domingo, 31 de agosto de 2008

El sosiego

Es a este sosiego a lo que las personas llaman ¿“estar bien”? Yo digo, yo me pregunto si ahora como estoy, ha de ser eso de estar bien. No sé si conmigo, no sé si con los otros, o con los otros de los otros. Pero estar bien. Ahora arreglo las sabanas cuando me levanto. No fumo, ni bebo agua. Ni suspiro como si tuviese un agujero en el costado izquierdo. A lo mejor escucho a Elis Regina y algo tibio me humedece todo el pecho. Y es mejor que estar enamorada como suelo estarlo. Estar contigo, nada más, estar contigo. Me causa una terrible ternura ver los regalos de mis padres. El de la otra madre, al que le he puesto Cachalote. Me quedo esperando a que Rosita me grite: Jazmiiiiiiin. Ya sé que no es mi desayuno, pero es el desayuno de ella. Entonces toda la casa olería mucho a café y de pronto, la abuela desde donde me espera, me besa tres veces. Y todos me besan, mamá viene y me besa, Emma viene y me besa, papá me llama y me besa. Crown me recuerda y desde allá me besa. Es a este sosiego, lo que las personas llaman ¿“estar bien”? Porque ya cuando Jobim me invade todo el cuerpo me dan muchas ganas de llorar. Pero del llorar bueno. El de, “tengo una gloriosa mañana pero también quiero llorar”. Y el disco de Pure Bossa sigue puesto. Yo no entiendo mucho de esto, de estar bien, de sentirse bien, de la facilidad, del pecho tibio. De pronto estar contigo, nada más contigo. Como si ya empezase a soltarlo, todo. Abandonarlo, todo. Para estar conmigo. Y nada más conmigo. Aunque no lo sé todavía muy bien, así, digamos “manejar”. A mi me interviene entre toda esta serenidad; la ansiedad, la propia ausencia de la perfección. Es de querer abrirse bajo la caja toráxica y sacarse el corazón, picarlo con un palito. A ver si comprendo algo de todo esto, porque…esta tranquilidad tan tranquila, me perturba, aunque solo sea, así como…. poquito, tú sabes.

sábado, 30 de agosto de 2008

TODO SE ESTANCO. Era así, vacío, demacrado, inútil. Lo que fuera que sea eso, está estancado y vacuo. Moribundo. Es bello el viernes si hay tormenta, si por la noche me viene esa mujer desde arriba, cayendo. Y me dice que sus pestañas, no sé qué rayos. Sólo me habita el sonido de las aspas de ese ventilador, otra mujer, y otra…cantando. Este silencio de recamara soltera y nada más. Me puede el silbato del velador y, esa nada. Profunda. Y las certezas que jamás conoceremos. Los hombres, las mujeres. Esa evidencia de que todo es dudoso y cierto, estancado. Que no vamos más, ya no vamos. Me duele la cadera de moverme, lasciva, por las noches y no vienes. Me duele el pulmón derecho de todo el aire atiborrado de esperarte, cansada. La puerta rota, la mano rota, de tocar tan fuerte y tú no abres. Y la basura incandescente que llena los cuartos con tristes llamas que nadie vino a apagar, nunca. Me duelen los huesos con los que a lo mejor, todavía, te amo. Como te has de imaginar que amo yo. Y es, una pena. Todo se estanco en una semana. Es como cuando llueve lento por días, pero seguro. Como esa bolsa que fuiste llenando de granos perfectos, dos por día, durante dos años. Un hoyo, eminente. Era así, hondo, preciso hacia el suelo. Hasta percusionista su rebote. Y ya no lo quiero más. Te lo digo así, de la única forma en que pueden decirse estas aseveraciones: Ya no lo quiero más. Todo es una montaña de rocas amontonadas, donde ya no te busco. Ni tú me buscas. El amor mismo ya no nos busca. Es que él sabe de estas cuestiones. Sabe de las hojas debajo de las puertas en otoño, principios de invierno. Sabe de las cartas que nunca serán enviadas, y peor, que ya no fueron escritas. Y a él le duele, le duele sabernos con todo el pecho sangrando ya, por fin, ya, a la posibilidad de abrirle paso a nuestra vida nueva, que nunca viene. Y nadie correrá a salvarlo. Al menos no tú, ni yo. O todo eso estancado, de cuando somos, “juntos”. Vacíos, demacrados, y de verdad, inútiles.

