Broken butterflies in rain
(o de Mariposas rotas bajo la lluvia)
Esa sensación lacrimosa de que ha llovido la noche anterior, y respiras humedad si te descuidas. Involuntariamente, por supuesto. En el barrio hay un silencio de misa e iglesias, y los autos están quietos como estatuas por fin, aparcados en el porche. Casi rogamos por la certeza de volver a casa, empujar a quien deseas tanto a la cama, quedarse así, con esa sensación de llover y el ruido, el ruido íntimo sobre todo, el de tejas o aires acondicionados que se apagaron a las seis treinta de la mañana. Piensas en ellas, ella tan hacia un mar de sur, y la otra ella en algún sitio en el norte a la derecha, como a la derecha del mundo, sin ser totalmente así. Es por eso que notas grietas en las manos, y dices amargamente: esta casa no es más mi casa. No sin ti. No sin ella. Por eso, también, revives tu calidad de fantasma lúgubre aunque a las once salga un sol límpido a secarnos hasta las entrepiernas; y el murmullo de la nada sigue evadiendo los intentos por acercarnos más, por revivir un poco más, por tocar la vida que un día se nos dio y súbitamente, no sabes dónde carajo a quedado.
Pero,
no ha sido nuestra culpa.
Te lo digo.
Mi amor.
Pretendo regresar rápido a casa. Inventarme un bar como antes, un club de jazz como los que dicen existen en muchos sitios de Nueva York, aunque de Nueva York sólo conozco relatos. O quizá, quizá como San Francisco, donde me habían dicho que se mudó aquella que ya dejó de llamarme. No importa, tampoco la recuerdo. Es esa sensación incompleta de encontrarte. Es probable que hoy beba hasta dormirme, con esa sensación de pérdida impenetrable, esa de los acordeones, de las que a veces sí me acuerdo. Sólo como método didáctico de comparación con las problemáticas actuales. Siempre terminan siendo diametralmente diferentes. Y me alegro tanto cuando me convenzo de ello.
Al recordar esa sensación de tus manos y tu boca mientras suena Jean Yves-Thibaudet.
Amanece otra vez, hacemos el amor dos veces en cuatro horas.
Y somos, envidiablemente felices de nuevo.
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