Qué dulzura la suya al tomar mi mano
acá en las calles.
Qué ternura y qué compasión humana
al decirme: hija.
Hemos visto escombros amontonados en las esquinas.
Una ciudad tan sucia y pobre.
Ojos acechantes a los bolsos.
Qué sutileza al decirme: Agarra bien tu cámara.
Y qué bonitos mis ojos café. “Te pareces a mi hermano”.
Salimos. Le conté mis planes de las latitas verdes
en mi nueva cocina. Y el aceite de oliva extra virgen.
Miraba el anillo que dice mi nombre al interior.
De nuevo tomaba mi mano y me decía: de piña tu paleta.
Qué dulce mujer la tía Oti.
Y qué paciencia. Para salir, salir conmigo
como arrastrándome.
Como siempre llevándome.
Y su silencio, tan maduro como una fruta,
y su dulzura cítrica protegiéndome los párpados.
....
La abuela ha cerrado las cortinas.Me es difícil la lucidez.
Intento (o pienso) cada día,
cada tarde o cada mañana, escribir.
Relatar. Luego anochece.
Se me van las piernas en caminar,
se me van los poros en transpirar.
Y en los besos a niñas pequeñas.
Se me va el día en la boca, y en las risas.
En las cocinas, las piedras desiguales.
Trato de decir: la tierra colorada.
O las minúsculas sillas.
Abro mucho mis ojos para buscar fantasmas
en la negrura de la noche, pero sólo encuentro el ir
y venir del agua y su goteo sobre las cazuelas,
como nidos abandonados por el patio.
Y me propongo plenitud.
Es complicado esto de la lucidez.
Y escribirlo.
....
No estamos.Te digo que no estamos.
Aunque las cosas están en orden
y de pronto, mi vida es muy segura y tú,
con tu mirada de ocre, volteas,
trabajas, estás en tu habitación.
No estamos.
Eres puntual a tu llegada, sin embargo.
De día, de noche. En distintas ciudades.
Con otras mujeres, con otros hombres
-hombres horrendos – que me creen muy aburrida.
Y mi cinismo. Es similar siempre, tu arribo.
Aún en distintos soles. O meridianos.
O cuestiones de dinero.
Además de no estar, nosotras.
Te digo que nosotras. Y
somos tan lejos.
No estamos.
Y vienes, me vienes. A veces fría.
A veces caliente. A veces de viento.
De mil formas, tocas mi puerta.
Yo te abro. Me rindo. Me humillo.
Te lamo el paladar.
Oprimo tu cara en mi pecho.
Y como siempre, te hago el amor a deshoras
muy a pesar de ti. No estamos.
Y me duermes desnuda dentro del ombligo.
Amor, quisiera alguna vez, decirte “no estamos”
y que de veras no estés.
Nota: Fotos del jardín de la abuela por OFelia Waltz.
4 comentarios:
Llego acá, veo, paseo, leo, abro bien los ojos porque siempre se me pierde algo en el camino, en los pasos de acceder a los otros mundos y comerme todo con los ojos. Llego, decido que quiero hablar aunque no tenga mucha idea de qué, pienso que ha pasado tanto tiempo y que sin embargo te guardo conmigo como siempre, como todos los días abro un espacio del alma con tu nombre; qué estará haciendo la Poulain, con sus pies, con sus enormes ojos, con su cámara, con su mundo que me permitió transitar una vez y que ahí me quedé colgada de los brazos, qué será de la Poulain. Llego, me estremece la música que siempre es tan vos, sobre todo hoy, pienso que son muy bonitas las fotos que encontraste para acompañar tus poemas, luego veo que las fotos son tuyas y dentro de mí me recorre esa sensación, un pensamiento: definitivamente esta mujer tiene un don, un enorme don que me da vida, sí, porque todo lo que hacés es hermoso.
Yo también recorro tu blog muy seguido, vengo a ver qué cuenta la brecha, qué nuevas trae, qué pasados míos reaviva. Ahora entiendo que estás en éxodo, que estás acompañada de familiares, que estás expandiendo tu mundo. Y me da alegría tener la oportunidad de seguirte, de una forma metafórica. Me da alegría saber que seguís ahí, aunque muchas cosas cambien...
En fin, desvarío, no me prestes mucha atención, ya sabés que te adoro, que yo todo vos, que es verdad que nunca llenamos el espacio de esa palabra que nos significa, a lo mejor un día, sin darnos cuenta, se nos ocurre a las dos al mismo tiempo, y podremos bautizarnos.
Un beso grande señorita Waltz. Ha sido un placer pasear en este jardín.
Estos son distintos, tienen una variante que me gusta, y mucho.
Buen oficio el tuyo, Ofelia.
Poeta.
Aquí dos lineas paralelas esperando encontrarse, cambio. ¿Cambio, me escuchas? Hala... que he llegado muy tarde y sin embargo estas aquí, sin estar. Yo reclamo esos días eternos, sin sol o sueño. Vaya que te pienso, es bueno ver que volviste un poco a la fotografía, me trae tan buenos recuerdos y es que vieras como ando de nostalgica. Aquí no hay nadie, eso ya lo sabes.
Te espero, te lo dire hasta el cansancio o el hartazgo. Lo que suceda primero.
¿Que queda despues de que se a dicho todo? Pas lui. Tu me plais ainsi.....j'observe.
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