poco el estómago.
¿Dejaste ir la bala?
  ……………¿Jalaste el gatillo?
 Tenemos ahora un hermoso lecho.
Carmín. Te gusta el carmín.
Sobre todo en mi cuerpo.
 Now, listen.
Este es el plan: Tú vas a dejarme morir.
Yo lo quiero. Yo así lo quiero.
Quiero esta herida demente a las ocho con quince,
quiero decirte para siempre
y con los dientes rojos.
Vas a dejarme de mentir, al menos
de aquí hasta mi muerte...
Lo único que importa
te lo he dicho después
de diez palabras al empezar este texto.

Déjame tragar saliva.
Permíteme que te diga: Para siempre.
Como si ya me estuviese muriendo…
Y no olvides… …………..
(siempre supiste,
  ………………..yo he visto demasiadas películas).

miércoles, 28 de enero de 2009

Capitulo dos. 
Todo se trata de las veinticuatro imágenes por segundo.
Es acerca de pedalear tu vida con un beat parecido
a las sonrisas después de los abrazos.
Los rayos de sol. Las manos casi alcanzándose. Solo dedos.
“Un poco más”. “No me dejes”. “No te mueras, no aun".
“Para siempre contigo”.
Todo lo demás es de cartón.
Incluso, a veces tu silueta saliendo de la cantina
parafraseando calladamente a poetas
con el suficiente valor de decir: me rindo.
Es acerca de extrañar tu triciclo “Apache”.
Rojo, por supuesto.
Se trata de desear a cada segundo un beso de labios fríos,
de alguien con nombre raro, o que se le considere “raro”.
Llámese igual.
Queremos poetizar la vida.
Si de esa forma tenemos mas café a las once de la mañana
mientras alguien desnudo se pasea por el pasillo hasta la habitación.
Y qué alguien, del otro lado del mar te crea asombroso,
genial, estupendo, acojonante, que te diga:
Bravo. Permíteme aplaudir.
Y qué vacío se vuelve eso al cerrar la puerta.
Al voltear la cara. Seguir los pasos.
Ver tu casa sola, sola. Y tú, sola, sola, sola.
A todo minuto.

Todo se trata de esos fragmentos tuyos
que vas dejando en cada país.

De esas cartas, del deseo que te hace temblar y respirar profundo.
Del juguete nuevo, como dice ese chico coreano, quizá…
Vamos, compréndeme.
Tengo hambre ahora…sueño, sed.
Me estás partiendo la humanidad
con tu sigilo de sierra en dos, en tres…
  …………………………………………(lo que sea necesario).

"No sabes cuanto te he esperado". Ed.

Capítulo uno. Ella no tiene nada en especial.
Me lo digo una, dos, tres veces si es necesario.
  ………… ...................... (ella, no tiene).
Pero luego, tarde, de noche,
y después de ver ese film tan de adolescentes te dejas vencer.
Me dejo vencer. Es narcotizante.
Como una inyección de treinta centímetros
y todo el cuerpo se vuelca en un océano
gélido and endless. Y debes abrir la puerta.
Subir, bajar escalones. No importa.
Esto es un edificio. Es una enorme ciudad.
Tan grande que aquí puedes ser común.
Perderte. Y no puedo. No puedes.
Su mirada es invisible a esta hora,
y a todas las horas. Es adictiva.
Tal como la primera perforación sobre el rostro,
o el primer tatuaje -menos en la cadera
- Y esa película la quiero ver otra vez.
 Es un eterno cuento, tú sabes, el narcisismo de todo espectador.
paréntesis, un pañuelo con sangre de fosa nasal, no lo sé.
Es un fármaco capaz de entibiarte el torrente sanguíneo.
Y él no. No tiene idea.
  …………………………………Ella no tiene.
Y qué hago aquí, en el tercer escalón, a solas,
con cáncer de ausencia, descansando la cabeza sobre la cama,
pared, suelo, escalera, mesa… agotada de ti
  ……….desvalida de ella en coma, en fase terminal y empezando.
  ………………No. No. ……….
Qué haría yo aquí, en un simulacro volviendo a enamorarme de ella…

