miércoles, 29 de mayo de 2013

domingo, 26 de mayo de 2013

Sunday calling






He de pedirte que seas razonable. No me dejes de querer. Ni así. Aunque me odies. Aunque necesites rutinariamente verme ir y venir y hacer que gozo el amor con tantos otros.
                                                                      Autres

                                             Autres                                             a u t r e s.

Ya muchas veces hemos hablado sobre estas posibilidades banales. Pero no me escuches. No, no lo hagas. Es que me gusta callar cuando empieza a llover. El verano se acerca con su agua de muerte. También es la vida cuando era niña. La otra noche le dije a él, después de llorar mucho, que mi infancia se resumía en eso; hojas verdes, tierra mojada y charcos. Algunos barcos de papel por si me daban ganas de partir de la tierra. Y tenía siete. Tengo que repetirlo porque lo sueño todas las  noches.  Había esas cascadas de terror. Y yo las observaba por horas entendiendo la hidráulica como un concepto más de caída. Profundidades verdes y azules donde cabíamos. Ya hablaba de ti sin conocerte. Mar abierto. Suavidad. Destierro. Como éramos cuando me amaste. Sonaba Akira Kosemura, no sentía el peso de fantasmas en mi colchón, no les preguntaba “¿estás aquí?” “¿estás aquí, has vuelto?”. No eran cristales partiéndose a polvo sobre mis hombros. Yo te pido desde este dolor de útero, que vuelvas. No que vuelvas a mí. Yo sé que soy inolvidable. Vuelve a darme los colores. Es que me los han arrebatado todos. Vuelve a ser. Ya no puedo más con las manos adivinando vacíos. Hago como si atrapara el aire. Es que el día que descubrí que no podía jamás entender el espacio y sus partículas tan leves, sentí pánico. Tengo ese sentimiento otra vez de no encontrarte. Pero callamos todo. Principalmente los verbos conjugados en amor o esperanza. Realmente no sé las razones de este mutismo inoportuno. Desconozco huellas  inclementes; es como el viento. Una tarde, domingo, húmeda como tus ojos ante la luz. Húmeda y gris para derretirse sobre mi cuerpo, porque te gustaba imprescindiblemente mi felicidad de mujer triste. Un pulgar borrando mi boca que no hacía más que hablar teorías innombrables; ¿qué te explicaba?

| Lo blanco del techo.       |  El té se enfría.          |Ser como una                         ……………………………………………………......................…definición o textura de lo blanco.  

Debo llamarle a mi abuela pronto. Julio viene azotando las puertas después de Junio. De volcanes o tierra abriéndose. Deja un estruendo detrás que sólo puede confundirse con otros desastres. Menos certeros. Ahora lloverá todos los días. No hay puentes ni luces de donde colgarse. Creo que haré esa dinámica de rogarte con el susurro de mi recuerdo. Yo ya no tengo nada. Ni esa incompleta capacidad de armarte cuando estabas rota. Pero no te pierdas por mí. Tampoco sé dónde me encuentro. Ven. Ven aunque no me lo digas. 

martes, 21 de mayo de 2013

Alguien que...

cuide de mí (como la canción)
que me lleve a cenar
que me despierte
con quien desayunar
hacer ejercicio
que me visite

pero sobre todo que me lleve a cenar
y que pueda recordar las noches
donde una botella de vino, viento, sofá
o casa de campo
son suficientes,
y amanecer así una y otra vez
para recordar
q u i é n    c a r a j o   s o y


Solicitudes mandarlas al e-mail o no las mande.

