Me gusta salir
bajo la lluvia, con paraguas azul y tuyo, los zapatos de tela que dicen “Tommy
Hilfiger”. Tener cuidado, ir de puntillas por las aceras, como si ya nos
hubiesen bajado las nubes. Me gustan esos zapatos y que de pronto se humedezcan
tanto como mi cuerpo. Caminar, caminar hasta la esquina, me gusta la farmacia y
su gran anuncio luminoso. Me gusta que esté doblando, al frente y comprar café de sobre,
descafeinado, porque a él le gusta. Y así como sin motivo yo también lo consumo.
Me gusta el dependiente, como me mira, como a una extraña amable. Escoger madalenas para ti, Decaf, Decaf me da el Decaf.
Regresar a tu casa lentamente. Me gusta
la noche y que ya hayamos cenado. Con ella y sin ella. La sonrisa de tu marido
que me habla sobre Marte y la vida extraterrestre. Tiene buenas teorías sobre
ello, es inteligente, no lo dejes. En general es agradable por el hecho de
comprender que dos personas tan distintas pueden quererse, tanto tú como yo. Y
que le agrade casi como a ti. Me gusta estar contigo. Me gustan tus muebles que
ahora tienen huellas de chocolate, por la hija de ella. Me gusta ese conversar
entre el café y las tazas. La llamada de mi padre, siempre, oportuna. Decirle te quiero en tu living, cerrar la
puerta. Ponerme los audífonos, cerrar la puerta. Ya no llueve. Me gusta ese
regresar a casa de mi madre. Mi estadía. Me gusta mi presencia, mi estadía y
marcharme y llegar a casa de mamá para fumar dos cigarros. Me gusta que ella me
los obsequie. Y la noche, y ese humo. Aire de lluvia en los pulmones, alquitrán
en los pulmones. El mensaje de él, otro él, que sí me ama. Decir; ha pasado un
año desde que él me obsequió un encendedor. Preguntarme 365 veces si acaso me
recuerda. Llevaba blusa blanca con la leyenda “Beirut”. Me gusta que todo esté
desordenado en mi cabeza y pensarlo así, escribirlo así. Todo esto un sábado por
la noche, y ya no sé a que otros departamentos o casas acudir para sentir que
ha transcurrido el tiempo, y si he hecho algo divertido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario