No sé quien me dijo que el miércoles era buen día para llevar las cartas al Servicio Postal. No sé, de verdad que no sé. Pero tomo el colectivo unos veinte minutos más temprano para poder llegar a tiempo con el profesor Bermea. O para no tener que viajar en esos largos automóviles Caprice que huelen tan mal estos días de verano. Ayer fue miércoles. De nuevo me senté unos minutos frente a las oficinas del correo. Sobre las aceras polvorientas y agrietadas, ensimismada, con las rodillas muy juntas y unos brazos absolutos como si se quisieran alcanzar hombro con hombro. No sé. Ayer fue miércoles, de eso no hay duda. Y observaba con una total melancolía las 13 motocicletas y las dos camionetas que pertenecen allí. Para las entregas, los repartos, cosas muy del Servicio Postal. Ellos no saben que uno envía el alma ahí. A lo mejor y el destinatario tampoco. Los inocentes carteros no saben, que entre mis planes está, posteriormente, hacerme amiga de cada uno de ellos. Yo les llamo carteros. Y que oficio más noble es. Aunque ellos no saben de mujeres como yo, que se sientan minutos observando uno por uno sus maletines o canastas, whatever that is. No creen que todavía existan esos grandes amores que sufren por una carta. No saben de cuando bajas muy temprano y le dices a tu madre:
-hey, ¿me ha llegado algo?
-No cariño, nada…
- (y Waltz se aleja cabizbaja mirando el sitio donde siempre avientan el correo.
Vuelve a su habitación)
Y que luego viene la tristeza y una hostilidad inigualable. Por que quizá, eso pueda ser lo último que tendrás de aquello que te ha roto el corazón. Digo que no a las salidas, digo que no tengo dinero. No, no más alcohol. No…no quiero regresar contigo. Digo que sí, que sí espero. Que sí olvido. Que si puedo…sobre todo, que sí puedo. Ah…y no sé quien me dijo que el día más melancólico duele delicioso con Indie americano, rayando en el Folk, Alternativo o en una mezcla rancia de country con ve tú a saber qué. Que son mejores los cigarros rojos a los mentolados cuando te paras en medio de las avenidas. No sé, de verdad que no sé quien dijo eso.
Las cartas son para Andy. Le envié un pedazo de listón que alguna vez use en mi muñeca y una foto con mi cabello alborotado. Andy responderá, yo sé que él responderá. Lo veo - te veo - más que impaciente y doloroso aguardándome. Yo sólo espero que los carteros - aunque no sepan de las mujeres sentadas en las aceras, ni de la ausencia, o del Indie, Country o de South San Gabriel - sean unos expertos en direcciones. De qué hacer cuando un sobre se extravía. O cuando uno se extravía del mundo sin el sobre, o lo que sea.
1 comentario:
Pues, ma petite,
la respuesta, es simple,
pasé por tu blog xq,
(no sé si lo has notado
pero te tengo entre los recomendados), xq paso por ahi
muchas veces a leerte, y al ver
el título nerudiano, me atreví
a comentar... y me di con
la sorpresa del nuevo cambio en
tu blog, Srta. Ophelia.
Y así. Crea o no.
Recordé un poco.
Me alegré un poco.
Y gracias, Amelie,
por mi blog visitar.
pd: Extraño el color medio verde que había antes.
pd2: a los amigos - aunque virtuales - los recuerdo siempre.
Publicar un comentario