martes, 23 de septiembre de 2008

Weekend II

II

19 de Septiembre de 2008

Los taxis estaban ahí. Pastel, comida china, compras. Tengo una, dos, tres pulseras nuevas. Los supermercados no tienen nada en especial. Sólo historias. Siempre historias. Hombres, mujeres. Prisa. Y yo pienso en la perfección. La abuela preguntándose de que talla de braga usa mi mamá. Yo no sé. Surge una urgencia. Muchas risas y también prisas mías. ¿Cuándo vamos a parar? A dejar de ser esporas, carne y un saco de piel con huesos. Y tener que movernos como una casa con pies. O tapancos. Querida abuela, los taxis estaban ahí. Y nosotras elegíamos más aretes. Yo buscaba dinero en el morral que trajo Marcela de Sarajevo. Nos esperaba la cena entonces, y hubo que decir “quiere llover”. Comprar galletas. Comprarnos una sonrisa cabal. Abuela, los taxis aquí emulan el amarillo y el blanco. ¿Por qué allá donde vives, es todo verde y azul?

21 de septiembre de 2008

Tal como en Demian de Herman Hesse, sucede que en esta retórica realidad, aquí, me convergen dos mundos. Pensaba en el allá abajo, en el acá arriba. Allá abajo voy a llamarlo “el luminoso y perfecto”. Y bueno, acá, va ser el universo de todas las mujeres que me ocupan. Esta que escribe. La fácil. La difícil. La que se cambia el nombre y de vez en cuando se sumerge en la oscuridad –yo estoy más cerca de la oscuridad - Y la que usa las manos como instrumentos quirúrgicos. El me ha dicho que soy experta en autopsias. Y hasta un poco antes yo tendría que ver con Herman Hesse. Su prosa es rica, posterior a los tiempos. La mía, bueno, la mía sólo es. Pero siempre he encontrado necesidad en lo absurdo. Como un método más factible, y si no más factible, más bello y majestuoso. Instrumental, artesanal modo de vivir la vida. La vida que alguien decidió darme. Al fin me he cansado de comprender. Y así mismo es necesaria la existencia de los dos mundos. El ser hija de mis padres. De mis dos madres. Lo luminoso y perfecto muy de la paciencia. Por que a veces pasa que todo lo exterior está bien, todo, pero todo. Hasta donde se puede estar bien. Luego tendría que venir yo a desordenar este orden pacífico con el que transcurren las cosas. Tendría que desarmar las mañanas, y las noches. Y todas las posibilidades de ser, explotar. Estar con la tranquilidad muy tranquila. Una forma no he encontrado para la paz interior. Ni la plenitud, ni para llenar los espacios vacíos. Stephen Crown dice que no se puede: No, nunca vas a llenar tu espacio vacío. Y yo me pregunto, ¿es qué uno lo elige? No lo sé, generalmente no me respondo. La cuestión es el balance y no la exactitud, yo me supongo. Dentro de dos semanas no van a existir estos mundos. Va ser otro mundo. Continuara la luminosidad, muy cierto. Nada más que ya no será arriba o abajo. Ni mis mujeres mías. Tengo un libro de Herman Hesse de nuevo. Y esta aseveración de los universos que existen, me confunde.

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Más tarde

Querida Crown: Hoy he intentado colocar un espejo frente a las letras y sucede absolutamente nada. Será que Alicia, ¿miente? Será, que Alicia ¿sólo se drogaba? He intentado de todas maneras cruzar. Por que dicen que allá todo es invertido. O al menos hay ese mundo que me gusta, y las flores hablan, una come un hongo y se hace pequeña o más grande. Pero te digo, coloco el espejo frente a lo más vivo de mí y no sucede cosa alguna. Les paroles, se acercan o se alejan, y nada más. Yo he intentado eso de la cosmovisión invertida, por mis métodos más faunescos y nada ocurre.

Escríbeme, Waltz.

1 comentario:

DEARmente dijo...

Me ha gustado mucho el '19 de Septiembre de 2008', mucho.

Buenas letras, Waltz.