Ese asunto parecía muy sencillo. Yo me abría de piernas una vez a la semana, estaba feliz toda la semana. Y ya. Únicamente eso. Pero la vida no es muy así. Es decir, sí, una abre las piernas y cosas se arreglan, a veces, hasta nacen los hijos. A veces alguien puede pasar a través. Pueden entrar y quedarse, también, si te descuidas. No obstante, aquello es tan insano. Prolifero para el suicidio a los veinte años, denigrante, ellos dicen. Yo misma lo digo. Luego me baja la nada. Y observo que ya no, ya no vamos a proceder con eso. Voy a guardar mis cositas en la maleta otra vez. Y voy a levantar las carpas que ya estaba desdoblando. Parecía divino todo ese asunto. Sencillo. Pero otra vez me baja la nada, se me destroza el hueco. Me vuelvo así como que mi apellido artístico es Waltz, siempre no, ya…siempre no.
2 comentarios:
A veces, hasta nace hijos... y luego crecen.
Tu prosa nace también, y es bella.
Se ha ido, ¿verdad?
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