lunes, 26 de mayo de 2008

Las Narnianas, el Triciclo y el Centauro



Ayer vi Las crónicas de Narnia por segunda vez. La del Príncipe que en realidad, no sale tanto. Fuimos las dos. Tuve que llevarla, decirle: querida, tengo que verla de nuevo. Ella sabe que los ojos se me inundan al ver todos esos mundos hechos realidad. Que es tanto como acá, como allá. El mundo de ella y sus flores secas - terciopelo, encaje negro, dibujos que le ha dado su novio - Karina tiene flores secas por toda su habitación. Y lloramos por dentro al ver todo eso. Gritamos POR NARNIA varias veces, hacíamos ruido sin molestar. Alzábamos las manos: ¡Aslan! ¡Aslan! O cuando los árboles atacaban: ¡Los árboles! ¡Los árboles. Y quedamos en que la próxima vez llevamos espadas o un carcaj y yo llevo mi fauno de peluche. Aunque no sé dónde está. Más tarde bajaré desesperada a buscarlo. Mi madre dirá: eso es del diablo Jazmín, eso es del diablo. Y a mi me importara lo que le importa a un niño destruir un hormiguero de arena. Lo más seguro es que Romeo Poulain lo haya ofrecido en sacrificio en el patio de atrás. Pero eso lo veré más tarde. Anoche, hubo que contener el cuerpo de Karina. Se puso muy triste por qué a la mitad de la película se muere un minotauro, y la emoción era mucha, y hubo intermedio y no queríamos café. Ni esas cosas que los vendedores te ponen en frente acosándote. Ellos quieren tu dinero. No les dimos lo que querían. Karina, mi amada y bella Karina, dice que es Aslan, me dice: Mira mi melena Poulain, mira mi melena, yo le digo: La veo. Luego me dice que por qué no vivimos en la Narnia de C.S. Lewis, si me ve tan bella montando un Centauro. Abrazándolo, acariciándole las orejas. Sujetándome de su cabello. A todo le digo que si, por que yo también lo veo. Nos vemos allí. O quizá en la comarca de su buen amigo Tolkien. Ya cuando vamos en el autobús y escuchamos Secret Garden o Malice Mizer, nos preguntamos la una a la otra, si es que somos raras, estúpidas, o algo así. Por qué cuando vimos Harry Potter ella se enamoro de Dumbledore y yo del personaje de Gary Oldman, pero eso era normal en mí. Es Gary. Hacíamos como cuando el muy lover se volvía algo así como un Fénix y yo me achataba la nariz “¿Quién soy?”: el innombrable Poulain, eres el innombrable. Y esas cosas tan nosotras cuando salimos del cine. Nos daba más risa que pensar en cómo somos. Pasamos a otros asuntos. La crisis ambiental no es nada buena, pero vivimos muy lejos, muy lejos, tenemos que tomar el autobús. Para nuestro consuelo pretendíamos ir en triciclo, y cerramos los ojos, movíamos las piernas. A veces me volteaba y le decía: Te amo mucho baby, ¡vira a la derecha! ¡Vira a la derecha! Ella viraba a la derecha y yo le seguía. Prontamente ella me susurraba cerca del oído: ¿a qué huele el centauro Jazmín? Yo le tuve que decir, que esa, es otra historia. O sólo otra crónica de Narnia. Karina dice: Cierto, somos Narnianas. Y pedaleaba más rápido el triciclo. Yo seguía cabalgando un gran centauro.

2 comentarios:

Ellen Tamara Durán Wong. dijo...

Me robaste una sonrisa...
Un beso cielo

-Anna- dijo...

Creo que leer esto es más hermoso que ver la película, pero cuando la vea...te juro que andarás dando vueltas con un triciclo por mi cabeza.
Te quiero hermosa...

Esto cuenta como acoso también??

Lo siento, no me pude contener :)

Besos a montones...prometo acercarme a tu ventana la próxima vez que te conectes :)

Acá hace frío y hace dos días llovió. Nieva en la sierras y mi estómago es un diluvio...

y la música, es como respirarte, de nuevo.

Ahora sí, ya se puede considerar acoso muajajaja

Yo todo vos :)