Quería decirte algo -que no se te olvide- y te haga caer
muy
len ta mente
en
el
suelo. Tengo los ojos irritados, limitados y empieza a darme mi dolor. Y calor e inocencia. Una guitarra suena, y no recordaba la cartera detrás de mi pantalón. Ni los cigarros. Tampoco esas depresiones de mi madre, pero no sé, no sé cómo decírtelo todo junto, en una sola palabra que no olvides nunca. Así, para que me lleves contigo antes de que nos comience a dar sueño y aquél apetito feroz. De las cosas que no hacemos, y no haremos nunca. Debo comprender la intoxicación que nos enaltece, y que si nos descuidamos, nos nubla. Debo comprender el silencio después de las notorias muertes que se observan en las esquinas ¿las notaste? Cada esquina es una muerte y más si observas quien las habita.
. . .
Los acordes se hacen casi tristes. Pero es como quien comienza a acechar, y el otro no se da cuenta. No se da cuenta, de los mínimos movimientos con las manos, y los grandes con la boca. O el cabello. No reconozco esto. Son los ojos, y las no palabras. Las no palabras underneth it all, una canción impronunciable cuando todas las luces se apagan. Y ya, comienzo a cerrar todas las puertas. Me queda el té y los cigarrillos. Me quedo allí como ferviente al corte fino de tu sombra. Y que no puedes conmigo, no puedes. En vano te busco hirviente entre la gente. Cuántos poemas se han hecho sobre eso, ya ves. Pero no tengo suficiente perfección para asesinarte ahora. Es como decirte que me juego la vida intentándolo. Que tengo miedo de esta edad en la que no te veo, y a mí los ojos se me caen de las ganas. Es este radicalismo en las canciones. Dolorosas todas, de mujeres todas. Y sin hablar con tanta gente, está ese ruido…como tambores, como sollozos de mi país que tanto hemos amado.
. . .
Al final quedan mis cuadros en su mutismo febril. Mis ojos no están, no existen, las personas no dicen adiós. Todo se vuelve mentira, y todo se vuelve realidad dentro de mis sabanas; y el calor de un cuerpo pequeño, que casi, casi me posee. Está allí, tibio, rozando mis piernas. Y quería decirte algo, principalmente, que te doliese de tal forma que volvieras a mí por los recuerdos. Que no pudieses regresar tan cerca de ti; llegar con mi voz aproximándose a tu espíritu, que no pudieses regresar a ti, a pesar de que todas las veces que te dejo libre
después de las tormentas.
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