viernes, 29 de agosto de 2008

“Me amaneces, dentro del corazón, calladamente”
Jaime Sabines

Me es increíble soñar contigo. Era una cosa más o menos así, yo, con el aspecto hippie de siempre, los verdes…los rojos. La cintita en la cabeza. Me regalabas una sonrisa que se compra muy cara en esos tianguis de “no sé qué”. Yo preguntaba: ¿hey, de aquí para acá es tuyo? Y tú respondías: sí, de aquí para allá es mío. Y me gustabas, yo pienso que tú me gustabas y mucho. Luego yo trataba muy mal a una mujer, ella lloraba. Te buscaba por todo el aeropuerto. Arriba, debajo las escaleras. Por la cafetería, donde dice “Arrivals”. Había esas playas con arenas blancas atravesando el sueño. Un cabello largo, no sé si tuyo o mío. Alguna vez, jugaba con esos aparatos donde examinan el equipaje. Yo creo como ayer vi en televisión, a esos terroristas asustar a niños vietnamitas, tuve que soñar con otros terroristas, que nos asustaban a nosotros. A los otros nosotros, los del sueño. Los absurdos, los hermosos. Apenas dolientes. Al menos en los sueños nos vemos. Me sonríes al dos por uno. Con unos pómulos eternos, o algo así como una cara ficticia inalcanzable. Me gustaba mucho el color de tu piel, una cosa así, étnica, de que “somos latinos”. Ahora todo me asusta. Porque cuando desperté, tuve que estirar mi pequeño brazo. Desde las sabanas, hasta donde se encontraba el libro de Sabines. Tuve que leer a Sabines. Como si yo te lo leyera y a esa hora. “Me amaneces, dentro del corazón, calladamente”, decía. Como si Jaime Sabines supiera (o haya sabido), las quimeras que me ando inventando ahora.

Foto: Deviantart

lunes, 25 de agosto de 2008

¿Cuánto tiempo llevamos?


¿Cuánto tiempo llevamos?
Has pensado, amor, mi amor…
cómo es el día, cuantas las horas
de donde allá y a la distancia de las horas,
de siempre entonces hasta la ausencia,
los días de hastío, multiplicados.
Veníamos tranquilos
con vasijas llenas de nuestra sangre,
sencilla, infantil, tan de antes…
Teníamos el corazón lleno de venas
por todas partes,
 la mirada vacía de las cosas airosas
y el pecho lleno,
de un no sé qué vivo,
como un incendio que arde…

 Corríamos de aquí para allá
con nuestro amor, joven sinfónico.
Éramos abismo de la gente,
furia encarnecida en nuestro llanto.
La sutileza desquebrajada en lo imposible.
No creíamos, entonces,
que invocar el pensamiento
dentro una brecha
era suficiente para el daño, irrefutable
 y al hoy vencido,
 no sé ni a cuantas horas de distancia
  …………………………..está mi nombre.

Ni tu nombre,
ni un espacio calvo de tu nombre
yaciendo
  ………………….sobre mi mano.
Sólo conozco el día
y los abrazos que nunca nos damos,
tu sonrisa tibia que no me llena la boca,
la rutina tan fija al retraso de decir:
ya he llegado, amor, he llegado.
 Yo he pensado en nosotros,
esto, nosotros
 y el tiempo, los segundos y las horas.
 Tan leves e indiferentes como una pluma,
 tan simples como las ondas…
y que aún no alcanzan a llenar nuestros vientres hambrientos,
desnutridos, llenos y con hambre .