Gracias.

viernes, 17 de mayo de 2013

Juegos sentimentales parte 2


Los días pasarán, otra vez, imperceptiblemente. Estoy intentando olvidar ese placer mío que obtuve desde tus ojos. O al ver tus ojos a través del cristal. Esa posibilidad turbia de la noche. Ya sé que él te ha preguntado por mí, y que no has negado nada. Es como si la presencia del tacto siguiese vigente aun sin existir. Como si nos escucharan de a poco esas risas que intentamos un día.  Tal vez es porque sabes que él también me quiere, y no podrías ofenderme en su cara. Pero no lo sé. Si la frialdad tuya es relativa a la mía. Espero que sí. Que todo lo hayas aprendido el lunes, de golpe. Que te hayas sentido tan mal al ir a la cama. Casi triste. Desamparado. Estos juegos sentimentales son únicamente de esta forma. Y yo pensando que había dejado atrás la crueldad hace años. Ahora todo sería más fácil, más sencillo. Tenemos la edad suficiente para abrirnos a la vida y los deseos. Caminar en soledad y sin preguntas. ¿Sabes cómo? Era un calor mientras buscaba no sé que cosas frente a él. En el auto. Pero ya no entendí muy bien esa mañana. Decían que sólo venías a despedirte. Ella lo dijo, mi amiga. Dijiste en alto mi nombre mientras te daba la espalda. Como si no quisiera voltear y decirte; ven, anda, lamento lo de la cena. Tuve dolor de pecho por dejarte allí. No me malentiendas. Siempre rompo las expectativas. Soy un ciclo de derrotas continuas.  Tengo la tonta idea de que ya lo sabes. Que no necesito repetírtelo cuando vuelvas a casa. No podía quedarme todavía. Me habita un pánico de niña por la libertad. Las habitaciones de hotel. Algo que me recuerda que mi futuro no es lo que soñaba. Nadie lo sabe. Pero me crece ese ardor o el salto del cuerpo cuando suena el teléfono. En una de esas eres tú. Con ese acento adulador de centro del país. Luego me nublo donde todo suena, menos aquí, a mi lado. Un ringing que lo hace todo eterno en un segundo. 

lunes, 13 de mayo de 2013

Sentimental




Solamente té verde y cigarrillos mentol. Bien lo dice ella, mi amiga, soy un fraude. Lo primero que haré cuando cobre mi cheque es comprar Chardonnay y reparar este asunto de no poder beber vino llegando a casa. Por eso té verde y cigarrillos mentol. Por eso no haberte besado o visto a la cara el tiempo suficiente para que supieras que soy yo, eso, idealizado. Eso que pensabas. La playa o el boulevard iluminado. Sobre tus lentes o los míos. A que yo podría hacer tu vida mejor. Sí, estoy segura. Quitarte esa sencillez anonadada que me provocaba reír en silencio. A hurtadillas, cerca del baño. A lado del refrigerador. Entre cajas de almacén. Por eso no sé si decir que estabas con los nervios o sí el único motivo del viaje era yo. O no. Y te he dejado allí, con ellos, como si nada. Como si no quisieras hablar de Jean Pierre Jeunet otra vez. O estar aquí dentro, nadar entre esta colección de imágenes rojas y verdes. Presentarte la ropa que utilicé. Con la que ya no podrías dormir. Según tú así. Pero es mentira. Seguro le celebrabas a tu madre el día diez. Por eso sólo escribías unas líneas. Por eso no supe de ti una semana. Pero es extraño todo esto. Sentir los pies airosos por volver. Preguntarme si escuchas In a sentimental mood y te arrepientes de no estar conmigo. Contemplar el mismo espacio a kilómetros cortos. Tu habitación de hotel viajero. Ese perfume que inundaba los cubículos. Seguro de marca, para que no olvidara la primera ves que me viste. Es que lo inundó todo; las paredes de madera. Incluso mi cuadro de Van Gogh, La habitación de Arles, que la llevo a todo sitio que voy porque me recuerda a ella. Supongo que ambos estamos igual de perdidos. Aunque a tu vida le encuentro más sentido que a esto. Yo siempre mal logro todos estos negocios. Por eso tampoco pudiste hablarme. Por eso han puesto una barrera entre nosotros. Nadie dijo que esto estaba supuesto a suceder. Yo le digo a ella, mi amiga, que entre más huya de los amantes, ellos llegarán para enjuiciarme cualquier día. Ella vuelve a decirme que no le ayudo a mi vida ni un poco. Al final creo que me siento muy triste cuando no vivo todos estos frenesís. Que son posibles contigo o con alguien más. Sólo tengo una botella de té y la amargura, estatua de ceniza. Me queda ese tabaco. Observar el barrio con las mismas lucecillas pálidas que estremecen en mis ojos. Frecuentemente es el llanto o yo jugando a que se ocultan. Abriéndose y cerrándose. Un buen poeta me dijo hace años “tú vas de más a menos y viceversa”. Creo que ahora es un político y médico especializado. Supongo que realmente lo que sucede, es que él me imaginaba con todos los matices de la oscuridad a los veinte. Tú querías la hora o a lo mejor no querías nada. Querías la luz. A lo mejor no estás leyendo sobre posibilidades. Ni pensando en esa manera leve de ignorar tu presencia. Quizá solamente duermes en tu habitación de motel. Mañana volverás a manejar y cuando vuelvas no hablaremos más, ni de dinero. Yo bueno, tengo todas las versiones de In a sentimental mood. No sé con cual extrañarte. Me vienen muchas noches de remordimientos. Eso puede ser algo positivo, verás. Huele a mentol o a cigarro. A noches como pequeñas sombras que contengo como un temblor de rodillas. En todas escribo porque es probable que aquí, entre las letras existas. Y yo también contigo. Si vale la pena decirlo. 

