domingo, 3 de julio de 2011

If we go out tonight




Hay una dulzura en el viento, como si todo se fuese a caer sobre cristales de frutas, y no hay mucho más que eso, no hay nada más que eso; no hay nada más que tú y algunos sonidos debajo de la cama. Y nos asustan. Pero los ignoramos. Escondí una tristeza allí. A nadie se lo he dicho, a nadie se lo diré. Ni siquiera a ella, que me sabe tanto. A lo mejor lo grito en un caracol, encierro allí ese penoso deseo inconfundible. Como hacían en las piedras según lo contaban en una película de Wong Kar Wai. Según nosotras, y nuestra filosofía de mañanas lacrimosas, no sé ¿ya te lo he contado? Me encerraban por días y noches. Cómo decírtelo. Todo se resumía a llanto, a mis piernas desnudas, casi siempre. Lloraba al amanecer y en las noches. Estaban las luces pequeñas a quienes les encargaron mis padres, rezaran por mí. Este sentimiento me era insoportable. Recuerdo su movimiento una noche que me estiraba la piel de pensarle. Bajo las sabanas, dentro de las sabanas, debajo de la carne, todo se estremecía. Estaba esa desnudez del cuello que pocos me conocen. Las esporas en el aire se partían. Una fotografía de Enrique Bostelmann no publicada más que en revistas, y mis sueños, embadurnados de opio. Escribía con una oración constante debajo de los muros. Arañaba los muros. Y la brecha de frente. Erizaba los vellos de los brazos, y la noche. La noche sobre todo. Siempre. Luego las luces otra vez. Devaneos inusitados cuando parpadeaban sus ojos, inocencia mía que nadie volverá a pronunciar y determinados murmullos, que me agrietaban las líneas de las manos. So long. Un abrazo que no se terminó nunca. Uno que no termina nunca. Sé, que vas a latir de cuerpo y espíritu cuando esto suceda. Que me llamarás una y otra vez, pidiendo exactamente lo que te di: nada. Pero nada, para que nos dure. Así mis manos te contaran de lo que no han hecho todavía. Tendríamos que llorarlo mucho, sufrirlo mucho, aun. Aun. La palabra incompleta que siempre escribo. Él ya no volvió por más semicorcheas. Y tú, y tú, y tú...

Se cierra el mundo cuando te marchas. Destruyes el universo cuando te marchas.





Foto: Enrique Bostelmann 

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