Desde hace tanto, yo sé que ya no vienes. Ya no te escribo, sin embargo hoy te escribo. Hace mucho no lo hacía. Quizá hoy, por qué extraño aquello que era cuando te escribía. No había platos rotos, solo escaleras. Había, esas canciones que te parten el corazón, reventándose en los oídos. Y así después nacer allí mismo, esporas. Donde seguro, se formaba un gran ecosistema de diminutos bichos quienes toda la vida pasaban de fiesta. Había canciones de amor y nada más. Hace tanto que no vienes. Pienso que continúas con tu vida policromática, en ese país de escritores. De grandes poetas al menos. Así no te aburres de la vida como solíamos hacerlo. Pero juntos. Y eso era bueno, veras. Cuando venías los días eran partidos a la mitad, como se les hace a las frutas, o a las mujeres en los circos de la vieja escuela. La primera parte, bailaba a medio paso sobre una cuerda muy delgada. Nos veíamos desde nuestro respectivo extremo, y gritábamos. Nos gritábamos fuerte “hey, me escuchas”; “Sí, te escucho". Así éramos felices la primera mitad del día. La segunda se limitaba a pensar. Pensar, nada más pensar. Y oler los libros. Transitar las calles y oler también la ciudad ya muy noche. Entonces no necesitaba ingerir mucho alcohol cada semana. Estabas, y partíamos los días a la mitad. Ahora nadie te escribe, estoy segura. La única que podía hacerlo siempre fui yo, desde que nací, siempre yo. Tomabas un autobús como a las seis de la mañana y evocabas mi nombre, discreto. Ahora ya no evocas mi nombre, estoy segura. A lo mejor aún tomas el autobús justo a las seis de la mañana, y sigues desayunando taciturno en las cafeterías con largas barras, de esas que tienen mesera, uniforme y todo. Ordenas solamente café negro. O tarta de manzana. Ya no recuerdo qué más pedías. Traerías brincando en el Ipod al artista más bizarro y vanguardista del mes. En cualquier mes que vivas. Eres de las personas que no viven aquí, ni en ningún sitio. Pero de vez en cuando venías a verme, me dabas besos y sentías celos de no sé quien. Ahora ya no vienes y no escuchamos música, ni te canto bajito Fade into you…. Ni tú lloras, ni me llamas, o me dices “Min, Min…te amo min”, tantas veces.
Ahora tú no vienes, y nada más.
1 comentario:
Gusto musical siempre impecable...cómo ha de ser..vivir de tus ruidos?
Kitty
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