sábado, 11 de mayo de 2013

That sparkle in your eyes it's gone




“Recuerdo bien tus ojos”, escribiste. Se lo dijiste a él como si yo ya hubiese dejado de existir hace tiempo. Era un poco verdad. Aunque ya sé, toda verdad es absoluta porque si no, deja de serlo. Digamos que ya había dejado de existir hace tiempo, y aunque era sábado, y yo cantase lo que fuese, “You’ve changed, the sparkle in your eyes it’s gone”, tu boca roja no era mía sino de él. Aunque recordarás bien mis ojos o mi crueldad de las seis de la tarde.  O si yo te contara sobre aquella lectora que me lo dijo muy cerca “me encanta lo que haces”, que le respondí  - y exactamente qué es lo que hago; - Escribir, claro. Cómo lo haces y por que lo haces. Y yo me paré y me fui. Ahora me lee en secreto. Pero le cuenta a la gente que soy muy engreída cuando nunca voy a ganarme un premio.  Qué no soy nada guapa y no sé qué otras cosas. Tú sabes que miente, sobre lo del premio, claro.  Tú como nadie me leíste, y te revolcaste entre mis palabras para que te tocase al menos ese desprecio. Supongo que era más para encontrar un motivo o un camino. Ya sabemos que no vale de mucho, pero para nosotras fue el mundo. Una sonrisa o la palabra “each” de My funny Valentine. Y es que nadie entiende eso por estos días. Por la tarde de sábado, hoy, alguien hurga en mis palabras y busco algo en la nevera que no encuentro.  Es como esa desazón de tu “recuerdo bien tus ojos” ajeno. Como si yo te quisiera todavía, imagínate.  Un frío sobre la cara en pleno verano que termina por destruirte los pulmones. He vuelto a fumar, es un ciclo de destrucción incontrolable. En la oficina no puede irme peor o mejor. Me topo en cada rincón con que hay vida lejos de ti, lejos de todo, pero de todo. Con sus olores y sus miradas de adultos que me desnudan en segundos. Quiero correr. Quiero escapar de todos ellos. Es inútil adaptarse a la vida para sobrevivir. Hay momentos como ese crepitar en tu voz de despedida. Recuerdo tus ojos. Los recuerdo porque no eran del norte o del sur. Ni de occidente u oriente. Tenían una oscuridad inmensa a la que tenías que saltar  y caer dentro indefinidamente. Que tú no eras de ningún lugar. Y luego los demás murmurando que yo tampoco. El acento francés era de mi abuela, pero no.   Probablemente hay un sello de extranjero implícito en cada acto. Es realmente un hambre insaciable de algo que siempre desconozco. Quiero cantar hasta quedarme sin voz. O que haya demasiada luz para quedarme sin ver, y luego que suene tanto una trompeta para no escuchar más.  Hablo de ti por la mañana que tuve. Quería un sábado de ventanas y besos. Pero ya del amor no sé mucho. Tampoco lo supe cuando estabas tú. Empiezo a creer que todo es como la música que amo, y vivir sucede allí. Todo cambia. Ella lo hizo.  She´s breaking my heart.

