sábado, 27 de julio de 2013

Entra. Ven. Apaga la luz.



DV


[A mi lector favorito]

"No me des tregua, no me perdones nunca. 
Hostígame en la sangre, 
que cada cosa cruel sea tú que vuelves..."
Julio Cortázar

Entra. Ven. Apaga la luz. No, mejor enciende la luz, y mírame. Imagina tu boca estrellándose cada vez sobre mí haciendo aberturas a carne viva. También es un espejo. A veces se puede ver el líquido que represento empezando a flotar. Mis palabras ya no le pertenecen a nadie. También imaginaste que todo eso sucedería. Todavía no escribo aquél libro donde hablo del amor como una teoría revolucionaria e inútil. Dime que me echas de menos, porque llegas a casa, y antes de los demás estoy yo, y después, y al partir al sueño acudes a esa parte de la vida donde ocurro; siempre son las mismas manías. Te relatan sobre alguien, en algún sitio, recordándote el salto que no te atreves a dar. No es demasiado; son relatos de piernas, piel, aroma a tabaco y  vino tinto. No te comprendo ya ves, mantienes esta ilusión incomprensible. Esperas no sé qué cosa. Nadie me ama como tú, eso es seguro. He caminado por el barrio esta noche, hace tanto que no lo hacía. Visité personas para creer que pertenezco a u circulo social activo. Vimos televisión para enterarme que existe más estupidez. Cocinamos por aburrimiento. Me dieron de cenar para no recordar la orfandad. Reímos para no sentirnos muertos. Luego he vuelto con esta soledad de tierra . Mis perros me esperan, y no hay entonces más alegría que la de sus ojos caninos. Es un poco como la mía. Todo a punto de explotar en luces o instantes agónicos. Puede ser que trate de revivirlos si acudes tú. Me guardas el deseo y una mirada de consuelo que he olvidado lentamente. Fue como el deshielo. Poco a poco en un mar congelado fuimos ahogándonos, y ya inconsciente, todavía me dolía olvidarle. Hay dolores de esa naturaleza. Fueron muriendo como lo hace el mundo, las personas, las palabra. Cosas que no valen nada prevalecen. Pero ojalá todo desapareciera de una vez para no volver nunca a esta tierra. Ven. Estoy tan hecha pedazos. Exteriormente los hombres creen en la posibilidad de amarme. Pero es mentira. Calculo un par de años antes de que nuevamente me muera. Estoy metida en mí, como nerviosa, como soluble. Y tú no vienes. De cierto y casi rogando que sea mentira, no llegas, no vienes. Me sudan las manos y el cuerpo entero. Me duelen los dedos y la sal de las lagrimas porque ya no lloro. Ha sido una guerra interminable contra el mar, y su duelo de aire. [...]

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