
jueves, 27 de noviembre de 2008
Relatos de cocina y soledades

martes, 25 de noviembre de 2008
La malade imagginaire

A Stephen Crown
Siempre fui una niña muy enferma. Ahora estoy en el mismo hospital. Ella no ha venido a verme, ni…vendrá. Tú estás como todos los días, desde hace unos cuantos años. Me proporcionas mis medicinas. Los sábados por la mañana cambias el color del tulipán. Le pones agua. Me lees un libro que me haga reír. Y hace semanas que ya no hablo, estoy, nada más estoy. A veces te veo y te admiro hasta que mis ojos se parecen más a ti. Al reflejo de ti. Y te sonrío. Te mando un beso como sólo los sé mandar yo. A veces viene mi madre, y llora un poco, me da un beso sobre la mano, sabes que me gusta besar a mí también esa parte del cuerpo. Cuando estaba un poco sana, le tomaba fotos a mis muñecas, que como nadie muerde, me gusta morderlas yo. También me das masajes. Cepillas mi cabello. Me tocas los labios con los dedos cuando crees que duermo y no me doy cuenta. Parece que después de todo no está tan mal, esto. Y tú cuidándome por las noches. Y estar ahí cuando toda mi familia viene, se lamentan, me hacen un pequeño show. Luego se van y te quedas. Te llama el médico diciendo que hay una nueva opción. Lo piensas un rato. Pero sientes que eso no está bien. Me han llenado de jeringas el cuerpo, ya antes. Alguna vez rechazaste el viaje hacia una clínica ubicada allá al norte. Te has cansado de todo lo que me dicen, de los químicos, de los tratamientos que me queman los pulmones. Así que haces como vimos en televisión. Tomas mi camilla, y corres, corres y corres. Evades, burlas a las enfermeras y los señores doctores. Salimos hasta la calle. Yo te veo al revés, desde abajo. Tienes una cara aventurera y segura. Y vamos a través de las aceras, y de pronto alzas los brazos, señalas el nuevo bazar. La mujer delgada que antes era gorda. Los niños de colores. Te miro, dices: Don’t worry beautiful. Me miras, te sonrío. Y supongo que seguimos, y sigues corriendo. No hemos encontrado ningún lugar llamado algo así como “Heartbreak wonderland”.
martes, 18 de noviembre de 2008
"Beauty and a widow"

domingo, 16 de noviembre de 2008
Dinámicas inofensivas del silencio I

viernes, 14 de noviembre de 2008
Arabesque

jueves, 13 de noviembre de 2008
Volver
lunes, 10 de noviembre de 2008
Poemas huerfanos I

Me pregunto la posición provocadora en la que duermes,
entre la música del bar y el vómito común,
pero te prometo...no mío.
Ya tenemos experiencia en estas flagelaciones.
Lo sabes bien.
Tú talvez más que yo y pienso
la palabra: imaginar.
Te imagino entre mis muslos morenos
y tibios o en el baile
hacia abajo
hacia arriba
de lado a lado,
en la música.
Porque además del alcohol
estás tú y mi fiebre próxima
como "un cabaret ambulante",
y el público tú,
a que bailas conmigo,
nos decimos con mímica: te amo.
Imaginar/tu cuerpo dormido encima del mío,
….aprovechándose del mío
....................caray... qué tiene el vodka...
que nos hace libres.
___
Suscribo;
lugares con tu nombre:
los callejones,
los vasos de plástico,
los sitios en la red con canciones gratis,
las entrepiernas muy limpias,
las calles húmedas de amor,
el lugar vacío donde la lluvia se siente feliz de llorar
y por fin,
se masturba.
Los días con viento tardado,
las copas frecuentadas,
melodías anacrónicas que se derraman desde mi piel,
los instrumentos con un sitio acomodado
para los besos de bellas mujeres,
y el lugar preciso de nuestra ausencia
cuando te dan ganas de correr,
trasladar el espíritu,
donde te habita el sonido,
de tacones alejándose.
___
Las historias se escriben una y otra vez así mismas.
Enloquecidas, llenas de fiebre.
Por si solas, siendo flemáticas,
bastante egocéntricas.
Partidarias del narcisismo.
Las guitarras, las flautas
y los violines, cantan, se hablan,
se muerden, se prenden fuego.
Componen una estática voz para llamarte.
Tú tienes todas las respuestas,
me tienes todas las maneras.
Irremediablemente.
Eres el cantante a las doce de la noche.
Cuando ya no se sabe si es noche,
o"buenos días".
El pájaro azul que se pasea por las mañanas.
El cigarro que hace tanto mal y necesario.
Y yo soy guionista, como oficio emblemático,
y moribundo.
Como que tu blando pecho gime
y relata: Una historia muy nuestra...
y a cuarenta grados que sucedió jamás.
____
Memorice como se ha de escuchar de ti: asesina.
Qué te mato a todas horas,
en todos los huesos de todas las pieles,
de cada una de las reacciones
o como reaccionarás en diciembre,
- cómo fraseas las canciones -
y pensé, si acaso recuerdas el parque.
Tienes en tu lugar de refugio,
cierta canción muy de allá.
Y tú lo sabes, y no me digas,
que yo lo sé, soy ignorante de tu voz.
Soy ignorante de tus sitios.
Pero te soy el rojo, el verde, y el amarillo.
Te soy bailando, y hasta el final del amor.
Memorice, las palabras que me dices siempre.
El correo que no te mandé nunca.
Memoricé de ti, todas las condenas,
que me hacen muy ebria
volver al momento con tu nombre
clavado, orilla a orilla.
sábado, 1 de noviembre de 2008
Inside Out

