Solamente
té verde y cigarrillos mentol. Bien lo dice ella, mi amiga, soy un fraude. Lo
primero que haré cuando cobre mi cheque es comprar Chardonnay y reparar este
asunto de no poder beber vino llegando a casa. Por eso té verde y cigarrillos
mentol. Por eso no haberte besado o visto a la cara el tiempo suficiente para
que supieras que soy yo, eso, idealizado. Eso que pensabas. La playa o el
boulevard iluminado. Sobre tus lentes o los míos. A que yo podría hacer tu vida
mejor. Sí, estoy segura. Quitarte esa sencillez anonadada que me provocaba reír
en silencio. A hurtadillas, cerca del baño. A lado del refrigerador. Entre
cajas de almacén. Por eso no sé si decir que estabas con los nervios o sí el
único motivo del viaje era yo. O no. Y te he dejado allí, con ellos, como si
nada. Como si no quisieras hablar de Jean
Pierre Jeunet otra vez. O estar aquí dentro, nadar entre esta colección de
imágenes rojas y verdes. Presentarte la ropa que utilicé. Con la que ya no
podrías dormir. Según tú así. Pero es mentira. Seguro le celebrabas a tu madre
el día diez. Por eso sólo escribías unas líneas. Por eso no supe de ti una
semana. Pero es extraño todo esto. Sentir los pies airosos por volver. Preguntarme
si escuchas In a sentimental mood y
te arrepientes de no estar conmigo. Contemplar el mismo espacio a kilómetros
cortos. Tu habitación de hotel viajero. Ese perfume que inundaba los cubículos. Seguro de marca, para que no olvidara la primera ves que me viste. Es que lo inundó todo; las paredes de madera. Incluso mi cuadro de Van Gogh, La habitación de Arles, que la llevo a todo sitio que voy porque me recuerda a ella. Supongo que ambos
estamos igual de perdidos. Aunque a tu vida le encuentro más sentido que a
esto. Yo siempre mal logro todos estos negocios. Por eso tampoco pudiste
hablarme. Por eso han puesto una barrera entre nosotros. Nadie dijo que esto
estaba supuesto a suceder. Yo le digo a ella, mi amiga, que entre más huya de
los amantes, ellos llegarán para enjuiciarme cualquier día. Ella vuelve a decirme que
no le ayudo a mi vida ni un poco. Al final creo que me siento muy triste cuando
no vivo todos estos frenesís. Que son posibles contigo o con alguien más. Sólo
tengo una botella de té y la amargura, estatua de ceniza. Me queda ese tabaco. Observar
el barrio con las mismas lucecillas pálidas que estremecen en mis ojos.
Frecuentemente es el llanto o yo jugando a que se ocultan. Abriéndose y
cerrándose. Un buen poeta me dijo hace años “tú vas de más a menos y
viceversa”. Creo que ahora es un político y médico especializado. Supongo que
realmente lo que sucede, es que él me imaginaba con todos los matices de la
oscuridad a los veinte. Tú querías la hora o a lo mejor no querías nada. Querías
la luz. A lo mejor no estás leyendo sobre posibilidades. Ni pensando en esa
manera leve de ignorar tu presencia. Quizá solamente duermes en tu habitación
de motel. Mañana volverás a manejar y cuando vuelvas no hablaremos más, ni de
dinero. Yo bueno, tengo todas las versiones de In a sentimental mood. No sé con cual extrañarte. Me vienen
muchas noches de remordimientos. Eso puede ser algo positivo, verás. Huele a
mentol o a cigarro. A noches como pequeñas sombras que contengo como un
temblor de rodillas. En todas escribo porque es probable que aquí, entre las
letras existas. Y yo también contigo. Si vale la pena decirlo.
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