lunes, 26 de enero de 2009

Debilidad

Hablarte de la debilidad que representa dejarse caer, sobre esas sillas, del precipicio, desde la terraza con globos rojos…o desde el cielo y hasta el fondo, o si me quedo prendida y bastante lejos sosteniéndome en el mismo lugar...y que tú no me digas mucho, y que aprenda que no te gusta verme a otro lugar mas que a los ojos mientras sonríes porque estarás pensando: ¿eres tú? ¿De verdad que eres tú? Verdad que este es el color de tu piel, y que de este tamaño son tus manos, y que no hueles a otra cosa que no seas tú. Que caminas de la forma en que pensaba, y que de hecho, me guste el acento de tu voz. O las marañas del cabello. Ahora has visto que combina con mis zapatos. Y por supuesto, era eso necesario hasta el punto del quiebre. La taquicardia del abrazo. Ya sabes, que ya te he dicho en tu cara que hay días donde no puedo despertar, has visto como muevo la boca, y cómo simplemente dejo resbalar los ojos si te digo: querida, eso te destruye. Es normal, todo escrito a esta hora, mi hora…la hora que tenemos a las once, a las cinco y treinta cuando nos esperan en cualquier andén de ciudad no tan sucia, todo escrito es una verdad interminable. Lo real es el momento parecido al intercambiar bisutería o pequeños lapiceros rosas…muy pequeños. Como yo hasta tu hombro. Como yo hasta cualquier altura…y a esta hora, presientes…tengo tanta debilidad en estas manos…
Tendrías que volver frente a mis pasos. Explicarme...nada mas verme. Y de verdad que esa era yo...Soy yo.

sábado, 17 de enero de 2009

Esto nunca nos sucedió




Love.

Antes, cuando la tierra
era muy joven
y tu cara a mis
ojos, y tus dientes,

nos pasamos de largo.

Me miraste como se torna la vista
a lo absurdo y tendrías que decir:
no, no me acuerdo de ti. Lo siento.
Y corrías, desvanecida, con tu mochila
café, y entre las gentes.

Pero,
algo me dice que seguro
recuerdas esa canción.
Teníamos la vibración dentro, y el hola
o los “holas” y entonces éramos dos
arrumacos bien vestidos, y las risas
y otras cosas supongo, también.
Decíamos: un minuto. Un minuto por favor.
Entonces podíamos guardarnos la
conciencia en una caja,
y yo podría simplemente tomar
mi cuerpo cuesta arriba, y costurar
las horas con alambre,
y hurgar mis bolsas de aire para
poder existir. Un minuto.
Quién nos decía luego,
que el asfalto estaba cerca, y que quizá
solo quizá, ocurría en el remate ese final,
tan extraviado, donde tú, como yo
nos rendíamos y alargamos las bocas
para después nada más, asentir que
esto nunca nos sucedió.




Love.

Antes, y ahora. Entonces ahora,
podía escuchar Sparks,
y ver una película
con el muerto Heath Ledger
y pensar, que también te cantaba
You're just too good to be truth,
And I saw sparks
, y llorar a lo lejos
porque ya no te canto, jamás.
Antes, love, te esperaba en una
noche como esta, cuando éramos
todavía mas jóvenes, cuando todo
lo que somos no veía aún,
este mundo nuestro
siempre,
tan lleno de imposibilidades…

miércoles, 14 de enero de 2009

Obligaciones sensatas

Cuando estás en la noche común, recostada sobre una cama cubierta de sabanas blancas, esas embriagantes con un olor muy intenso a mujer de menos de veinte…bueno, es necesario obligarse a ciertas cosas. Es necesario, por ejemplo, forzarse a despertar. Tomar tus dedos, llevarlos hacia tus ojos y abrirlos, dices: puta madre, ábranse. O algo parecido a “no seas ilusa, no te vayas a dormir”. Es intensamente puntual que te hagas fuerte para volverte a sedar las venas, bueno, todo el cuerpo. En realidad todo, como siempre. Es bastante pertinente que convenzas a tu frágil humanidad a tomar esa botella de tequila nuevamente y sonreírles a ellos dos. Olvidar esta fiebre intensa seguida de las conversaciones inhumanas contigo. Y con ella. Entonces algunos vasos llenos después, tienes que obligarte a leer una antología de poesía latinoamericana, le sostienes con manos pequeñas y trémulas. Mientras finges ser bastante sensata, ya sabes, quieres decir que esta no eres tú. Esa mujer con cuadros depresivos severos no eras tú. Que si preguntas muy filosóficamente qué hay con la tristeza profunda, ellos dicen: no, la verdad que no. Porque tú sí. Vuelves a llenar el vaso. Vuelves, siempre vuelves. Porque cuando le preguntas a su cuello: ¿puedo leerte? Ella dirá: sí, si tú quieres…Luego entonces todo sería mutismo. No hay amor que sobreviva al mutismo. Y ella te diría algo como: Sí. Si después de tu voz viene la calma del quiebre. Pero ella no está. Puedes por consiguiente, obligarte por la mañana a despertar, repitiendo el ejercicio de dedos-ojos y las maldiciones. Convencerte, y sentarte con cara de miedo en la orilla de la cama, terminar otro libro de Milan Kundera. Empezar con Saramago. Planear ir a visitar a Isabel y acampar en su patio trasero. Esperar la mañana para salir con ese gesto anémico, comer, estar bajo los arboles, esperar…Y bueno, obvio, obligarte a ser paciente...