Hubiese dado lo mismo.
Irse o quedarse.
En todos los sitios del pueblo
llovía,
como si el cielo estuviese a punto de morir.
Esos días son mucho de los taxis, los “cuanto le debo”.
Mis maletas. Las fiestas por la noche.
Que te de un poco de frío y estén ausentes los abrazos.
Nada más se hace cuestión de sacar la mecedora y el chal negro.
Abrazar la ausencia.
Rotar un poco la cabeza y fascinarse.
Estas situaciones me llenan de mi.
Cómo es posible poder tener la mente quieta,
la felicidad desvalida, la tarde hablándome,
decir: quedarme. Decir: me voy.
Frente al patio, desfilan mujeres con velos
y se cubren con un paraguas.
Niños tocan tambores.
Protegen a su santo con una manta gris.
Es la lluvia tan eminente.
Pertinente, iracunda.
Idolatrada por mí.
Yo pienso, ponerme pronto mis zapatos
y gritarles: ¡Llévenme! ¡Llévenme!
27 de octubre
Toda la mañana ha sido perfecta. Tengo suerte de que aquí, en este sitio varado, pueda decir: perfecta. Muy de momentos perfectos. Una mujer ha estado hace horas allá en nuestra verde calle, intentando componer su auto. El abuelo le ayuda. A veces lo escucho hacer rabietas, muy propias de él. Todo aquí, en está casa herrumbrada es tan enternecedor. Como ahora, no puedo solo escribir debajo del mango. Es abrumadora la certeza de que, físicamente, anímicamente, y todo, es tan perfecto. El sonido de los arboles y este intenso céfiro del sur. Las olas verdes. A la tienda por cabezas de ajo. Ayer volví, por la tarde. Después de una jornada intensiva de futbol para niños y la piel achicharrada. Días de comida rápida en famosos establecimientos. Muchos “juega conmigo”. Y mi llanto por las noches. Extrañaba tanto este lugar, de ser sincera. A lo mejor por la tarde voy a visitar a la tía Oti, por ahora, inunda olor a adobo toda la cocina. Pedazos de amor abuelesco en forma de pollo. Y es todo, de nuevo, avasallante, que si existiera en mi un gramo de pesadumbre, aun así, no lo escribiría.
Te he visto, revistiéndote de cosas tan nuevas.
En los bares ficticios, a la hora de la decisión.
Te he visto desnudándote para nuevas gentes,
enterándote por otras lenguas
cómo me gusta ahora,
apretar mis labios
con ese gesto familiar melancólico,
muy de “chiquilla en la edad ingrata” o ya sabes,
los “tengo que irme”.
Bajar los párpados,
como esperando el azote de tu voz.
Y tus caídas, tus originales miedos al darme,
cual sea el motivo, de creer, de creerme,
sin duda, indispensable.
Te he visto la mueca,
de que intuyes cómo te estoy dejando ir.
Yo me dejo, igual, todos los días.
Me levanto tan tarde. Tan yo, muy yo.
Y sin duda alguna.
Como esta casa es muy mi casa,
con severo viento a las diez A.m.
El humo de los fogones,
la abuela todavía lavando, eligiendo,
sopesando, si poco aceite, o si yo,
voy a desayunar un capricho de niña enajenada,
de no ser sólo un ciudadano corriente
que se levanta cada día, a primera hora,
diciéndose a si mismo: debe ser.
Te he visto sin verte, mujer.
Y eso sería pues, lo mejor de todo.
De la nula situación. De ser creyente.
Sin creer en nada. Por que, a lo sumo,
tenemos las dudas impacientes,
de qué será mujer,
qué será mañana. ....
____________
Aun si no vinieras,
y se me pasara la hora de tu risa,
