Algo llamado seducción
/28 de septiembre
Yo me pregunto todos los días: Cómo haces. Aunque me voy de fiesta; huelo, muerdo, observo; sigo obteniendo miradas para guardar en un frasco. Me ofrezco al mejor postor. Y miento. Al otro día, tú, cómo haces. La absurda práctica de ser o no ser, un ente obtuso, imposible y por lo tanto, avasallante. Puedo, pensarte por última vez, ¿una vez al día? Llamarte nada más. No te darás cuenta. Harás caso omiso a mis acechantes ojos. Por que me veo así, sigilosa, arrogante, por los aires. Por encima del suelo arrastrándome, hasta llegar a tu polvo traslucido. Te digo: Cómo haces. Y me grito hasta quedar sorda: No hay cómo. Es. Ya no te preguntes más, ilusa. Pienso en si talvez son los lentes que no usas o el cabello que no peinas. Sólo pienso, siempre has sabido mi otro oficio de pensar. Pensar, por ejemplo; cómo haces eso del sudor o lo de la sangre. El asunto de la sangre allí abajo. Luego el sudor de nuevo, y la sed. Habiendo demasiada agua, igual me viene la sed. Habiendo nada, vienes, y entonces desdoblas tu ciudad frente a mi casa, orientas tus tropas para el siguiente ataque mortífero. Y no sabes cómo haces en mí, tan pronto. Yo no te veo. Para cuando todo cae, trato de explicarme: es una mujer, me viene desde abajo. Soy también una mujer, y caigo desde muy arriba. Me pregunto cómo haces sin saber, y sabiendo ser sin ser. Puesto que yo, ya he crecido mucho desde aquél día cuando me miraste la cara. Te dio un poco de risa la mueca permanente. Afirmaste mi locura. Es tu manera de decirme, sin decir: me gustas un poco. Todavía no aprendo a ser lo que mi naturaleza me indica; ni me nace, ni me sobra, ni me sale así de “ya está”. Eso que los hombres y las mujeres, perciben y se rinden. Y tú haces. Y yo no hago, pero que tampoco me resisto a ello… ¿Cómo dices que te llamas? Me sudan las manos si te pienso en una situación de flaqueza, y por las noches, o cuando dices mucho “mi amor”, yo me pregunto todos los días cómo haces, eso, algo llamado seducción.
1 comentario:
la seducción es un arte, que a veces tiene técnica y otras veces, simplemente, viene —o va— en la sangre.
la sed... la sangre allí abajo...
Que bien lo dices!!!
Publicar un comentario