Me despierto un día, hoy, de un sueño acerca de ti. Es, a decir verdad, bastante extraño. No me dormí pensándote. Es más, casi nunca te pienso. Soñé una o dos veces contigo, pero eso seguido a una noche donde te decía: no te vayas, por favor no te vayas. Y tú te ibas, tenías que irte; y me quedaba, así, huérfana de ti como esperando que una quimera estuviese prendida para siempre. Pero esos, son deseos de las seis de la mañana –cuando me decías ya tener lista toda tu ropa- y siempre intento –inútilmente- mantenerlos o me disculpo por ellos, y cómo a ti no te importa demasiado –aunque lleguemos a habar de ‘necesidad y resistencia’- los dejas pasar. Puedes observar mi debilidad de escalera, la libertad propia de los vicios, y eso está bien. Digo, cómo si tú no supieras sobre vicios...
Ahora voy a hablarte sobre el sueño. En él, tú y yo estudiábamos en el mismo colegio –por ende, universitarios- alguno muy parecido a mi jardín de niños, aquí, en el pequeño pueblo de la abuela. Mantenía su mismo color, un beige chillante entre el verde magro de la hiedra en sus paredes. Éramos ahí, pupilos de resistencia. Éramos ahí, amigos, creo. O eso intentabas tú. Yo seguía siendo muy yo. No hablaba con nadie, pero tú sonreías y me invitabas a tus fiestas (A lo Freudiano pienso que probablemente eso se debe a tus recientes noticias sobre tu banda de rock-blues). Éramos ahí, lo contrario. Alguien hablaba de una despedida. Tú viajabas, creo. Apuntabas en un papelito la dirección del lugar: Ruiz Cortines #313. Una chica se acercaba y me decía: sí, Ruiz Cortines #313, yo sé donde es. En el sueño pensaba - pensé- de esa chica tu novia. Tu novia en el sueño. Era ahí bonita, claro. Y yo con todo mi aislamiento decía: tal vez. Ella era muy amable conmigo, y de pronto había mucho ruido en nuestro salón. El aula era amenizada por una rubia con trenzas, eso sinceramente debe ser fruto del soft porn o noticas policiacas que he visto.
Luego a partir de ahí, me confundo. Escuchaba México a lo lejos. Así, la palabra de tierra que es pronunciar: ‘México’. Supongo después vinieron sueños acerca de mi madre. Últimamente lo hago, eso, soñarle a ella. Anoche la hice llorar de nuevo, por aquello de las distancias, sin embargo, mi madre, ya debería saber que soy de las personas por quienes se llora mucho, porque están lejos o porque se mueren trágicamente.
(Hache), hice levantarme hoy, más o menos temprano. Preparé mi té acostumbrado. Aspiré el humo. Escuché a Bon Iver –Indie lejos del Rock-blues-y bebí té, resistí el frío de silla de madera azul. Te escribí: soñé contigo, y que es, la verdad demasiado extraño. Pues te pienso tanto como tú a mí. Y eso ya es decir bastante…
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