Hablar seis y treinta tantos minutos no es suficiente. Pero es lo justo. Para escuchar tu voz de menta. Amar dulcemente tu respiración agitada, dejar ir mi risa torpe, sentir el sudor en mi frente y desde acá, tocar el tuyo. Y es como escuchar a Zach Condon de lejos. El otro día me imaginé como suena esa canción a tu regreso. Cuando me encuentres en cualquier café de la capital y yo te canto. He llorado mucho frente al monitor y no le dicho a nadie, tampoco tú se lo digas a nadie. Entonces te llamo cuando todo en el interior de mi cuerpo sufre un ardor interminable, desde hace días, noches, horas asesinas. Hablarte cuando más te amo, es poner muy alto Nantes de Beirut como aquél día. Decirnos “cómo estás…” y fingir que no es un “te necesitaba tanto”. O un franco y lascivo: quiero morderte la boca. Sólo te digo que estoy trabajando, que tengo que colgar deprisa, la gente no me gusta. Cosas así. Pensar, después de un “gracias por llamar…”...un "es que yo soy completamente tuya”. Y todo el tiempo es well it’s been a long time, a long time now…since i’ve seen your smile. Y no pueden quitarnos eso amor, ni tú, ni yo… ni nadie.
2 comentarios:
A veces me imagino que Zach nos dirìa... ¿un trio?
Haha... antes las lagrimas el humor lascivo muajaja!
Yo no sè realmente... y es que es muy seguido, es continuo, es algo como amor, no entiendo.
D
Es curioso, hace unos días bajé un disco de Beirut, me gustó mucho...cuando me lo encontré me acordé de vos, porque recuerdo que me decías "tienes que escuchar a beirut" y en ese momento yo no sé si pensaba en un punto fuera del espacio, finalmente no lo escuché, hasta hace un par de días.
Me gusta venir acá y cuando llego es como sentirme en casa, todo en este blog es su cuerpo que late...
Un beso hermosa!
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