de tu llegada, de los ratos sombríos,
aun te pasara de largo yo misma,
me llamarías, me amarías
te esperaría junto con mi cuerpo de fiebre
y tú, desde adentro me dirías: vine.
Mientras, entierras tu daga
como un abismo cerrado y definitivo,
tal una novia embarazada de amor hacía el altar,
y aun vomitara mares, esa caverna llena de rosas,
que se llama ombligo, que también es herida de mi madre,
a la hora de mi muerte. Amén.
Aun si no vinieras, cuando no vienes,
cuando sé de verdad que “no vienes”,
te espero con mi lengua, con mi sal.
Con el azúcar desde el vientre muy tuyo,
pero que dice mi madre, es muy mío
por que tiene sobre su lado superior derecho,
un lunar café abotonado.
Yo te espero.
Hasta que mi espina dorsal se doblega,
donde se chorrea la tarde,
la soga de Dios levantando las carpas,
y entonces se hace la noche.
Luego se hace de día,
y estoy, sentada, en el mismísimo lugar
del hambre de ti, y en somnolencia,
te grito repetitivamente: amor, amor…
Eres el amor. Único.
Lacerante, como debe ser el amor,
para mi. Indómito.
Y cómo tal, te suelto las cuerdas:
Para siempre. ....
_____________________
amor mío;
he decidido que de cualquier forma
y a pesar de nuestras manifestaciones
y puntales desenfrenos, o mejor dicho los míos;
he decidido no decirte tanto "amor, amor, amor".
Y es que tienes un nombre
y siempre me empeño a no decirlo.
Ojala uno de estos días
me ayudes con el por qué.
También porque de tus voces,
de tus poemas casi perfectos
-que leí otra vez esta tarde -,
el por qué de tus piernas monolíticas
y largas, de por qué te vi sonriendo bajo la lluvia
y acá en el sur.
Pero por sobre todo dime:
Te equivocas.
Cuando me pongo recta
y muy seria, a tratar de sacar
insulsas conclusiones.
__________________________
.... intente mucho reflexionar.
siempre la misma cosa,
siempre mi misma mente.
Pero, lo más cercano a la hora,
de la hora exacta,
es siempre igual,
y de verdad
completamente incompresible.
Comprendí que no es lo mismo decir:
nos ataca.
A: nos ata acá, la muerte.
Y un sin fin de vanidades siempre sin sabor.
Qué no es lo mismo el amor,
cuando le digo sobre su nuca quimérica:
me desespero.
A cuando le digo a mi madre,
qué desespero. O "te dejo",
"es mi suerte" "ocho horas",
"qué puedo hacer" "y sin embargo".
Sigo. O cambiar comúnmente el predicado
de las oraciones que no nos convienen.
El tiempo, y la persona.
También, es posible.
Si tomas un hilo del color de tu dedo,
y lo aprietas mucho hasta que duele,
hasta que son uno.
Y ya no es lo misma caja de la sangre
que es tan libre aquí afuera.
Intento en vano reflexionar,
mi vida es la misma,
ave rapaz,
nube de agua
ventana con luz que se contiene
_____________-
. .... abres el libro,
destapas la luz
que sonríe
eternamente
con su boca de sol.
abres el libro,
lames las hojas,
me lees.
me invocas.
te comes mi brazo.
muerdes mis costillas
sabor anticristo.
Toda tú te conviertes en un monstruo de incienso.
y toda tú, sin mas,
te esfumas, te afilas los dientes,
me vuelves un hueco
de palabras vacías,
abres el libro,
colocas tus ojos
ahora dentro de tu corazón
luego te liberas,
muy a tu forma de parir la oscuridad.
..............Tu mundo
.........................es un lobo.