Cumpleaños glorioso. Ellos no saben, nadie sabe, ni yo sé. Yo no sé nada. Estoy más ebria que Neruda en Trementina. Estoy más “poesía” que la nube de ayer, cuando parió lluvia, cuando me susurró al oído “el arcoiris no viene, no viene nunca”. Alguna madre así. Retumba todo allá afuera y no hablo. Pastel, pasta “mastowhat-thefuck”, “te vesmuydiferentenesafoto”. Cosas. Mi palabra preferida cosa. A nadie voy hablarle. Y nadie, entenderá perfecto. Los padres siempre lloran en el cumpleaños. Los amigos dicen “te quiero mucho”, el amor dice “mi amor”. Pero nada. Acá, los tenedores dicen nada. Me queda un calor inerte entre las piernas, entre el oblicuo ser, de ambulante. Ella dice no, o dice nunca. Pero quizá no importa. El cumpleaños es así como un suicidio. Como un decir “no entrar” y “entrar”. Pero importa, importa raro. Le dices a esa mujer que te cocina: ojala llegue un paquete. Y no llega nada como si no existieras. Surge un deseo inevitable, alrededor de una masa uniforme y compleja de extrañas partículas formadas de un aire externo, de un volumen interno, ante tus propias exterioridades.
Y, ay amor, cómo dueles. Y cómo duele ella. Que no se da cuenta. Cómo duele enfrentar el vacío y un nadie. El mareo, el simple mareo de “resequedad” que afronta al alcohol muy consumido, retado, usado. Dijiste muchas veces “espero ser violada”. Después, descubres – sórdidamente – que las rubias no te gustan. Ni las pecosas, ni las piernas flacas, o las cosas demasiado fáciles. Entonces nada te gusta. Sólo tus manos. Eso debería ser jodido o asqueante, pero, es “nada”. Las madres y los padres viven esperando cada año para decir “he logrado verte”. Y, ¿si nadie ve en realidad? Te vas como la sombra corta que se desaprende después de la luz paciente de si misma.
Ah, y el alcohol. Las sobras sin nombre. Los amantes, la amante nula. Mi poesía nula también, la pregunta “y si”. Las variantes que son vicio y no vicio. Alguna mujer a la que le gusta apretar tus pechos pero no quiere cogerte. Aquella imaginación muy tú, que es muy trompetera, muy lluvia, muy…sólo muy. Muy algo, por qué habrías de respetar leyes de no mirar. Mirar no es pecado dice mi madre.
Ah, el cumpleaños y la nostalgia. La inutilidad. La mujer que nunca vino a usarte bien salvaje. La fiesta, pero ¡ah! sí usaste la fiesta, el alcohol, mucho el alcohol. El llanto silencioso que parece fingir su existencia. O mi eterna dignidad, la dignidad que recorre a pesar, de su cansancio mutuo. Por qué, es mutuo, no decirte “no vayas”, “vuelve”, “quédate”, “se sólo mía”. Vuelve, mi amor, nada más vuelve. Comprueba que a los ojos míos no existe nada ni nadie. Comprueba, que lo nuestro es algo sumamente extraño y falaz. Sopesa, que yo soy como nadie. Que yo, no podría amar, así, a alguien sin problemas con su físico, o su mente, o su manera de sentar. Ah, y cómo uno llora. Cómo es dejar de pensar en lo que viene. Ah. Ah…Ah. Un dolor inaudito. Miles de “ah” como si fuera un orgasmo infinito. Pero, si escucha esa mujer música clásica, te derrites, y le dices “ah…yo, yo…” mientras te aprietas los labios y la seduces. Cómo seduces. Que no entiendes como es ser o existirte. Cómo es ser tú, tan fea, tan deforme. Que le mantienes la mirada fija hacia lo que tú eres. Es que a las mujeres les gusta pensar. A las mujeres les gusta sentir que las imposibilidades son posibilidades. Ah, y cómo las haces posibles. Como si se pudiera. Entonces eres eso que sueñan, a veces. Ah. Tan de nadie. Tan de ellas que duele pensar en que jamás pertenecerás a quien sea. Y cómo explicar. Waltz, cómo explicar. Que eres de todos y de nadie. A veces sólo de ella. Y eso ni ella lo entiende. La música clásica Waltz, y si ella no lo entiende, no se te antoja. Nada de ella, ni nada de cualquier cosa.
Ah, el cumpleaños y las celebraciones extrañas. Glorioso. El llanto, cuando ya el otro día, medio dos horas tarde. Luego vendrá cualquiera a espiar cómo es que nos amamos. Bien, con un dedo en la boca y algún sabor provocativo acerca del dedo índice.
Ah amor, y la música. Interminable. Y México es una fiesta y no lo dijo Hemingway, lo digo yo, que soy tan nadie. Sin futuro. Sin ti, sin amor. Y tan contigo, después del adiós. Tan glorioso que parece que cada día fuese, como cuando decidí decirte “te amo”. Tan duro. Tan decisivo, tan Beirut, tan Tiersen, Mozart y el: wey, eres tan rara. Como decir “fucking 20’s to me”, y la vida, la fiesta, y todo alcohol…
3 comentarios:
Y la lluvia, la verbena, el alcohol, el festejo mirandote en la luna que no habla pero que es testigo de esta noche donde no hubo nada más un tu y yo. Sin quejas, sin reclamos... pura desesperación, ansía y tu poesía. El verde de tus hojas que se mueven en el asfalto y ya las miro posesionada por estas horas, tan extrañas como esta entrada tan poco comprendidas. Tan añoradas y amada. Tu, eterno Jazmín. Solo tú. Algún día...
¡Feliz cumpleaños, puta!
Te adoro, coño.
Joder Crown, nadie comentó está...aaa...que pena ponerse tan ebria jojo...ah...querida, me duele algo...
Waltz.
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