Imagen en dA
Si pudieras verme.
Ahora estoy tan tranquila.
Las mañanas son, a través del jade,
muy verdes. Y hay inutilidades, claro.
Pero sólo si pudiéramos cruzar
/los ojos nuestros/
veríamos esos dedos colgados
en vertebras ajenas,
todavía.
Tienes el sabor que sólo se complementa
con el mío.
Es como ser la amargura y la acidez.
Y ser toda la ternura, de todos los niños.
Si pudieras caminar sobre esta tierra,
y entre este viento, vendrías, lentamente
danzando con las hojas y caerías.
Pues inconmensurable es el deseo.
Y la emoción andante sobre las horas
de febril imaginación.
Mi pecho no se nubla,
ni se advierte desnudo.
El agua fría lo baña todos los días,
lo llena de vida azul y soles amarillos.
De truenos y tormentas que no hacen
mas que renovar nuestra tierra diariamente.
Las canciones despiertan la aurora.
Mis pies van hacia el norte y hacia al sur,
desgarrándose, gustosos.
La gente me sonríe. Me saluda.
Uso sombrillas de colores y muy a veces,
me peino.
Si me vieras hoy, tendrías que ser
amable y sincero.
Me tomarías de la mano
hacia la sombra ocre de un gran árbol
con el que también hacen té.
Y en la punta de mis dedos,
y con mi voz pequeña y roja
te diría
tranquila
humana
gris
de agua, y miel:
Y nunca te amé tanto, y tan profundo
como ahora.
viernes, 29 de enero de 2010
Poema amable y sincero
Etiquetas:
De los poemas huerfanos,
Enero,
Poesía,
Segundo Éxodo al sur
lunes, 25 de enero de 2010
Carta roja
Veracruz, a 19 de enero de 2010
Mi corazón:
Te escribo a las nueve de la mañana. Hace frio en esta casa hacia el sureste. Es cruel a momentos, como la piedra helada entre monte muy espeso. Ayer vi una película sobre un “bosque maldito” y tuve miedo. Hoy voy a mandar unas cartas, tú sabes, las pendientes. Pero tú eres mi corazón. Y por las mañana, cuando todos andan arreglando, procurando su vida, pongo agua a calentar para bañarme o para el café y te pienso. Debes estar en cualquier clase sobre profundidad y vacío. Líneas rectas o curvas. ¿Me sientes allí? Mi corazón, te extraño. Aquí lates todos los días, a veces apenas, como durmiendo. Las emociones descansan de tanto vivir.
Estoy preocupada por mi vista. Mis ojos se esfuerzan y ya no ven perfectamente –como antes- a diez metros. Estoy preocupada porque ¿qué haríamos tú y yo sin ojos? Qué haríamos sin los colores y sus formas. Mi corazón, serías entonces tú, ¿mis ojos? Mis corneas, mis retinas, ¿el globo ocular?
Sólo estarías en mi cuerpo, grande, como tu risa. Viajando a gotas, de extremo a extremo. En la fiebre y en el llanto.
APARTE
Mi corazón, hace poco llamó mi madre. Me preguntó por el desayuno ¿desayunaste ya? Debes corazón, debes comer bien por aquello de tu estomago y las enfermedades.
Me enteré por los medios más indiscretos que cumpliste años con tu amor. Te felicito. Ya sé que no lo necesitas, pero igual. Cuídalo mucho. Aliméntalo diariamente. El amor es un niño que hay que procurar llegué a su madurez. Entonces uno se siente enteramente feliz, y también grande.
Y cuídate tú, demasiado. Yo te quiero viva, al menos hasta que yo muera, porque después nadie tendrá la indecencia de informarme. Me despido querida, no olvides: Te pienso diariamente. Estás aquí, corazón, roja y poderosa como sólo la sangre. Mi sangre.
Hermana mía (Narniana).
Ofelia Waltz
Etiquetas:
"Del verbo Querer",
Cuaderno de notas,
Enero,
Karina,
Segundo Éxodo al sur,
Servicio postal
miércoles, 20 de enero de 2010
Confesiones e indiscreciones
“Cierto día me confesaste que rompiste tu celular cuando no te llamé. Ergo, siendo así este asunto, ahora procuro llamarte cuando es pertinente. Es decir, trato de no olvidar tu cumpleaños, o cuando has vuelto por fin, después de una semana tan pesada de trabajo en no sé que marginada localidad. Pero, fulano, debes de saberlo: no memorizo ningún onomástico hasta que han pasado diez largos años de olvidarlos consecutivamente. Al menos que esa fecha sea siete. O dieciséis. O catorce. O seas mi abuela Isabel. Pero no tienes que provocar sismos por que olvido felicitarle. Decirte: te quiero. Cantarte como tú lo haces. Puedo con tus reclamos, soy inmune. Pero luego retomas un aliento psicótico que no comprendo. Lo peor de todo es que intentas callarme mientras mi cigarro francés no es suficiente para hacerlo. Y sí, si bueno ya no debo contestar cartas o llamadas. Pero lo haré, y no voy a reducir mi opinión respecto a eso. Es como curarse los oídos después de una gran infección. Y no debe importarte. Son mis oídos. Tampoco debes decirme más qué no puedes. Y que te mueres por mí todos los días, de todas tus semanas, cuando no me tienes en la puerta esperándote. Y que rompes el teléfono o que me calle. No me importa. Porque igual, voy a seguir siendo aquello, lo único que quieres, deseas, pides y necesitas ese puto día ...cuándo cumples años.”
Etiquetas:
Cuaderno de notas,
Enero,
Fucking B-Day,
Septiembre
Poema ciego
Soy del color ciego que nombras antes de irte.
Un minuto es entendido. Es nervioso.Es colérico. Es necesario. Y luego, es insensible.
Ya ha pasado. Habitan unos labios rotos
y agujetas sueltas sobre el piso.
El café. Periódicos venezolanos.
Mi diario verde y su árbol. Los acentos.
Y soy como tú en este momento.
Porque con la sombra inclinada,
desde la punta de tu seno,
nombrabas todas las cosas,
decías todas las palabras.
Y así, en el mareo, pronunciabas “amor”
entre un rumor de bocas hablantes en 1926
LEJOS
Soy el color ciego nombrado por ti
al mismo tiempo;
en el mismo instante donde
con tu dedo índice, escoges un hotel.
Y te mueves con la fatalidad simétrica
a cuando se cierra un libro de hojas
muy viejas y amarillas.
NOTA
Por favor, no escribas en 1927.
Estaremos viviendo todos en blanco y negro.
Etiquetas:
Cuaderno de notas,
De los poemas huerfanos,
Enero,
Is it real?,
Pequeñas cosas,
Poesía,
Qué sé yo,
Segundo Éxodo al sur
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)