 Somos tan lentos, amor
……………………apacibles.
 Hermosos seres cambiantes.
Yo nos amo. De veras, nos amo.
Pero, ¿cuánto tiempo llevamos?
………………..Adentro, afuera.
Por encima y por abajo.
Sin nosotros, cansados,
de amarnos sólo a nosotros
y a nuestra avidez insaciable…

 Y cuánto más nos escribimos
está historia exorbitante,
 hasta dónde el grito de la ruina,
el quejo, el nulo instante que nos viene
… ¿Cuánto
  ……….tiempo
………………..llevamos, amor?
 y hasta cuándo continuamos,
 con este esqueleto de palabras,
 que todavía nos sostiene…

viernes, 22 de agosto de 2008

V


……....…….…..Gustamos de tener tiempo a solas.
.......………………….. Aunque lo gastemos en nada. 
A pesar, de sólo decirnos “ah bien, que bueno...”
Nos incita pensarnos en una situación incomoda,
obsérvanos, provocar los celos despacio
como si estuviésemos enfermas de molestia muy fría, 
y así, arrancar lo mejor del día y desecharlo con
nosotras
nauseabundas, derrotadas
/llenas de caída/
por no alcanzarnos las rodillas 
y el precipicio donde descansan 
las victimas de nuestras muertes/
Siempre creí de aquí dentro mío, 
una guerra, una especie de guerra, 
y tú venías con tu bandera blanca 
a salvarme de mi/ 
Ahora, cuando estamos es sencillo. 
Enciendes una fogata al mismo tiempo 
que nos quedamos a solas, te sientas, 
con las piernas cruzadas frente a ella. 
Navego en ti, sin verte 
Sin necesidad de verte. 
Pero son fuertes las brasas y las olas, 
que se inunda el fuego 
con tu mar de ausencia carísima.

Y nos gusta pensar 
que todo esto, sucede.
que los momentos son blancos 
y las ventanas son todas grandes 
y no hay nada que gastar, 
mas que la vida, 
que se va contigo. 
Que escribo. 
Que consagro contigo, 
en una ciudad de muerte,
……………………….que jamás nos abandona.

jueves, 21 de agosto de 2008

IV


Me gusta pertenecerte, es preciso.
 De allá, de tu sonrisa,
hasta el abdomen creciente
en mi cuerpo de pájara.
Por aquello a lo que llamamos
libertad de espíritu o de cuerpo,
por eso, de tener alas encarnadas,
hondo en el abismo de la espalda.
La idea de ser de ti, es
caminar atada a una hermosa cuerda
con jirones tuyos. Del ser tuyo al ser mío.
Como que no existe espacio;
ni esa piel que nos separa estorba 
o que nos estorba separándonos. 
No me molesta incluso,
la jaula que suponen
las paredes de tu cuerpo,
y los túneles, separados por tus muslos,
pasillos con una oscura profundidad,
vacua donde seguro tienes más cuerpos halando…
o encajados muy adentro.
Foto: Deviantart

miércoles, 20 de agosto de 2008

III


Es grato pensar que lloro en sus piernas.
 Cuando un tema de South San Gabriel,
me gusta demás y lo escuchamos,
como si estuviésemos vivas solo para eso,
y sólo para eso.
Después de caminar toda la tarde
y el cielo es tan de humo
sobre esas calles empedradas
con cercas verdes por la hiedra.
Después, de haberme presentado a sus amigos
y el “disculpa si no te toca,
es que es muy maniática”.
“Adiós Jazmín”. Adiós y ya.
Ah…es grato pensar que descanso
después de un largo día
y en sus piernas.
Y llorar nada más
por que podemos hacerlo,
ahora podemos hacerlo
y vernos la cara,
hinchada de tanto desear
que el resto de la vida no se termine nunca
 …una llora en momentos como esos
por que esta vida dure, se llora,
por que el cuerpo está tan lleno de luz…
que no soportas pensar ni un instante
cómo sería soltarla de una vez…
 y de hecho, que todo esto fuera cierto.
Foto: Deviantart

