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Si pudieras verme.
Ahora estoy tan tranquila.
Las mañanas son, a través del jade,
muy verdes. Y hay inutilidades, claro.
Pero sólo si pudiéramos cruzar
/los ojos nuestros/
veríamos esos dedos colgados
en vertebras ajenas,
todavía.
Tienes el sabor que sólo se complementa
con el mío.
Es como ser la amargura y la acidez.
Y ser toda la ternura, de todos los niños.
Si pudieras caminar sobre esta tierra,
y entre este viento, vendrías, lentamente
danzando con las hojas y caerías.
Pues inconmensurable es el deseo.
Y la emoción andante sobre las horas
de febril imaginación.
Mi pecho no se nubla,
ni se advierte desnudo.
El agua fría lo baña todos los días,
lo llena de vida azul y soles amarillos.
De truenos y tormentas que no hacen
mas que renovar nuestra tierra diariamente.
Las canciones despiertan la aurora.
Mis pies van hacia el norte y hacia al sur,
desgarrándose, gustosos.
La gente me sonríe. Me saluda.
Uso sombrillas de colores y muy a veces,
me peino.
Si me vieras hoy, tendrías que ser
amable y sincero.
Me tomarías de la mano
hacia la sombra ocre de un gran árbol
con el que también hacen té.
Y en la punta de mis dedos,
y con mi voz pequeña y roja
te diría
tranquila
humana
gris
de agua, y miel:
Y nunca te amé tanto, y tan profundo
como ahora.

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