Vamos a ver… Sí, la cosa está así. He descubierto de pronto que “tipo así” me he vuelto alcohólica y ya no me está gustando. Digo, por que todo mundo espera eso de mí… y eso es tan aburrido. El otro día mientras daban Una mente brillante, el chico genio amigo del personaje de Crowe, explica que la “cruda” no es más que un estado donde, en realidad, es como cuando vas a morirte. Luego la resaca matutina mereció un respeto especial. Hice entonces, la cara de Amelie Poulain después de tomar aquellas fotos toda la tarde, mientras mira los desastres provocados en el televisor….el choque, un incendio, el caída de un avión. Sólo Amelie lo entendería…si…Ah sí, la resaca matutina o más bien, de esas a las 12:00 p.m. cuando aún estoy más arriba que abajo. Cuando aún resuena en mi cabeza lo simple que pareces cuando estás muy drogada. Y lo inútil que me hago yo, nada más, por llamarte. Y aún no me levantaba del piso. Ya para cuando llegó Marcos, él sabía que la cosa había estado feroz. Que si toda la botella de Vodka, que si a lo mejor la rubia llevó un hombre, por que ya sabe, que yo por ahí no le pego. Que si ya confesé por fin que eres tú lo que me mata. Si cuando llamé, ella sólo dijo: cuando tú quieras contarme…lo harás. Y que me abrace, así…con el “ya…ya…llora, anda llora”. Es increíble cómo, cómo, cuando estás al pedo te observas desde afuera en una escena muy corriente, diciendo ¿esa soy yo?, esa que llora ahí, ¿soy yo? o...are you talking to me? Oh sí, te ves desde afuera y lloras. La rubia es en ese instante la cosa más adorable que existe sobre la faz de la tierra. Y no pregunta nada, ni dice mucho, si acaso: le hubieras dicho nada más “¡pues chinga tu madre!” y bueno, yo no lo haría. Que a lo mucho digo carajo, o “puta madre”, pero que con la tuya no me meto. Aunque somos tan México. Y me encanta, yo no me voy a ningún lado. A ti te ofrecen el mundo para habitarlo, pero yo, aquí me quedo. Me quedo aquí con mi descubrimiento del alcoholismo, y de cómo el cine me gobierna la vida. Al menos es domingo, por que hoy veo cine japonés a las diez de la noche y de pronto, quizá, me olvide del alcohol, de que no he comido, de que a lo mejor mañana en la universidad me dará un poco de vergüenza ver a la rubia. Ya que, cuando yo reciba un mensaje en el móvil y haga esa típica sonrisa muy Waltz, ella me dirá despacito;
“dile chinga tu madre…respóndele...chinga tu madre”. Y bueno, yo no puedo.
1 comentario:
aaam... nos moriremos es nuestros excesos.
Pero que sea juntas...
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