lunes, 18 de agosto de 2008

II


Gusto de pasar la tarde viajando en un automóvil corriente.
Cuando aún el sol, y a miles de kilómetros, se duerme o muere,
clandestino.
Y el ambiente se torna de un color amarillo verdoso,
bajan esas cortinas de metal en las tiendas,
alguien transporta varias cajas con ropa.
Y yo, distraída, cierro mis ojos justo en medio de la calle,
para afirmar que mis tardes
………siguen siendo, absolutamente tuyas.
Fotografía: Deviantart

domingo, 17 de agosto de 2008

I


Gusto de imaginarla cuando le digo; “tengo hambre”. 
Su rostro generoso, sonríe. Acaricia mis cejas, respondiendo: 
………………....qué quieres comer. 
Me mira, cómo si yo fuese el orden en que se desencadenan las cosas.
Todo está lleno, nada fue en vano. Todo está lleno de carne y un “no sé yo”. 
Pero, ella es paciente cuando se muerde los labios entonces;
yo muerdo sus labios…
..........……….luego, tendría que olvidar
……………....el origen del hambre.

viernes, 15 de agosto de 2008

Un día de estos vas a entender...

Pretty woman, look my way

Pretty woman, say you'll stay with me

Cause I need you, I'll treat you right

Come with me baby

Be mine tonight ...

miércoles, 13 de agosto de 2008

Coherencia

Me pregunto ahora por qué no te doy todo el amor que te tengo. Pienso un poco en que, no te lo doy por que así está bien, si te lo doy morirías y yo contigo. Me he atado de pies y manos para no devorarte cuando te encuentro, cuando te veo, cuando te siento presente en mis pasos. Sobrevolando las horas sin sueño, incluso los instantes de fiebre…y aquella inflamación de labios y sudor a media noche. Me pregunto, cómo es que no te digo con aspecto cansado, que pienso en ti cuando leo una novela sobre la guerra civil española. Que pienso en ti cuando despierto y todavía, me fluyes desde las entrañas esperando un derrame de versos difuntos que caben bien en los oídos. Que pienso en ti, cuando muerdo una uva y todo su jugo viaja caudaloso a través de mi lengua, y pienso entonces que es tu lengua y me esclavizo un momento a tu boca, como si tu boca me besara de veras. Entonces me detengo, tengo como un asma improvisada que nunca he tenido, trago saliva y quizá lloro un poco, por qué amanecer aquí nunca ha sido bello o muy “café y cigarrillos”. Mientras sigo haciéndome preguntas y no me respondo. Parece una duda insondable siempre por la vida y sus personas, y sus momentos de infamia. Me imagino leyendo sin fin hasta que escuches, comprendiendo, que no hay nada más aquí que aquellos trazos moribundos, extasiados por tener una forma de tres dimensiones y que alguien como tú, o como yo, les acaricie la esquina que les duele e incomoda… Ah…a ratos es fácil saber por qué no te doy todo el amor que te tengo. Si pienso y me detengo al son de un Saxofón cualquiera, al sonido saliente de una habitación vacía y nada más….por que no eres. No eres aquello que se sueña cierto día muy preocupado. Tuve ese día, cuándo. Las tardes venían forradas de un terciopelo viejo y oloroso a encarcelamiento prolongado. Y desaparecíamos. Tuvimos un segundo para pensar en el sí o en el no. Tuvimos un segundo nada mas, para decidir, de allá para acá, todo esto. No sabíamos, digo que no sabíamos en realidad. Ahora me veo con una bolsa de SOHO esperando en la parada del autobús azul -llorando un poco -pensando en todas las maneras en que pudimos hacerlo mejor. Cómo arrancarse la cara, esa cara ajustada tremendamente deforme. Me veo, de nuevo ahí esperando, cuando se me dobla mucho el cuerpo, este cuerpo pequeño siempre a la derecha, desde la cintura hasta donde alcance llegar el mismo cuerpo. Nunca es mucho. Nunca es demasiado como ese amor que no te doy ni te daré nunca. Por que es sencillo, aquí jamás se hace un espacio para lo que ya no viene, aunque se le piensa. Se le ve desde una ladera congelada, y se lucha contra la gravedad de lo que sigue. Aun. Aquí nunca serás como un refugio, la casa vieja de algún pueblo lejano, ni serás el amor. Serás nada más un punto frágil en el mapa de mi torso. Donde a veces clavábamos el destino y la estancia. Yo, te invocaba desde la ventana de autobús, tarareando la voz de Tom Waits y no pensando exactamente en ti, por que Tom Waits le pertenece a otra persona. Pero te invocaba mientras revisaba la bolsa de SOHO y olía lentamente ese morral de Sarajevo, sin embargo era todo tan igual. Tú serás, el lapso caótico de una tarde, o de las mañanas cuando en toalla y con lentes viejos, te escribo. Mi llanto, mi alegría, todo lo que pude dar que no te doy. Un diminuto escozor en mi boca que delata que eres tú, nada más tú. Un dormitorio hueco de susurros de los “te amo…cómo te amo”. La mujer que espere siempre. Y este dolor profundo que nace, cuando lo sé, cuando me doy cuenta, que no lo eres.

