No voy a ir a tu puta ciudad. Ni a otra jodida ciudad, de otra puta mujer, por el resto de mi puta vida. Cómo comprendes que para el medio día siga con la cara cenicienta y para la noche, tuviese que terminar con la botella azul y caerme en medio de la calle a la vista de mis insípidos vecinos. Cómo te atreves. Y vale, bien. Bien, no todo es tu culpa. No te invité a m fiesta de luces y largas faldas. No bailaste con los tambores como ella. Esta. Ni ultrajaste mis panderos. Pero igual, a que le decía a ella que pintáramos tu nombre noventa y cinco veces sobre la pared.
………….
Tengo la leve sospecha de que le gusto a mi vecino. O será, quizá, que empieza a gustarme a mí, raramente, y me oculto en este tipo de aseveraciones. Ya sabes, es como cuando decían: “Tú puteas con todo el mundo”. Y yo tendría que aclarar la situación: No, ellas y ellos putean conmigo. Qué es diferente, ¿viste? . Y bueno, todo esto obviamente habría de suceder. Sin esperarlo. Años atrás le comparabas con Daniel Radcliffe en las primeras películas de esa saga de Harry Potter. Entonces era menos idiota, usaba pequeños lentes. Un delgado armazón. Ahora, a sus probables diecisiete, usa de contacto grises que combinan con su pantalón preparatoriano. Eso lo noté esta tarde, o era medio día, ¡bah! No lo sé. Y es que me mira con miedo...parecido al miedo. Parecido al “siempre quiero saludarte pero no me atrevo”.Qué carajo. Mañana estará laborando en el negocio de mi madre. Y mi madre no está, y yo estoy a cargo. Y yo le voy a pagar. Y tal vez, durante esas varias horas de angustia, se oculte en la barra del fondo del local, y yo le de ordenes, alguien le traerá un Tupper con comida (digo, su Jefa siniestra no lo vaya a envenenar) y de pronto le mire desde el cubículo de la caja, con el rabillo del ojo, y vuelva a sospechar, escribir, alguna nota inútil como lo es: tengo la leve sospecha de que le gusto a mi vecino.
………….
No te permito dos cosas: Primero; No me gusta que cuando estoy viendo videos musicales con ese chico de playera roja, pases detrás de mí. No a través. Por encima. Por encima de mi espalda. Es decir, no te permito que me pases de largo. Detente. Di mi nombre con tu voz de mármol. Ríete. Sonrójate. Luego voltea como lo hacen los grandes asesinos. Después rebordéate con tus taciturnos ojos delante de mi casa. Necesita venir. Saludarme. Mirarme de lejos como la otra mañana, cuando te di una amplia sonrisa y ahora, si lo recuerdo bien, podría ser que ni siquiera me saludaste. Sufro de alucinaciones si no duermo bien, no lo sabes.
Y Segundo; responde cuando te hablo. Cuando yo te hablo. Aquél día de diciembre te reclamé porque abandonaste a tu perro durante tres días y desde entonces, ignoras mis comentarios vacíos. Claro, para ti vacíos. Sólo agachaste la cabeza, pateaste un bote, y seguiste tus pasos. No quiero tus monosílabos. Ni el “sí”, ni el “no”, y mucho menos “toda”. Si acaso, “Te quiero toda”. Pero vamos…ya sé que eso nunca nos va a suceder….
5 comentarios:
Tienes síntomas de neurosis: ira y duda. Temor, en realidad.
Pintar mi nombre 95 veces sobre la pared, también te dealtó.
Yo ya no me enojo. Bueno, no tanto como antes. Creo que me da paz ser tu espectadora. Y creo que me reconforta coformarme con eso.
Ayer te comrpé una orquídea, y hoy al despertar no estaba ni mi Amazonas personal en el que la planté ni tú.
Ah, y la cafetera vacía y apagada.
...
Ahora entiendo, quizá el vecino tiene mi síndrome. Lo noto expectante.
Te responde cual asesina jajajaja...
Amo tu rabia, y ke se joda... ke se jodan todas...
Te amo a ti tmb
Paso a dejar saludos, hermosa historia, me encanto leerla, tiene humor, mucha ternura y esa particular manera tuya de escribir.
GC
Magnifico si señorita, lo del vecino sobretodo, será por aquello de una mujer dando ordenes, yo le veo el erostismo perverso a casi todo, puta mentalidad la mía.
Lo dicho, cada vez te disfruto más, un abrazo.
¡Cuántas quejas, mi querida dama Waltz...! Pero te quejas de un modo tan seductaoramente neurótico, que no puede uno menos que sonreirse -pícaramente- imaginándote en medio de esa bruma de quejas inconclusas que, quizás, no salgan de ese espacio seguro de la mente salvo a unas notas seguras de tí misma...
Siempre me ha gustado ver tus debates internos, ese diálogo contigo misma que jamás acaba. Y, es que solo confío en quien habla consigo misma, se apunta y se queja...sí, aún sigo creyendo que eres un princesita de cuentos de hadas que se perdió un día y busca algún camino de regreso hacia ningún lado...
Dios, echaba de menos tus letras, aunque últimamante no he visto muchos poemas...buscaré, buscaré.
Saludos, señorita.
.:Tati:.
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