martes, 20 de marzo de 2012

Yo sé del teatro




Tengo el ensayo y las repeticiones. Todos los sucesos que no recuerdas, y tal vez recuerdas, mis ojos ardiendo, tranquilidad, música de la que te hablo pero no te llega. Lo tengo todo aquí, a mis pies. He recorrido los caminos, no me lo creerías. Pero te ríes, te ríes si te lo digo. Haces ese gesto funesto, sarcástico, de maldad. De satisfacción febril. He vuelto a ensayar nuestras vidas. He vuelto a pronunciar los libros y las demencias de sábado por la noche. Lo he vuelto a hacer sin medida, sin adelantarme al tiempo de partida. Ya ves, tenemos cierta ventaja; la gente no nos entiende. Me dicen que deben releer una y otra vez para encontrarnos. Ya ves, amor mío, nadie como yo te odia a la hora de la música y te vuelve a hallar buscando motivos para nuestras muertes. Y nos repite, y nos habla de la vida otra vez. Como si esto pasara al instante de nombrarlo. Por eso me miras, así tan fijamente, buscas la soledad, cierras los ojos y te escondes tras las puertas. Por eso nos guardas entre las uñas y las esquinas donde doblan las aceras. Como algo que quiere aparecer, como ese rostro que siempre dices “me parece tan familiar y le muestras tus dientes hasta que se va, se aleja. Y te pones de píe con una mano en tu pecho y te dueles un poco, pequeño, diminuto. Luego piensas en mí, con tanta seguridad que te nublas. Y me buscas entonces atrás de las nubes cuando hay lluvia, esa lluvia fina y flagelante, o en verano, cuando la gente habla de costas y playas o lentes para sol. Y luego te vas. Te esfumas. Despintas estos teatros. Y no me crees entonces los ensayos y las repeticiones. O tal vez los crees. Porque todo se hace suave al final. Un triste remate de objetos nuestros para venderlos a cambio de sonrisas. Es tu tacto, el índice, el tacto de tu índice que hace crecer las plantas y  sus raíces. Que da color a la orbe si eres buena tú. Si te diviertes con el mundo y lo recorres a grandes pasos con tus piernas. Yo no lo sé. Tengo estos días de encierro otra vez, como hace años, tú no lo sabías. Hicimos todo nuevo. Reinventamos el amor y ahora me queda tan grande, que tengo continuo terror a perderlo. Pero no me escuches, no me mires al continuar la huída; y no te vayas aun. Anda, tú sabes como es esto; volvemos uno, dos…tres. . .

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