domingo, 9 de octubre de 2011

De medias azules y canciones dulces




Quiero comenzar a escribirte como si al final pusiera “tuya, fulana”, que todo lo sintieras menos, y más, cada vez; que las palabras se forjen de tal manera para que las repitas como nueces crujiendo en tu boca durante todo el día. Quiero mística, enredos, lo quiero todo. Pero sólo tengo la habitación, mi aburrimiento de las seis de la tarde, el dolor debajo del seno derecho. Uno pequeño, que tú disminuyes, tampoco te lo he dicho. Es que creo que al final lo notas porque el día resplandece así, que nadie me vio jamás reír tanto. Pero luego te vas y los pequeños, nosotros, quedamos como sueltos de no sé dónde. Es Indie, películas suecas, mi fragilidad y pesimismo, que no sabes. Mi aburrimiento ocupándose en comer ansias y acelerando imágenes burdas, yo diciendo a alguien “ella es mi gusto más decente” o algo así. No tengo mucha fuerza a esta hora de la noche donde llegar a ti. Decir que ya vivo en el pasado, que estás en el futuro, que ahora duermes y vas a levantarte en tres horas. Tomarás el auto, vas a pensar en mí. Acá el día lo vislumbro casi jodido, quiero llamarle de nuevo a Isabel. Sigo emocionada con diciembre. Diciembre viene como las promesas o las historias de niños. Sólo que estamos desde afuera, en el frío, sabes cómo ¿Martine?  Afuera, afuera de la vida. Sino es contigo. O en el sur. Iremos al sur. Mientras, hago escuchar canciones dulces mientras te pienso, tomarme fotografías con las medias azules y morirme de ternura en algunos estribillos que me harán sonreír, temprano, el lunes. Te tomaré una fotografía.


Tuya, Jazmín.

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