jueves, 23 de febrero de 2012

24 X 7

 



Por   M;
Feliz 24, mi amor

No idolatro tu ausencia porque no te has marchado. No te has marchado nunca. Todavía pensamos en el verbo quedar. Quedarse. Aun mantenemos libres la expectativa del beso, y del adiós. Por supuesto. Este adiós nos mataría a ambas, ya te lo digo. No hay regreso para este cesar del fuego. Y las armas sangrientas. No puedo renunciar a mi tregua fija con el exterior. Y tú, tan el interior, y la vida, y el agua, y la tierra y sus raíces. No puedes solamente irte volteando el cuerpo hacia la nada. Que es a su vez el infinito. No puedes irte de mí cuando hemos probado el crepitar de una luz introduciéndose tibiamente en el pecho. Cuando cantamos a viva voz nuestra emoción a las paredes. Y alzamos los ojos en un ejercicio de observar el viento. Atraparnos allí. Encapsular en la boca dos versos:
 El     tuyo    tan     mío,   el      mío     tan      tuyo.    Totalmente     incongruentes.
Quiero que despiertes. Que me veas. Que presientas mis pasos en la cocina, hacia el baño, hacia la luz. Cerca de tus pies. Besar su antártica geografía. Fundar mi tierra debajo de ellos. Ser tuya hasta en el fondo de las cosas. No puedes solo olvidar mi salvaje insistencia. Porque sólo quiero que tú lo sepas; esta mujer ha sido rota y levantada de cristales y cenizas. Las manos me fueron devueltas cuando tú me encontraste. Las tengo ahora para conocer contigo los frutos, las ondas de los muros del este, las protuberancias de las hojas. Las tengo para ir a ti cuando mis pies quiebren este abismo donde nada puede encontrarse. Más que este crujir de ecos; esta importancia de la vacuidad escondida bajo pretextos intelectuales. Mira, debes prometerme algo, debes venir a mí aun cuando yo ya no asista a nuestro encuentro. Aun cuando parezca sorda, muda, sin ojos que adoras tanto; es posible que me halles hiriéndome ya con tu recuerdo. Descostrando tejidos humanos, es posible. Por eso mírame ahora; me apropio de tu risa y tus ideas. Te he construido una casa y un río.  Y allí, aunque estés ausente, aun cuando tú lo decidas; diré: vine. Conservaré la emancipación de mi cuerpo para la vehemente esclavitud que me provoca tu nombre. [...]

Foto: aquí

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