domingo, 10 de agosto de 2008

Estoy, abandonándome.

Estoy, abandonándome. Te abandono. Pienso en un escrito que te he hecho donde digo “estoy enferma de ella”. A veces es todo muy así. Muy miércoles, jueves y viernes por la noche. Todavía más el viernes. A las seis de la tarde, ensayo para el día de la graduación, y que mierda. Ni siquiera me ven en la fila y cuando de repente sale una maraña con pelo ya saben que estas ahí. Ahí de la única forma en que puedes estarlo, medio, y con ella. Medio ahí y simplemente afuera sentada por última vez en ese estacionamiento. Estoy abandonando todo y tengo un mes con dos semanas para hacerlo. Por ahora vamos en dos autos diferentes a cenar a sitios, que si bien no son buenos restaurantes, tienen unos bonitos faroles dentro y todo mundo anda uniformado, te habla muy de “señorita, qué desea”. Donde, algunas mujeres suenan como si fueran las dueñas de Tampico o al menos de la Zona Dorada. Pero el lugar está bien, la vista está bien. La compañía no está mal ni tampoco la blusa verde. O los zapatos prestados por que pareciera, no soy mujer, sino “algo”. Ya saben que sólo soy algo. Por ahora, nos felicitan desde los escenarios distintos hombres y otros, otros te tocan el cabello. Y tendrías que gritar. Ya como a las cuatro de la mañana tendrías que gritar que no te interesa nadie. Nada más te estas abandonando. Necesitas esas cervezas, admitir de nuevo que si, que si luces un poco alcohólica tres días a las semana. Por qué por ahora vas de bar en bar y de antro en antro para ver qué encuentras. Tal vez para ver qué buscan – y encuentran – todos, que se hacen adictos al estar ahí. Como muy fanáticos de esa vulgar música en vivo, de las canciones ordinarias que por alguna razón todo mundo las sabe. No sé yo.

Sé de lo bellos que son los amigos. Ya en el 4º bar de la noche, el mejor, todos bromean acerca de mis jodidos pechos, que si los presto, los acomodo o los muevo al son del reloj y del baile. Pero son tan bellos, los amigos son tan bellos a esa hora. Se paran tan caballeros, y te invitan a bailar por que jamás irías tú a invitar a alguien, ni tampoco le dirías que sí al de la mesa de junto. Pero igual, nadie va. Y es que he de ser muy fea. Rodrigo debe mentir mucho o estar muy al pedo cuando dice: si me das un beso, te compro tus cigarros. Y es tan rápido mandarlo muy lejos, a pensar mejor lo que dijo. Él está bromeando, lo sé. Ha de ser hermoso cuando miente. No sé yo.

