domingo, 26 de mayo de 2013

Sunday calling






He de pedirte que seas razonable. No me dejes de querer. Ni así. Aunque me odies. Aunque necesites rutinariamente verme ir y venir y hacer que gozo el amor con tantos otros.
                                                                      Autres

                                             Autres                                             a u t r e s.

Ya muchas veces hemos hablado sobre estas posibilidades banales. Pero no me escuches. No, no lo hagas. Es que me gusta callar cuando empieza a llover. El verano se acerca con su agua de muerte. También es la vida cuando era niña. La otra noche le dije a él, después de llorar mucho, que mi infancia se resumía en eso; hojas verdes, tierra mojada y charcos. Algunos barcos de papel por si me daban ganas de partir de la tierra. Y tenía siete. Tengo que repetirlo porque lo sueño todas las  noches.  Había esas cascadas de terror. Y yo las observaba por horas entendiendo la hidráulica como un concepto más de caída. Profundidades verdes y azules donde cabíamos. Ya hablaba de ti sin conocerte. Mar abierto. Suavidad. Destierro. Como éramos cuando me amaste. Sonaba Akira Kosemura, no sentía el peso de fantasmas en mi colchón, no les preguntaba “¿estás aquí?” “¿estás aquí, has vuelto?”. No eran cristales partiéndose a polvo sobre mis hombros. Yo te pido desde este dolor de útero, que vuelvas. No que vuelvas a mí. Yo sé que soy inolvidable. Vuelve a darme los colores. Es que me los han arrebatado todos. Vuelve a ser. Ya no puedo más con las manos adivinando vacíos. Hago como si atrapara el aire. Es que el día que descubrí que no podía jamás entender el espacio y sus partículas tan leves, sentí pánico. Tengo ese sentimiento otra vez de no encontrarte. Pero callamos todo. Principalmente los verbos conjugados en amor o esperanza. Realmente no sé las razones de este mutismo inoportuno. Desconozco huellas  inclementes; es como el viento. Una tarde, domingo, húmeda como tus ojos ante la luz. Húmeda y gris para derretirse sobre mi cuerpo, porque te gustaba imprescindiblemente mi felicidad de mujer triste. Un pulgar borrando mi boca que no hacía más que hablar teorías innombrables; ¿qué te explicaba?

| Lo blanco del techo.       |  El té se enfría.          |Ser como una                         ……………………………………………………......................…definición o textura de lo blanco.  

Debo llamarle a mi abuela pronto. Julio viene azotando las puertas después de Junio. De volcanes o tierra abriéndose. Deja un estruendo detrás que sólo puede confundirse con otros desastres. Menos certeros. Ahora lloverá todos los días. No hay puentes ni luces de donde colgarse. Creo que haré esa dinámica de rogarte con el susurro de mi recuerdo. Yo ya no tengo nada. Ni esa incompleta capacidad de armarte cuando estabas rota. Pero no te pierdas por mí. Tampoco sé dónde me encuentro. Ven. Ven aunque no me lo digas. 

No hay comentarios: