n° 1
Alguien come una sopa instantánea y piensa en ti. Esa soy yo. Seguramente otra persona más, un hombre italiano, una mujer muy guapa; lo hicieron antes con imágenes más elevadas. Te lo dijeron de mejor manera, mejor que yo. Pues dices, que, en toda tu vida te han dicho cosas muy bonitas, y a mí, varías veces –por el contrario- me han reprochado el egoísmo. Pero tú no. Tus intenciones conmigo no hablan del pasado, ni de cosas que no he hecho. Por eso estás. Lo demás no importa. Por eso te he llamado tres minutos cuarenta y ocho segundos. Y eso significaba la vida a las cinco con trece. El otoño aun se siente tan lejos, Martine. Como tú, anoche. Como yo intentando explicar que quisiera sólo estar sobre el piso de mi casa, que mamá pase por encima. Que aquí no puedo. Deben levantarme ya muy tarde y llevarme a dormir. Que a pesar de la mente, no puedo. Creo que solamente hago esperar la casa. Mi listado de acciones diarias desde la mente. Pensarte. No estar segura de cuánto y cómo. Me dicen que desde que tú estás soy más Jazmín. Y eso la verdad, me tranquiliza. Me dicen, que tengo una emoción constante, muy amarilla. Entonces me supongo aun aturdida, como durmiendo. Como soñando que todavía vienes en camino. Luego caigo en que no sé cómo, ni cuánto. Soy inconsciente de la felicidad que me repartes. Es como llevar el otoño en el bolsillo. Y cada que necesito un poco más de agua, más minutos para escribir, cuando quiero comer, cuando necesito descansar de la esclavitud de humano; saco del bolsillo…y te encuentro a ti, en cada hoja…
P.D. Gracias por los pequeños detalles -el otoño en video- siempre, siempre me gustan.