Estoy abandonándome, lo siento, por qué ya como a las cinco nos paramos en cualquier puesto pequeño a pedir de favor me dejen entrar a su baño, claro, Rodrigo lo hace por mi. Después, vuelve a restregarme lo que pierdo rechazando ese beso. Lo bueno que no confío en nadie, ni él tampoco. Y Marcos me pregunta súbitamente por quién lloré el sábado pasado, que él haría cualquier cosa por mí. No le he dicho nada. Con él aún me falta valor o simplemente para todo, a las seis de la mañana y por las calles de está ciudad, no hay ganas para ese “todo” que podría hacerse. Aunque ya te han llevado a comer a Tortas “YOYA” y somos fugitivos de los tipos que manejaban un Jetta. Al pasar frente a la laguna, viendo el amanecer…no sabía dónde me había dejado, no sabía…

jueves, 7 de agosto de 2008

Ah...ahora que recuerdo...

Desde hace tanto, yo sé que ya no vienes. Ya no te escribo, sin embargo hoy te escribo. Hace mucho no lo hacía. Quizá hoy, por qué extraño aquello que era cuando te escribía. No había platos rotos, solo escaleras. Había, esas canciones que te parten el corazón, reventándose en los oídos. Y así después nacer allí mismo, esporas. Donde seguro, se formaba un gran ecosistema de diminutos bichos quienes toda la vida pasaban de fiesta. Había canciones de amor y nada más. Hace tanto que no vienes. Pienso que continúas con tu vida policromática, en ese país de escritores. De grandes poetas al menos. Así no te aburres de la vida como solíamos hacerlo. Pero juntos. Y eso era bueno, veras. Cuando venías los días eran partidos a la mitad, como se les hace a las frutas, o a las mujeres en los circos de la vieja escuela. La primera parte, bailaba a medio paso sobre una cuerda muy delgada. Nos veíamos desde nuestro respectivo extremo, y gritábamos. Nos gritábamos fuerte “hey, me escuchas”; “Sí, te escucho". Así éramos felices la primera mitad del día. La segunda se limitaba a pensar. Pensar, nada más pensar. Y oler los libros. Transitar las calles y oler también la ciudad ya muy noche. Entonces no necesitaba ingerir mucho alcohol cada semana. Estabas, y partíamos los días a la mitad. Ahora nadie te escribe, estoy segura. La única que podía hacerlo siempre fui yo, desde que nací, siempre yo. Tomabas un autobús como a las seis de la mañana y evocabas mi nombre, discreto. Ahora ya no evocas mi nombre, estoy segura. A lo mejor aún tomas el autobús justo a las seis de la mañana, y sigues desayunando taciturno en las cafeterías con largas barras, de esas que tienen mesera, uniforme y todo. Ordenas solamente café negro. O tarta de manzana. Ya no recuerdo qué más pedías. Traerías brincando en el Ipod al artista más bizarro y vanguardista del mes. En cualquier mes que vivas. Eres de las personas que no viven aquí, ni en ningún sitio. Pero de vez en cuando venías a verme, me dabas besos y sentías celos de no sé quien. Ahora ya no vienes y no escuchamos música, ni te canto bajito Fade into you…. Ni tú lloras, ni me llamas, o me dices “Min, Min…te amo min”, tantas veces. Ahora tú no vienes, y nada más.

martes, 5 de agosto de 2008

Yo no puedo, justo ahora.