domingo, 5 de mayo de 2013

Delirios I y II

- A propósito de mis charlas mentales y delirios, 
alguien de mirada curiosa o que echo de menos escribir.
 Lo pego sin ediciones, ni siquiera mentales -



Me gustaste para decirte:
¿Ya te vas?,
¿Tan pronto?

The sky was blue, and the beach was nearby.  
[Olas aquí y allá bla bla bla, la brisa de tu pelo
nadando hasta la orilla
la orilla de todo
despertar, de-sumergir
dentro del agua
 orilla de ti]

Hace tanto calor, te dije. Mi falda no se podía levantar más, ni los brazos, ni el ego. Ni este olor a aceite tibio sobre el cuerpo. Aceite de almendras o Karité dice. Casi un sabor dulce a primavera meciéndote en sus brazos. Ese transpirar en los hombros. Parecemos salvajes en estas situaciones premeditadas. Hay infinitos tactos que no sentimos si son a través de la boca. Una vez un hombre quitó mi sudor con su dedo, y fue la cosa más terrible que alguien pudo hacer frente a mí. Y él, es sólo agua, y ella “es que no pudo detenerse, le gustas”. Prefiero una conversación, le dije. Y no sé porque sentirme caliente de pronto si lo recuerdo. Qué quieras irte, que no pueda detenerte, que no vaya a hacerlo. Que así, tan débilmente, me mires venir hacia ti. With your wishful thinking.  No sé dónde estás. No sé dónde has ido.

[yo trepando, rapaz, con los dientes
y que la boca es
murmullo de fresas
o estrellas
devorando
como un fuego
intenso]
[medimos el calor en temperatura y grados Celsius
todo depende hacia donde gire el mundo
todo fuego es intenso

voraz

no hay términos exactos para describir
evanescer
ni en cenizas]


tic
tic tic tic
-          She used to smoke, do you?
-          sometimes, when I’m nervious
-          So, always, don’t you?
-          Yeah, you got me –dibujé una sonrisa aquí-
-          I think I wanna make love to you
-          Oh, really? Why’s that?
-          You remind me to her
-          How come?
-          You’re lost, I’ll  have to find you



Pero suena una guitarra que es como nombrarte en la huida  No sé qué clase de juego es pensar. Sería más fácil resolverlo todo con los labios o con esta entrega insana. Mi cabeza en charola o abril.  Abrir tanto el cuerpo para que puedas pasar. Y tus pasos, resonar de bocas mordidas y néctar. Olor a flores.  Ojala todos sintieran como nosotros. Pero los murmullos son momentos o delirios para mí. Creo que me estaré en el patio toda la tarde. Ellos están allí. Alguien pasará y me dirá “qué suaves tus piernas” mientras las toca. No podré defenderme. Me duele el estómago o la inmovilidad de la suerte. Quiero besarte hasta que la vida comience.

II

Siento la necesidad de sonreírte, porque eres una niña.
Tu padre no te suelta. Supongo que me tiene miedo.
Es inútil, no voy ni ha tocarlo con mis ojos.
Creo, me surgen estos sentimientos en domingo.
Hay que sonreírle a los niños. Pagar a los pobres.
Ir a la misa dominical. Darse baños de sol.
Aunque la sombra transparente sobre nuestra casa.
Cantarle a Jesús, aunque suene a blasfemia.
Tengo terror a la inocencia de no saber distinguir
si ya he logrado mi misión en la vida.
No puede ser esto.
¿qué hacen los demás  en domingo?




Lucidez extrema







  • ¿Amor? No, amor la verdad no necesito, de eso siempre tuve bastante. A mi lo que me hace falta es alguien que dentro de cómoda posición, se levante y salga a comprar mis botellas de vino. Hasta los domingos.