lunes, 12 de enero de 2009

Paralelismo º1


E)
No nos queda mucho por hacer,
sobra dejarse caer al piso verde
lleno de hierba/
queda esperar/
callarse las cosquillas de los
………………………………bichos
……………………………………que
………………………………………….suben
……………………………te hunden,
………………..te tapan,
te arrastran
adentro la selva tropical,

resta abrir los brazos y
esperar una bala de cañón
que te destripe,
observar a las cuatro de la tarde
las cenizas volar junto a las hojas
y el abuelo te mira con desgana
al notar qué tan hedonista eres.
Luego, llega su adorable esposa
a espantarte el orgasmo:
¡puta madre, estás tirada donde
se caga el perro!

Pero entra a la cocinilla
para prepararte coctel de frutas silvestres,
y escucharla maldecir es tan familiar…
entonces queda halar las mecedoras
hasta el mango, estar ahí, juntos los tres
devorar…
…………………….y
………………darle una bofetada a la muerte
___
_______________
_____________
______________________
(Hache)
Hoy vi tu nombre en el encabezado de un periódico local. Era una cosa de deportes, me parece. Era temprano, aun no me bañaba, o si me bañé no lo recuerdo. Estuve vestida todo el día de la misma manera. Tú no vas a saberlo, o como que no voy a escribírtelo o como que no vas a leerlo. Ya no me sabes. Lo mejor es que yo sé hasta tus dos apellidos. Tú solamente podrías tener la jota y las vocales, a lo mejor mi edad, y las fechas. Verdad, qué ya no importa. Hoy en día parece que no le intereso a nadie. Pero viene el deseo carnal, y los ojos no se ajustan. Viene el calor mexicano y los baños fríos, y calientes, según la televisión. Ah…tú no sabes lo que vivo ahora. Tú no sabes que pude y quise. Sabes abandonarte. No podrías saber que ahora estaría mas al centro del país, tirada en una calle, inyectándome melodías en algún bar. Fallándome el corazón. Enterrándome hombres, mujeres, y homosexuales. Cuánto pudimos perdernos en las hierbas. Cuanto pude evitarme y, aprender a escribir. Pero tú dices que publique ya, así, de joven. Ahora no hay demasiado que contarte, a lo sumo…existe el día de hoy, y tus preguntas, y tu pieza a lo lejos a kilómetros, no sé cuantos….no sé donde, nunca lo quise contar.

martes, 6 de enero de 2009

¿Por qué olvidé la cámara sobre el librero?

C) Las condiciones de luz no serán jamás las mismas.
Y esta casa antigua muy de pueblo.
Aunque viviésemos de nuevo bajo el jade,
no, nada sería igual..
Es necesario tatuarse la cámara sobre el pecho,
traer el nombre del lugar inocuo que te habita.
Arrastrar las sillas,
escribir un nuevo libro de imágenes.
Pero no tengo nada más que mi cuerpo,
y esta ropa. Estas piedras, y el alambre oxidado.
Esta tela, los pigmentos naturales, mi desnudez de ídolos.
No tengo nada.
Sigue el vagón esperando y la suerte hambrienta.
No hay ningún sitio seguro donde masturbarse
  ……….((siempre, con la mano izquierda)
Y guardar,
  …………..guardar la carne en una caja
  ……………………..eternamente abierta.
¿qué se hace en este montículo de vida?
muy abajo, en el olor de la madera vieja.
Querer llorar. Desatinarse.
Prefiriendo siempre ser más mujer que un hombre ciego,
cómo forjar esta existencia de escritor mediocre
o fotógrafo sin empleo, o hippie sofisticado…
como retratar un lugar, donde el invierno no alcanza…
  ………………………………siempre es otoño…

 D) qué afortunado este momento mío,
afortunada vida mía, en desventura
ah sí…”no basta con volver”,
en un segundo planeo invitarle un cigarrillo al abuelo,
pero no… sólo me quedan cinco y poco dinero en el morral,
ya no cine, aretes, hojas, libros, pulseras, sólo la tierra…
en una hora la abuela va a despertarse a reclamarme
el olor a tabaco que ha quedado impregnado en la ropa sobre el tendedero
-no importa, no es mas que su vestido rosa mexicano-
no quiero bañarme en días, no quiero levantarme de esta silla
que se mece a si misma si la dejo al viento,
no quiero dejar estas sombras ni este sol,
o la vista verde mas al norte.
Llévame céfiro, hiéreme quiero estallar mi cuerpo,
ser gotas sangre, ámbar sobre hojas
quiero, quiero, quiero
qué vida cinematográfica la mía
necesito volver a emborracharme,
detesto comer las sobras del día
me odio en todo lamento
 pero que triste que soy,
y qué feliz,
qué feliz me siento