
Te digo que todo era verde. De verdad; las colinas, el pasto, las paredes y las frutas. Sólo el piso tenía cierto trazo café. Todo lo demás era envuelto como en una extraña enredadera aferrada a las cosas. Leíamos urgentemente al buen Brian W. Aldiss. Quién puede presumir de haberse hundido con las Criaturas del apogeo mientras el mundo era verde, quién dijo que estar allí, con los pies descalzos, terrosos, revueltos, mojados sobre el pasto, no seguía siendo la cosa más bella y orgásmica después de los besos como lluvia roja bañando las pestañas.
Ayer quise oportunamente que tú volvieras. No era común por estos días tornar a rogarle a mi cama petulante, vacía, neurótica. La que todo mundo sabe que yo odio. También ayer, llevé a los niños a aquél playground y todo era verde, te digo, los columpios gastados y las piedras de arena. Lloraba como hacía dentro y gritaba un nombre que no conozco ni ha salido desde mi boca danzando hacía unos oídos que aciertan. Hacia una cabeza que ríe y se balancea arriba y abajo. Te burlabas de mí como se burla un incrédulo ante lo imposible. El sitio era solitario pues el sol era muy blanco y estaba hasta arriba, su luz ardiente iluminaba todo los recovecos del parque para niños. Y todo era verde, muy verde y yo lloraba como hacia dentro esperando la noche. Ellos corrían, corrían lejos y yo quería correr, alcanzarte las huellas. Pero había sogas muy fuertes parecidas a raíces que se amarraban a mi rojo cuerpo vencido ya por las horas. Por qué a diferencia de otras épocas y otras gentes, llega un momento donde a ti no te busco pero hallo lentamente tus dientes bailando sobre la azotea del golpe y el arrullo. Como todo entre nosotras. Nosotras que dolemos. Querer que regreses es encontrar nuevos látigos con que castigarnos. La humanidad y yo juntas, implorando desde el territorio del hambre. Y todo era verde, me lo dicta el pensamiento, mi vestido y las alas, sus juguetes, el sonido y el sueño, y yo lloraba como hacia dentro todavía esperando saber por qué estaba ahí con mis dedos fríos, buscando una tétrica caja de música desde donde se desdoble el agua del mar, como un bosque hace mucho, mucho tiempo –eras, tal vez siglos – encerrado, reventando, en el pecho de alguien.
Ayer quise oportunamente que tú volvieras. No era común por estos días tornar a rogarle a mi cama petulante, vacía, neurótica. La que todo mundo sabe que yo odio. También ayer, llevé a los niños a aquél playground y todo era verde, te digo, los columpios gastados y las piedras de arena. Lloraba como hacía dentro y gritaba un nombre que no conozco ni ha salido desde mi boca danzando hacía unos oídos que aciertan. Hacia una cabeza que ríe y se balancea arriba y abajo. Te burlabas de mí como se burla un incrédulo ante lo imposible. El sitio era solitario pues el sol era muy blanco y estaba hasta arriba, su luz ardiente iluminaba todo los recovecos del parque para niños. Y todo era verde, muy verde y yo lloraba como hacia dentro esperando la noche. Ellos corrían, corrían lejos y yo quería correr, alcanzarte las huellas. Pero había sogas muy fuertes parecidas a raíces que se amarraban a mi rojo cuerpo vencido ya por las horas. Por qué a diferencia de otras épocas y otras gentes, llega un momento donde a ti no te busco pero hallo lentamente tus dientes bailando sobre la azotea del golpe y el arrullo. Como todo entre nosotras. Nosotras que dolemos. Querer que regreses es encontrar nuevos látigos con que castigarnos. La humanidad y yo juntas, implorando desde el territorio del hambre. Y todo era verde, me lo dicta el pensamiento, mi vestido y las alas, sus juguetes, el sonido y el sueño, y yo lloraba como hacia dentro todavía esperando saber por qué estaba ahí con mis dedos fríos, buscando una tétrica caja de música desde donde se desdoble el agua del mar, como un bosque hace mucho, mucho tiempo –eras, tal vez siglos – encerrado, reventando, en el pecho de alguien.
1 comentario:
¿Quien no acude a tus llamados de cera roja? tus poesias son pinturas en blanco y negro y ese olor polvoriendo a acera.. usted verá todo verde miss poulaiin... (a pesar de su dualidad rojo-verde) para mi, usted es de un color que no se distingue ni se define... simplemente es... y usted es hermosa, simplemente hermosa... je t'aime.
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