[Intentos, no son más que intentos pero no logro nada.
Eso es que duele mucho o soy inútil. Cualquiera de las dos.
Es que cuando viene me quedo llena de letras.
Pero no sé, no me ordeno. No puedo. Tú juzga. ]
Abril
Noches de plaza
I
Vine a este
lugar por ti. Te seguí. Pocas veces se ha seguido a alguien de esta manera
desde que desaparecieron los grandes líderes. Los árboles siguen aquí desde
ayer. Escucho su movimiento. El cielo también prevalece. Es común, pero
enciendo un cigarrillo. Hay abuelos y nietos pululando. Barullo de plaza de
pueblo. La iglesia está cerrada, no sé porqué. Hay esos muchachos y sus
patinetas. Estoy muy vieja para ellos y ninguno me mira. ¿Dónde estás? No veo
esa mochila con letras blancas que dicen “Katherine”, y a ti, ignorando quien
es ella.
Desde que
recuerdo he ido a todo lugar por ti. Permanezco. Porque un día tú así lo
quisiste. Hubo esa disposición. Los seguí a ambos. Ahora no entiendo porque
tanto nerviosismo o tabaco. Bueno, hay gente por doquier. Podría ir al hotel y
preguntar si te han visto. Si es verdad que estabas borracho. A lo mejor has
olvidado el teléfono. Si acaso has partido ya. El sol ha desaparecido. No
contengo ni la respiración ni los sentimientos. Ya. Han llamado a misa. Pero ni
tus oídos ni los santos me parecen tan reales. Me pellizco los brazos de
escuchar “papá” en la voz de un niño que
corre. Y tengo un corazón que ya se
rompe de verte. Creo que jamás puse
tanta atención en la plaza. Es poco el
corazón de la ciudad. Con un latir que son esas voces de todos, como siendo
testigos de esta muerte. Tu estancia de hotel, mis pasos de cemento, esta
soledad de banca de parque.
Voy a
levantarme de este lugar por ti. En el camino me encontraré un bazar, diré que
me esperen. Que me esperas tú o que debo encontrarte. Es sencillo imaginarte en
la bañera desangrando de nosotros, del
destierro. La distancia es muy cruel y un juego del que siempre he tomado
parte. A veces pienso que escojo a mis amantes por su imposibilidad de tocarme.
Encaja, tiene sentido. Reconozco el amor como la imposibilidad perpetua de una
felicidad constante. Tengo un corazón que ya se me rompe de verte.
Junio
(estos son esbozos a medias en la moleskine)
10:00
A.M
The day was so full of happiness. En el pueblo caía esa luz, tibia, tocando las
paredes. Las escuelas dormidas en domingo, roncaban. Yo los conozco a todos. A
veces hay vida afuera los domingos si es contigo. Todavía recuerdo los pájaros
ridículos cantando. Anunciaban mis pasos apresurados para llegar a ti. Ahora.
Ahora. Fuimos a la barbershop. Teníamos
dinero. No mucho dinero, pero dinero. Te cortaban el cabello y yo leía El amante de la China del norte. Todos
decían “que bella y educada es su hija”. Bueno, no sé si lo dijeron, pero
debieron decirlo. Venga. Queremos hacerlo
feliz. Venga. El pueblo es pequeño. Y te quiero tanto. En el hotel te
conocen y te felicitan también. Es barato e insípido y tiene en las paredes
fotografías de indios Cherokee. Me quieres tanto.
2:00
PM
Hay
esas comidas fuera de casa. Bebés recién nacidos. Abuelos besándolos. No le he
llamado a los míos. Soy de lo peor estos días. La progresión de las conversaciones
en un ritmo indescifrable. Pero es sólo benevolencia y risas. Después del
alcohol es llanto.
7:00
P.M.
El
pasillo hacia la puerta de hotel, se abría como el camino de la muerte. Como el
que recorre el condenado antes de la inyección letal. Dead woman walking. Siempre es caminar con tus maletas hacia un
taxi amarillo. Un abrazo rápido. Mi llanto silencioso. Deambular por la casa. Respirar
la música del viento para que permanezcas otra vez. Supongo que mientras
escriba no me moriré en ti. Ni tú en mi, ni yo en nadie.
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