"I know this love of mine will never die, and I love her." The Beatles
Realmente lo siento. Lamento que me llames así, inconciente de ti. De lo que has dicho, de ese irremediable y mudo “vuelve conmigo, Jazmín, vuelve conmigo”. Hasta se podría decir, cuánto lamento decirte No. Que no puedo. Yo no puedo, justo ahora. Antes tal vez, cuando era mucho “antes”, la vida mía giraba en ese amor sencillo y dulce. Uno que tú puedes ofrecerme sin más, sin preguntas, sin desdén. Sin este dolor obvio que siempre se trasluce por mis letras, las dolorosas letras de Ophelia Waltz. Por que, esto que ves ahora es lo que podría ofrecer. Lo más intenso que alguien puede dar al amar. Mi dolor y yo. A lo mejor no entiendes, y te burlas. El amor supone mucho ser feliz y no dudar, y no sufrir y ser del otro. Aquí no es así, y es muy así. Le pertenezco sin tregua a alguien que no puede ser mía, pero de momento no puedo ser de alguien más. A mi, me gustaría tanto que llegues y yo me llene toda de ti. Sin decir mucho. Quizá sonreírte por que, tú si vendrías sin vacilar ni a la distancia, o al dinero. O al que dirá la madre, el hermano. Eres tan libre como lo son las personas que no se preguntan mucho. Y yo soy libre también, a mi manera. Tengo la opción de ser esto, de decirte que sí o decirte que no. De pensar en cómo sería ahora, amarte. No sería demasiado, no podría. Y nadie merece eso, entiende. Nadie merece a alguien capaz de dudar que el otro le ame tanto y lo destruya. Despacio, como ser adicto a una martirización muy rara. Y mira que yo misma me observo y me detengo para ver cuan triste es que sea verdad. Yo soy así. Todo lo que puedes ver de aquí a las orillas donde aún se percibe mi nombre. Las ropas harapientas y deshechas por el deshielo de mí. De mí al escribirte de esta forma en la que nunca lo he hecho. Por fin, dirás, “por fin”. Esta mujer que antes decía me amaba, por fin me escribe. Y te escribo por que lamento decirte No. Yo no puedo, justo ahora. Este verano sublime y determinante, debo caminar entre viajes, finales y lagrimas. Seríamos otra cosa más bella, si dejaras esa imagen de lo que antes era, de cómo te ame yo. Si bien es cierto que soy una mujer intensa, si se está dispuesta a morder la boca de alguien por más de tres horas, de llamar cuatro veces al día después de sentir como arde…no podría darte eso hoy. Para qué entonces. Si todo lo que vale es lo que no se puede contener. Y ella lo sabe. Pero no conoce de ti. Deberías hablar con ella un día, y preguntarle cómo es esto de llevarme a cuestas y sin ver. Cargando conmigo tal una penitencia muy grande, con aroma de mujer enrarecida de ser mujer. Incluso humana. Rechazar lo que está escrito en pedazos de papel arcaico y que se puede hacer, todo. Ser de todos. Tú no podrías, perdóname. Y yo no podría hacerte esto. De ser mío, llevar mi sello como una enfermedad en la sangre. O un tatuaje corriente sobre la cadera. Sin embargo, acepto que harías cualquier cosa por hacerme muy feliz. Tendría tu voz, diario, seguro. La pasión. Un te amo ajustado a la medida de mis exigencias. Lo sé bien, lo sé bien. Pero la situación está así: yo no puedo, justo ahora. Y si todavía insistes en ese “vuelve conmigo, Jazmín, vuelve conmigo”…lo lamentaré tanto, pero tanto…yo tendría que decirte de nuevo que NO.

