Hubiese dado lo mismo.
Irse o quedarse.
En todos los sitios del pueblo
llovía,
como si el cielo estuviese a punto de morir.
Esos días son mucho de los taxis, los “cuanto le debo”.
Mis maletas. Las fiestas por la noche.
Que te de un poco de frío y estén ausentes los abrazos.
Nada más se hace cuestión de sacar la mecedora y el chal negro.
Abrazar la ausencia.
Rotar un poco la cabeza y fascinarse.
Estas situaciones me llenan de mi.
Cómo es posible poder tener la mente quieta,
la felicidad desvalida, la tarde hablándome,
decir: quedarme. Decir: me voy.
Frente al patio, desfilan mujeres con velos
y se cubren con un paraguas.
Niños tocan tambores.
Protegen a su santo con una manta gris.
Es la lluvia tan eminente.
Pertinente, iracunda.
Idolatrada por mí.
Yo pienso, ponerme pronto mis zapatos
y gritarles: ¡Llévenme! ¡Llévenme!
27 de octubre
Toda la mañana ha sido perfecta. Tengo suerte de que aquí, en este sitio varado, pueda decir: perfecta. Muy de momentos perfectos. Una mujer ha estado hace horas allá en nuestra verde calle, intentando componer su auto. El abuelo le ayuda. A veces lo escucho hacer rabietas, muy propias de él. Todo aquí, en está casa herrumbrada es tan enternecedor. Como ahora, no puedo solo escribir debajo del mango. Es abrumadora la certeza de que, físicamente, anímicamente, y todo, es tan perfecto. El sonido de los arboles y este intenso céfiro del sur. Las olas verdes. A la tienda por cabezas de ajo. Ayer volví, por la tarde. Después de una jornada intensiva de futbol para niños y la piel achicharrada. Días de comida rápida en famosos establecimientos. Muchos “juega conmigo”. Y mi llanto por las noches. Extrañaba tanto este lugar, de ser sincera. A lo mejor por la tarde voy a visitar a la tía Oti, por ahora, inunda olor a adobo toda la cocina. Pedazos de amor abuelesco en forma de pollo. Y es todo, de nuevo, avasallante, que si existiera en mi un gramo de pesadumbre, aun así, no lo escribiría.
Poemas huerfanos I
Primera parte
- De días de muerte -
(octubre-noviembre 2008)
Te he visto, revistiéndote de cosas tan nuevas.
En los bares ficticios, a la hora de la decisión.
Te he visto desnudándote para nuevas gentes,
enterándote por otras lenguas
cómo me gusta ahora,
apretar mis labios
con ese gesto familiar melancólico,
muy de “chiquilla en la edad ingrata” o ya sabes,
los “tengo que irme”.
Bajar los párpados,
como esperando el azote de tu voz.
Y tus caídas, tus originales miedos al darme,
cual sea el motivo, de creer, de creerme,
sin duda, indispensable.
Te he visto la mueca,
de que intuyes cómo te estoy dejando ir.
Yo me dejo, igual, todos los días.
Me levanto tan tarde. Tan yo, muy yo.
Y sin duda alguna.
Como esta casa es muy mi casa,
con severo viento a las diez A.m.
El humo de los fogones,
la abuela todavía lavando, eligiendo,
sopesando, si poco aceite, o si yo,
voy a desayunar un capricho de niña enajenada,
de no ser sólo un ciudadano corriente
que se levanta cada día, a primera hora,
diciéndose a si mismo: debe ser.
Te he visto sin verte, mujer.
Y eso sería pues, lo mejor de todo.
De la nula situación. De ser creyente.
Sin creer en nada. Por que, a lo sumo,
tenemos las dudas impacientes,
de qué será mujer,
qué será mañana. ....
____________
Aun si no vinieras,
y se me pasara la hora de tu risa,
de tu llegada, de los ratos sombríos,
aun te pasara de largo yo misma,
me llamarías, me amarías
te esperaría junto con mi cuerpo de fiebre
y tú, desde adentro me dirías: vine.
Mientras, entierras tu daga
como un abismo cerrado y definitivo,
tal una novia embarazada de amor hacía el altar,
y aun vomitara mares, esa caverna llena de rosas,
que se llama ombligo, que también es herida de mi madre,
a la hora de mi muerte. Amén.
Aun si no vinieras, cuando no vienes,
cuando sé de verdad que “no vienes”,
te espero con mi lengua, con mi sal.
Con el azúcar desde el vientre muy tuyo,
pero que dice mi madre, es muy mío
por que tiene sobre su lado superior derecho,
un lunar café abotonado.
Yo te espero.
Hasta que mi espina dorsal se doblega,
donde se chorrea la tarde,
la soga de Dios levantando las carpas,
y entonces se hace la noche.
Luego se hace de día,
y estoy, sentada, en el mismísimo lugar
del hambre de ti, y en somnolencia,
te grito repetitivamente: amor, amor…
Eres el amor. Único.
Lacerante, como debe ser el amor,
para mi. Indómito.
Y cómo tal, te suelto las cuerdas:
Para siempre. ....
_____________________
amor mío;
he decidido que de cualquier forma
y a pesar de nuestras manifestaciones
y puntales desenfrenos, o mejor dicho los míos;
he decidido no decirte tanto "amor, amor, amor".
Y es que tienes un nombre
y siempre me empeño a no decirlo.
Ojala uno de estos días
me ayudes con el por qué.
También porque de tus voces,
de tus poemas casi perfectos
-que leí otra vez esta tarde -,
el por qué de tus piernas monolíticas
y largas, de por qué te vi sonriendo bajo la lluvia
y acá en el sur.
Pero por sobre todo dime:
Te equivocas.
Cuando me pongo recta
y muy seria, a tratar de sacar
insulsas conclusiones.
__________________________
.... intente mucho reflexionar.
siempre la misma cosa,
siempre mi misma mente.
Pero, lo más cercano a la hora,
de la hora exacta,
es siempre igual,
y de verdad
completamente incompresible.
Comprendí que no es lo mismo decir:
nos ataca.
A: nos ata acá, la muerte.
Y un sin fin de vanidades siempre sin sabor.
Qué no es lo mismo el amor,
cuando le digo sobre su nuca quimérica:
me desespero.
A cuando le digo a mi madre,
qué desespero. O "te dejo",
"es mi suerte" "ocho horas",
"qué puedo hacer" "y sin embargo".
Sigo. O cambiar comúnmente el predicado
de las oraciones que no nos convienen.
El tiempo, y la persona.
También, es posible.
Si tomas un hilo del color de tu dedo,
y lo aprietas mucho hasta que duele,
hasta que son uno.
Y ya no es lo misma caja de la sangre
que es tan libre aquí afuera.
Intento en vano reflexionar,
mi vida es la misma,
ave rapaz,
nube de agua
ventana con luz que se contiene
_____________-
. .... abres el libro,
destapas la luz
que sonríe
eternamente
con su boca de sol.
abres el libro,
lames las hojas,
me lees.
me invocas.
te comes mi brazo.
muerdes mis costillas
sabor anticristo.
Toda tú te conviertes en un monstruo de incienso.
y toda tú, sin mas,
te esfumas, te afilas los dientes,
me vuelves un hueco
de palabras vacías,
abres el libro,
colocas tus ojos
ahora dentro de tu corazón
luego te liberas,
muy a tu forma de parir la oscuridad.
..............Tu mundo
.........................es un lobo.
2 comentarios:
ya te lo he dicho antes, tus arte es un arte muy intimo... que bueno que lo dejas a la vista.
besos de tu adicto.
^^)
El mango.... suena perfecto, mi abuela tiene nogales y me e imaginado ahi sentado viendola arrear las pocas chivas que tiene mientras escribo y dibujo corazones con el dedo en la tierra, comienza a llover como ultimamente lo a echo, y corremos juntas a meter las pocas chivas al corral, despues la acompano a la casa y me prepara unos frijoles con queso, no hay dinero para pollo...................y aun asi es perfecto. Gracias.
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