domingo, 3 de agosto de 2008

Tanto alcohol moderado

Vamos a ver… Sí, la cosa está así. He descubierto de pronto que “tipo así” me he vuelto alcohólica y ya no me está gustando. Digo, por que todo mundo espera eso de mí… y eso es tan aburrido. El otro día mientras daban Una mente brillante, el chico genio amigo del personaje de Crowe, explica que la “cruda” no es más que un estado donde, en realidad, es como cuando vas a morirte. Luego la resaca matutina mereció un respeto especial. Hice entonces, la cara de Amelie Poulain después de tomar aquellas fotos toda la tarde, mientras mira los desastres provocados en el televisor….el choque, un incendio, el caída de un avión. Sólo Amelie lo entendería…si…Ah sí, la resaca matutina o más bien, de esas a las 12:00 p.m. cuando aún estoy más arriba que abajo. Cuando aún resuena en mi cabeza lo simple que pareces cuando estás muy drogada. Y lo inútil que me hago yo, nada más, por llamarte. Y aún no me levantaba del piso. Ya para cuando llegó Marcos, él sabía que la cosa había estado feroz. Que si toda la botella de Vodka, que si a lo mejor la rubia llevó un hombre, por que ya sabe, que yo por ahí no le pego. Que si ya confesé por fin que eres tú lo que me mata. Si cuando llamé, ella sólo dijo: cuando tú quieras contarme…lo harás. Y que me abrace, así…con el “ya…ya…llora, anda llora”. Es increíble cómo, cómo, cuando estás al pedo te observas desde afuera en una escena muy corriente, diciendo ¿esa soy yo?, esa que llora ahí, ¿soy yo? o...are you talking to me? Oh sí, te ves desde afuera y lloras. La rubia es en ese instante la cosa más adorable que existe sobre la faz de la tierra. Y no pregunta nada, ni dice mucho, si acaso: le hubieras dicho nada más “¡pues chinga tu madre!” y bueno, yo no lo haría. Que a lo mucho digo carajo, o “puta madre”, pero que con la tuya no me meto. Aunque somos tan México. Y me encanta, yo no me voy a ningún lado. A ti te ofrecen el mundo para habitarlo, pero yo, aquí me quedo. Me quedo aquí con mi descubrimiento del alcoholismo, y de cómo el cine me gobierna la vida. Al menos es domingo, por que hoy veo cine japonés a las diez de la noche y de pronto, quizá, me olvide del alcohol, de que no he comido, de que a lo mejor mañana en la universidad me dará un poco de vergüenza ver a la rubia. Ya que, cuando yo reciba un mensaje en el móvil y haga esa típica sonrisa muy Waltz, ella me dirá despacito;

“dile chinga tu madre…respóndele...chinga tu madre”. Y bueno, yo no puedo.

viernes, 1 de agosto de 2008

Cuando a veces pienso

Yo diría aquí, desde aquí, que lo nuestro es como un tumor aferrado. Idílicamente, un amor de esos de los que nos cuentan o pensándolo mejor, de los que casi siempre no nos cuentan. Y no lo minimizo, pero he pensado. Él sabe que he pensado en dejarte. Ser, ser sin mí. Sin esas dudas de mí. Después supongo te lo dejo todo a ti, a que decidas. Sucede que me pregunto cómo es la vida sin ti, también. Sin ti en como eres ahora o como lo has sido siempre. Pero ahora, conmigo. Amándonos así. Con una extraña manera de enterrarnos las uñas y decir entre dientes: sí, eres tú…eres tú. Y que tú lo niegues. Que me digas en mi cara que no puedes. Y yo, llore mucho un sábado allá por la madrugada más por mí que por ti. Más por todo aquello que me ha dolido durante el último año. Y somos tan jóvenes, aún tú más que yo. Pero a esa edad tuya ya eres fatal y asesina. Y me dices a mi asesina alguna vez. Aunque sea por esa fatalidad por que te amo y lo otro. Lo otro que eres tú. Desde lo que envicia, lo cual aún no te explico. Debe ser más que eso dirás, y lo es, te lo juro. Nada más que hoy me invade eso del tumor. Es que a veces soy tan cínica, de pronto pasa que te extraño y la casa está tan vacía. Sólo llena de mis piernas cortas, mi falda, la ausencia de sostén. Los cuadernos. Y tú propia ausencia, que no me explica nada.